Quienes medio siglo atrás transitábamos por los años de la niñez y la adolescencia, leímos más de una vez un libro que a diferencia de los de aventuras de Emilio Salgari y Julio Verne, de completa ficción, se basaba en una aventura real extraordinaria. Su título: La expedicion de la Kon Tiki, y estaba redactado por el protagonista de aquella expedición, el explorador noruego Thor Heyerdahl. Aquel volumen se convirtió en uno de los grandes best sellers de su época y se encuentra traducido a muchos idiomas. Aún hoy conserva su interés para los lectores y las casas editoriales.
La noticia de la presencia en Cuba de personalidad tan atractiva como Heyerdahl, con intenso quehacer ecologista, navegante y científico, narrador y pacifista, admirado en el mundo entero, impactó en la sociedad cubana.
Heyerdahl llegó a La Habana invitado por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) en el año 1985. Su arribo tuvo lugar el domingo 17 de noviembre, en vísperas del azote del ciclón Kate. En circunstancias tan difíciles él permaneció algo más de una semana, que concluyó el 26 de noviembre con su partida. No venía desde 1946 y —como él expresó—, «siempre sentí a partir de entonces gran curiosidad por volver. Cuba jugó un papel fundamental entre el Viejo y el Nuevo Mundo y quería saber cómo iban ustedes a celebrar el 500 aniversario de la llegada de Cristóbal Colón, porque como antropólogo siento una gran admiración por el Gran Almirante».
En esta ocasión declaró su preocupación por la expansión alarmante de la contaminación en el mundo, pues «no puede haber vida en la tierra si no la hay en el mar (…) Debemos hacerles saber (a las nuevas generaciones) que no hay otro lugar donde ir si destruimos este planeta».
Pronto regresó Heyerdahl a Cuba. Cuando lo hizo en enero de 1987 practicó un recorrido por las zonas de interés arqueológico de la Sierra Maestra, Playa Las Coloradas, Bayamo y otras regiones orientales. Estando en la ciudad de Manzanillo expresó:
«Siento un gran respeto por los pueblos de Asia, África, América y por los que vivían en esos continentes antes de la llegada de los conquistadores europeos. Por esa razón me resultó de gran interés constatar hoy en el Museo de Niquero la existencia acá también de pueblos primitivos, como evidencia incontrastable de una navegación anterior a la llegada de los “descubridores”».
Pero el capítulo Heyerdahl en Cuba no estaba cerrado. El 3 de noviembre de 1992 se celebró en el Aula Magna de la Universidad de La Habana la ceremonia en que se le otorgó el título de Doctor Honoris Causa en Ciencias Biológicas. Heyerdahl se encontraba en el país para culminar sus trabajos de preparación —en coordinación con especialistas del Museo Antropológico Montané de la Universidad habanera—, del libro sobre arte precolombino.
En sus palabras de agradecimiento dijo:
«Ningún gigante será capaz de sobrevivir solo y de prosperar por su cuenta, únicamente mediante el dominio del medio heterogéneo que nos rodea. El respeto mutuo por los deseos, los gustos y las necesidades de otras variedades biológicas, es tan necesario entre los individuos y las naciones como entre todas las demás especies».
Difícil sería encontrar un mejor resumen para su credo.
Thor Heyerdhal falleció el 18 de abril de 2002 en Italia, y su recuerdo invariablemente nos trae de vuelta al gran explorador que hizo de su vida la mejor y más fructífera de las aventuras vitales… en especial cuando se recuerda su expedición de la Kon Tiki, balsa construida con troncos, plantas y materiales naturales con la que navegó por el Océano Pacífico en 1947; o la del Ra y Ra II, que llevó a cabo para demostrar la posibilidad de que los antiguos egipcios hubieran tenido contacto con América; o la del Tigris, para probar posibles nexos entre la cultura del Valle del Indo y la Mesopotamia, o cualquier otro empeño grandioso de este inquieto noruego universal.
La obra de este célebre autor ha sido publicada por el Instituto Cubano del Libro y se la puede hallar también en las bibliotecas públicas. El lector tiene en ella una fuente segura de conocimientos, aventuras y amena narrativa.
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