
Uno de los libros del autor. Foto: Ecured
El poeta y periodista Roberto Branly vivió solo 50 años. Se cumplen ahora cuatro décadas de su muerte y dentro de otra será su centenario. Quienes gustan de hurgar en bibliotecas pueden encontrar fácilmente sus libros, que no fueron pocos, y quienes prefieren hojear la prensa de los años setenta hallarán sin dificultad sus crónicas de cine. La de Roberto Branly fue una firma asidua en el ámbito periodístico y editorial de una década que sin estar muy distante en el tiempo, se no pierde en el constante ir y venir de los días.
Branly nació en La Habana el 8 de febrero de 1930 y murió en esta misma ciudad el 22 de abril de 1980. El autor de estos apuntes entrevistó a finales de los años 80 a varios de sus colegas y amigos, entre quienes dejó imborrables recuerdos:
- «Fue un poeta que sin dejar de dar rienda suelta a su sueño lírico y de saber apreciar y expresar las visiones de esos sueños, sabía plantar sus pies firmemente en la realidad y enfrentarla y definirla», nos dijo Ángel Augier.
- «Branly escribió poemas que pertenecen a lo mejor de la poesía cubana», opinó entonces Luis Marré.
- Se trató de «un entusiasta tremendo de la Revolución, un periodista atinado, que reflejó en su poesía los cambios, los sucesos de la época», nos aseveró Luis Suardíaz.
- Fue «un joven del que emanaba la honestidad y pureza como ente humano, rasgos que se reflejan en su obra, en su oficio. Todo lo que volcaba estaba dicho porque lo sentía, no se percibía nota falsa alguna en lo que proyectaba». Así lo recordaría el maestro Harold Gramatges, quien conoció a Roberto Branly en la Sociedad Nuestro Tiempo.
La bibliografía de este autor, pese a la brevedad de su existencia y las limitaciones siempre presentes en el ámbito editorial, se nos revela abundante: La sequía, 1966; Poesía inmediata, 1968; Escrituras, 1975; Siempre la vida, 1978; Vitral de sueños, 1982. En 1985 la Editorial Letras Cubanas publicó una selección de sus textos poéticos bajo el título Ya la orquesta triunfa sobre el aire.
Con poco más de 20 años se contó Branly entre los fundadores del Cine Club de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, que agrupó a buena parte de la intelectualidad inquieta y renovadora de los años ’50. También se le incluye en la membresía del ejecutivo de la Cinemateca de Cuba en su primera etapa. El conocimiento de este dato explica su afición por el séptimo arte, que lo llevó a escribir crítica cinematográfica.
Graduado de la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling, luego del triunfo de la Revolución dirigió la plana cultural «Nueva Generación» del diario Revolución, e insertado de lleno en el quehacer cultural de la isla, fue testigo del Primer Congreso Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, en La Habana de 1961. Fue además directivo del Consejo Nacional de Cultura, investigador del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias, y director de la revista Cuba Tabaco.
He aquí una muestra del poeta que fue Branly, en esta composición titulada «Escribo sobre el árbol de la vida»:
Un corazón al viento se desata,
mientras hojas y peces y figuras
hacia el sol van latiendo como flores,
anudando los círculos del tiempo.
Por allí nada hay que se detenga:
todo gira y cae y en fronda nace
por otra voluntad de ser, y asir
leve polen a toda primavera.
De la raíz hasta su verde mástil
donde como espuma en el azul ondea
con todas las tinieblas su perfume,
un perceptible, extraño mundo impulsa,
respirando por todas sus maderas
el recio palpitar de la esperanza.
La obra y la memoria de Roberto Branly merecen un estudio. Evocarlo desde estas páginas digitales quizá incentive este empeño pendiente. Para concluir lo hacemos con unos versos tal vez premonitorios que por algo él tituló «Destino»:
Tu vida entera es un flashback.
¿Dónde el centro de tu muerte?
Para entonces vendrá la plenitud:
mejor divisa no pretendas
para el canto de tu propia libertad.
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