El 25 de septiembre de 1875 fallece en la localidad de Artemisa la poetisa Julia Pérez Montes de Oca, perteneciente a la segunda generación del romanticismo en Cuba. Mujer de constante investigar, aficionada a la pintura y a la astronomía, colaboró con varias publicaciones de la época tanto en su natal Santiago de Cuba, como en La Habana, lugar donde frecuentó las tertulias literarias del escritor Don Nicolás Azcárate y tomó parte en algunas de sus representaciones teatrales como actriz.
Sus poesías fueron publicadas años después de fallecida. Sus composiciones “Desesperación”, “Abril”, “La Alborada”, “El arroyo seco”, “El bosque en flor”, quedaron como recuerdo de uno de los valores más positivos de la lírica cubana.
A pesar de todo esto, y aun representada en el moderno mural de la calle Obrapía, es una de nuestras poetisas más desconocidas.
Julia Pérez no solo fue la hermana menor de la también poetisa Luisa Pérez de Zambrana, sino su amiga y tuvo una infancia feliz y una adolescencia despreocupada al amparo de su cuñado Ramón Zambrana. Después de la muerte de este, se torna osca y triste y sus versos se vuelven de igual ánimo: trágicos.
Pero hay suposiciones que no solo esto la aquejaba. Según Fina García Marruz, Cintio Vitier y José Lezama Lima, Luisa sufría de amores no correspondidos.
Julia Pérez Montes de Oca murió soltera, de tuberculosis, probablemente en la casa de la Finca El Jardín, hogar de Cornelio Souchay y Angélica Zambrana en el cafetal Angerona. Fue sepultada en el Cementerio General de dicha localidad. Por sus últimos versos lúgubres se especuló sobre un probable suicidio, pero para Octavio Smith, esta teoría se descarta al leer el acta de defunción, donde se dice que recibió los últimos sacramentos.
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