En Cuba, tras el fracaso de la revolución de los años 30, los exiliados de dominicanos pudieron apreciar el modo en que se recompuso la hegemonía de la oligarquía cubana a tono con la política del Buen Vecino y se aprobaron cambios democráticos una vez que el general Fulgencio Batista contuvo la marea revolucionaria. En ese contexto, se produjeron una serie de giros significativos en la realidad cubana como la legalización del Partido Comunista Cubano, la fundación de una Central de Trabajadores de Cuba (CTC), el regreso de los exiliados, la liberación de los presos políticos, entre otros. Todos estos sucesos tuvieron su colofón en la participación de los comunistas cubanos dentro de la coalición de partidos políticos presidida por Batista la cual triunfó en las elecciones de 1940. Esas transformaciones sirvieron de experiencia política a muchos emigrados dominicanos y les permitieron asimilar que una alternativa al problema dominicano podía llevarse a efecto si se actuaba dentro de la legalidad burguesa. Otra lección importante de la realidad cubana para los dominicanos fue que un régimen represivo podía evolucionar hacia un gobierno de consenso ciudadano toda vez que se produjera una apreciable apertura democrática.
A medida que se cumplía los años del mandato constitucional de Batista los comunistas cubanos aseguraban una plena presencia en su gobierno y también una mayoría dentro de la CTC, fue entonces que desde Cuba se produjeron algunos acercamientos al gobierno de Trujillo por diferentes vías. Uno de los primeros pasos para mejorar las relaciones mutuas, era limpiar el rostro a la dictadura trujillista. Trujillo estaba precisado a mejorar su imagen en Cuba a partir de que ésta se encontraba muy deteriorada por la intensa propaganda que en su contra promovieron los exiliados dominicanos; a esos efectos el dictador dominicano movió sus influencias hasta lograr concertar algunos acuerdos con cierta prensa cubana.
Este proceso de maquillar la realidad dominicana en Cuba al parecer comenzó con gestiones de Trujillo alrededor de Emilio Núñez Portuondo, líder de la coalición de los partidos batistianos. Núñez Portuondo intercambió criterios con el cónsul dominicano Pedro Hungría para explorar posibles espacios de publicación en la prensa cubana. Hungría, por su parte, se dirigió al Secretario de Estado dominicano, R. Paíno Pichardo, refiriéndole que a esos efectos Núñez Portuondo había tenido dos entrevistas con un periodista. Hungría en una nota consular refiere que: «Es necesario girarme cinco mil para entregarlo al amigo y mensualmente cuatrocientos en la misma forma».[i]
Un acontecimiento de trascendencia histórica como fue el centenario de la independencia dominicana, a celebrarse el 27 de febrero de 1944, sirvió de plataforma para promover una campaña dirigida a enaltecer el pasado glorioso dominicano y dar la apariencia de que el régimen trujillista había dado prosperidad al país. A esos efectos Jaime Mariné, entonces Secretario de Deportes del gobierno y adlátere cercano de Batista, dirigió una carta a José Sánchez Arcilla, ministro cubano en ciudad Trujillo, en la que le informaba de las gestiones hechas por él con funcionarios del Diario de la Marina para promover una maniobra publicitaria alrededor de dicha fecha histórica. Al respecto Mariné refirió que: «podrían firmar un contrato por un año a razón de $ 2 000.00 mensuales a base de media página de retrograbado, con fotografías y pie de grabado».[ii]
Otros espacios que gestionaba el gobierno dominicano en Cuba venían de la mano de intelectuales-políticos que propiciaban contactos importantes en la mayor de las Antillas. Fue así que por intermedio de Ramiro Guerra, historiador y editor del Diario de la Marina, se examinaron posibles modos de facilitar las relaciones bilaterales. Una carta del propio Trujillo a su embajador en La Habana, Virgilio Díaz Ordoñez, da cuenta de lo que referimos: el Doctor Ramiro Guerra estaba presto a presentar al Ministro de Estado, Dr. Santovenia, un memorándum «sobre coordinación económica domínico-cubana». Al respecto Trujillo agregaba que: «Atribuyo gran importancia a esas ideas del Dr. Guerra y le recomiendo a usted mantenerse en contacto con él a fin de que pueda estar en condiciones de averiguar la acogida que a ellas dispense el gobierno cubano».[iii]
El régimen trujillista pretendía abrirse espacios en el terreno económico de las relaciones bilaterales para neutralizar a quienes en Cuba lo atacaban pero al mismo tiempo, dentro de los sectores del exilio dominicano, se tendían lazos con la intelectualidad dominicana oficialista. En ese caso Ángel Miolán, emigrado de tendencia radical, le enviaba una misiva a Emilio Rodríguez Demorizzi, intelectual cercano al régimen de Trujillo, en la que estudiaban la posibilidad de que Lombardo Toledano, al frente de la Central de Trabajadores de América Latina (CTAL), pudiera viajar a la República Dominicana una vez que cumplimentase una visita a Cuba. Al respecto Miolán le indicaba a Rodríguez Demorizzi lo siguiente:
El maestro Lombardo vendrá a Cuba a fines de este mes, para presidir una importante reunión de la dirección de la CTAL y tal vez sería oportuno aprovechar ese viaje suyo aquí para que lo continuara hasta la República Dominicana.
Antes de escribirle diciéndole nada desearía saber por tu vía, que sería extraoficial, si hay posibilidad de que lo invite el presidente de la República. En ese caso yo se lo haría saber y tú y yo haríamos los arreglos necesarios hasta que el asunto pudiera, sobre bases seguras de parte y parte, ser trasladado a los encargados oficiales de darle forma.[iv]
Esta carta es la primera evidencia de una tentativa de una parte del exilio dominicano en Cuba por establecer vías de comunicación con el régimen trujillista para negociar una propuesta política. A dicha propuesta estaban vinculados tanto el líder de la CTAL, Lombardo Toledano, como Rodríguez Demorizzi, el intelectual afín al régimen trujillista. De hecho la proposición estaba encaminada a establecer un puente de entendimiento facilitado por los comunistas cubanos que entonces tenían representación mayoritaria en la CTC, organización obrera que se subordinaba a la CTAL. Todo indica que la gestión de Miolán fue fructífera porque en la propia misiva al final se agrega una nota que señala: «A última hora fui enterado por Hernández Franco sobre la invitación del Presidente a Lombardo. Haré todo lo posible para que se realice el viaje».[v] Sin embargo, por otros documentos supimos que el referido viaje no se efectúo, al parecer por reservas que tenía Toledano sobre la situación en la República Dominicana.
Hacia 1944, en la misma medida en que se acercaba la conmemoración por el centenario de la independencia dominicana, se conformaban nuevos mecanismos que hacían más densa la madeja de instituciones que actuaban en Cuba para lograr un cambio en la situación de República Dominicana por medio de una vía evolutiva y pacífica. En ese sentido, actuaron alrededor de esta coyuntura asociaciones como la Sociedad Colombista Panamericana que tenía asiento permanente en Cuba y organizó una serie de actividades con motivo de tan relevante fecha, tales como un acto de homenaje a Máximo Gómez ante su monumento en La Habana, un concierto de la Orquesta Sinfónica de La Habana bajo la dirección del maestro Gonzalo Roig en la República Dominicana y la convocatoria en Cuba del premio Hatuey para el autor del mejor ensayo histórico sobre la gestación de la independencia dominicana.[vi]
Todas estas iniciativas se vieron autentificadas porque en medio de la Segunda Guerra Mundial, a los efectos de mantener la unidad continental en el combate contra el fascismo, era preciso pasar por alto las diferencias de criterio en cuanto a los regímenes que, como el de Trujillo, no se guiaban por prácticas democráticas. Al respecto el presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, dio a conocer un mensaje con motivo del centenario de la independencia dominicana en el cual subrayaba que:
La República Dominicana ha progresado mucho en los últimos cien años en los senderos de la civilización y el progreso y ahora, junto con las otras naciones unidas, está empeñada en una lucha por mantener abiertos a los pueblos amantes de la libertad del mundo, la oportunidad de nuevos progresos en esas sendas. Nuestros comunes enemigos lucharán hasta el fin por evitar nuestra inevitable victoria.
También tratan de sembrar la desunión entre nosotros y así debilitar nuestra voluntad cada vez mayor y nuestra fuerza creciente. Sus esfuerzos por dividirnos y apartarnos pueden y deben ser destruidos por medio de la determinación inquebrantable de todos nosotros de lograr y mantener ese mutuo entendimiento y aprecio, que es fuente de la verdadera cooperación.[vii]
Ciertamente no podían ser más laudatorias las palabras de Roosevelt a la gestión de Trujillo; las mismas facilitaban la integración continental a todos los gobiernos del continente en los momentos más difíciles de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo Roosevelt pretendía desconocer las prácticas dictatoriales de regímenes como el dominicano. Trujillo, halagado con ese cúmulo de elogios, se aprovechaba de la conflagración en marcha para legitimar su dictadura:
Tengo el placer de repetir la decisión invariable del gobierno y el pueblo dominicanos a seguir luchando junto con las naciones aliadas hasta que se obtenga la victoria final contra nuestros enemigos comunes, cuyos esfuerzos jamás podrán destruir el espíritu de firme solidaridad existente entre nuestros países y que es aún más estrecha desde la hora trágica de Pearl Harbor.[viii]
Notas:
[i] El amigo que Hungría refiere es el mismo Emilio Núñez Portuondo que aceptaba ese soborno de Rafael L Trujillo. Ver: «Nota del Cónsul Pedro Hungría al Secretario de Estado R. Paíno Pichardo». Documento sin fecha. Fondo Vega, Cuba ½ (clasificación provisional). Archivo General de la Nación de la República Dominicana.
[ii] «Carta de Jaime Mariné a José Sánchez Arcilla», 27 de diciembre de 1943. En: Ibídem.
[iii] «Carta de Rafael L Trujillo a Virgilio Díaz Ordoñez», 1 de febrero de 1944. En: Ibídem.
[iv] «Carta de Angel Miolán a Emilio Rodríguez Demorizzi», La Habana, 5 de julio de 1943. En: Ibídem.
[v] Ibídem.
[vi] Revista Finanzas, La Habana, 26 de febrero de 1944. En: Ibídem.
[vii] Información, 7 de marzo de 1944. En: Ibídem.
[viii] Ibídem.
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