Sobre el autor
Luis Cernuda Bidón (21 de septiembre de 1902 – 5 de noviembre de 1963) poeta y crítico literario español, figura fundamental de la Generación del 27, es una de las grandes voces de la poesía de la lengua española de todos los tiempos.
Su obra se inscribe dentro de una corriente que muchos han calificado de neorromántica, pues la sensibilidad, melancolía y dolor que de su poesía se halla siempre dentro de unos límites de serena contención, matizada por una aguda actitud intelectual.
Cubaliteraria le rinde homenaje en el 60 aniversario de su muerte, con esta breve selección de poemas pertenecientes a algunos de sus libros fundamentales.
Fragmentos de su obra
XIX (De Primeras poesías)
La desierta belleza sin oriente A la prisión nocturna ciñe un cielo; De su seno mortal levanta el suelo El puro hastío que la llama siente. Un ídolo corona negra frente Sobre voraz sonrisa. ¿Cuál anhelo Al ébano del vientre tendió el vuelo Y en su nido se duerme blandamente? Soledad sin amor ni claro día, La indolencia del ánimo se adueña, Postrada y fiel huye la edad mudable. Hurta el primer placer su melodía, Y el tiempo mira un cuerpo que se sueña En el cristal fingido irreparable.
Unos cuerpos son como flores (De Los placeres prohibidos)
Unos cuerpos son como flores, Otros como puñales, Otros como cintas de agua; Pero todos, temprano o tarde, Serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden, Convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un hombre. Pero el hombre se agita en todas direcciones, Sueña con libertades, compite con el viento, Hasta que un día la quemadura se borra, Volviendo a ser piedra en el camino de nadie. Yo, que no soy piedra, sino camino Que cruzan al pasar los pies desnudos, Muero de amor por todos ellos; Les doy mi cuerpo para que lo pisen, Aunque les lleve a una ambición o a una nube, Sin que ninguno comprenda Que ambiciones o nubes No valen un amor que se entrega.
I (De Donde habite el olvido)
Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, Donde el deseo no exista. En esa gran región donde el amor, ángel terrible, No esconda como acero En mí pechó su ala, Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento. Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya, Sometiendo a otra vida su vida, Sin más horizonte que otros ojos frente afrente. Donde penas y dichas no sean más que nombres, Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, Disuelto en niebla, ausencia, Ausencia leve como carne de niño. Allá, allá lejos; Donde habite el olvido.
Un español habla de su tierra (De Las nubes)
Las playas, parameras Al rubio sol durmiendo, Los oteros, las vegas En paz, a solas, lejos; Los castillos, ermitas, Cortijos y conventos, La vida con la historia Tan dulces al recuerdo, Ellos, los vencedores Caínes sempiternos, De todo me arrancaron. Me dejan el destierro. Una mano divina Tu tierra alzó en mi cuerpo Y allí la voz dispuso Que hablase tu silencio. Contigo solo estaba, En ti sola creyendo; Pensar tu nombre ahora Envenena mis sueños. ¿Cómo vive una rosa Si la arrancan del suelo? Amargos son los días De la vida, viviendo Sólo una larga espera A fuerza de recuerdos. Un día, tú ya libre De la mentira de ellos, Me buscarás. Entonces ¿Qué ha de decir un muerto?
País (De Con las horas contadas)
Tus ojos son de donde La nieve no ha manchado La luz, y entre las palmas El aire Invisible es de claro. Tu deseo es de donde A los cuerpos se alía Lo animal con la gracia Secreta De mirada y sonrisa. Tu existir es de donde Percibe el pensamiento, Por la arena de mares Amigos, La eternidad del tiempo.
Peregrino (De Desolación de la quimera)
¿Volver? Vuelva el que tenga, Tras largos años, tras un largo viaje, Cansancio del camino y la codicia De su tierra, su casa, sus amigos, Del amor que al regreso fiel le espere. Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas, Sino seguir libre adelante, Disponible por siempre, mozo o viejo, Sin hijo que te busque, como a Ulises, Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope. Sigue, sigue adelante y no regreses, Fiel hasta el fin del camino y tu vida, No eches de menos un destino más fácil, Tus pies sobre la tierra antes no hollada, Tus ojos frente a lo antes nunca visto.
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