Los lectores, los periodistas, los redactores y hasta los críticos y criticones, mostramos nuestras preferencias y no tenemos por qué simularlas. Viene esto al caso porque quien escribe se declara admirador público de la obra poética de Rafaela Chacón Nardi y de su labor pedagógica de carácter comunitario, pero se duele que esta autora no esté debidamente reconocida ni recordada en correspondencia con sus méritos.
Rafaela murió hace veinte años, el 11 de marzo de 2001, y ya usted sabe, llegó la desmemoria.
No olvidemos, porque es privilegio de unos pocos elegidos, que su cuaderno Viaje al sueño. 36 nuevos poemas y una carta de Gabriela Mistral, de 1957, se acompaña de una carta de La Gabriela, Premio Nobel de Literatura, quien la denomina «la Rafaela de Cuba».
¿Que cómo escribe Rafaela? Pues aquí le va esta décima titulada «Soledad»:
Soledad. Callada estancia.
Reino del silencio. Cirio
desvaneciéndose. Lirio
que ya no es más que fragancia.
Misteriosa es su sustancia:
de olvido se hizo, de fina
bruma en que todo termina
por borrarse. Casi muerte,
largo sueño, extraña suerte
a que este amor nos destina.
Tampocio olvidemos, porque no puede olvidarse, que Rafael diseñó y desarrolló originales experiencias pedagógicas en el campo de la plástica infantil para niños con limitaciones físicas. En 1971 fundó, con el auspicio de la Unesco, el Grupo de Expresión Creadora, y a instancias de dicha entidad dirigió en Cuba los clubes de Promoción de Lectura, cuya eficiencia fue altamente reconocida, sobre todo en la formación de adolescentes ciegos y débiles visuales. Organizó talleres infantiles para el conocimiento de la obra martiana, e identificó el arte como elemento inseparable de la formación de los niños y jóvenes.
Rafaela nació en La Habana el 24 de febrero de 1926, estudió magisterio y licenciatura en Pedagogía con brillantes notas, ejerció como profesora en la Escuela Normal para Maestros y en los cursos de verano de las universidades de La Habana y Las Villas. Sus colaboraciones periodísticas las acogieron las páginas de La Gaceta del Caribe, Noticias de Hoy, El Mundo, El País, las revistas Lyceum, Bohemia… Ello, sin perder el goce del contacto con el aula, donde lleva a cabo la formación de nuevas generaciones de futuros maestros.
He aquí, en relación incompleta, algunos de sus libros: De rocío y de humo (1965), Del silencio y las voces (1978), Coral del aire (1982), Una mujer desde su isla canta (1994), Carrusel (poemas para niños, 1994), Vuelta de hoja (1995), Mínimo paraíso (que incluye todas sus décimas, 1997), Del íntimo esplendor (2000), Isla nívea en mar oscura (póstuma, todas sus décimas, 2001),y Ámbito de amar (compilación de su poesía amatoria, publicado póstumamente, 2006).
Este quehacer lírico se ha traducido al inglés, francés, italiano, checo, ruso, rumano, portugués, sueco, esperanto y al Sistema Braille.
Hela aquí ahora en el soneto, «Solo de mar»:
Dulce morada es esta que me invento
calladamente azul. Azul y sola
en marinera tierra, caracola
para la fina música del viento.
Dulce morada es esta que presiento
terrenal y celeste. Playa y ola
que al aire transparenta y tornasola
su luz y ritmo en libre movimiento.
Los muros de alta espuma, los vidriados
espejos de agua y nácar recamados
y las ocultas puertas de agua viva…
y mucho olvido y lágrima cautiva.
Y mucho gozo y soledad salvada
en mi increíble azul, dulce morada.
La Medalla Alejo Carpentier otorgada por el Consejo de Estado cubano y otras distinciones honraron a esta singular poetisa y educadora. Evocarla desde su poesía nos parece el mejor homenaje a su memoria y un premio gratificante para los lectores:
«Ágil ser»
Ay, amor, si yo pudiera
recién nacer de mi sombra,
mientras la pena te nombra
desde mi voz prisionera.
Ay, amor, yo bien quisiera
volver a vivir, moverme,
transitar, estremecerme,
ágil ser de pie y cadera
y rescatar de esta espera
la cruz de mi cuerpo inerme.
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