El 2 de octubre de 1926 sesionó por primera vez en La Habana la Academia Cubana de la Lengua, institución cultural integrada por escritores, críticos, lingüistas y profesores, que tiene como objetivos difundir, cultivar y perfeccionar la lengua española, particularmente en su variedad cubana.
La Academia es miembro fundador, desde 1951, de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), con sede en Madrid. Por sus salones han pasado destacadas figuras de la cultura nacional como Fernando Ortiz, Enrique José Varona y Dulce María Loynaz, entre otros.
Los orígenes
Los orígenes de la Academia Cubana de la Lengua se remontan al 6 de julio de 1713, cuando por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco, Marqués de Villena, se comienza a gestar la Real Academia Española (RAE).
Inspirada en la italiana Accademia della Crusca, fundada en Florencia en 1583 y en la Academia Francesa creada en 1635, encaminó sus esfuerzos a regular el uso correcto de la lengua española y preservar la culta o literaria, aunque también se interesó por la de uso común.
No obstante, no fue hasta el 3 de octubre del año siguiente, que la Real Academia Española inició su actividad intelectual, cuando el rey Felipe V –mediante una Real Orden de Fundación– autorizó su conformación y la redacción de sus estatutos.
Nuestros primeros lingüistas fueron nombrados de facto como embajadores del idioma en la península y el resto del mundo hispanohablante. También les concedieron algunos privilegios de la corte real.
Una vez aprobada y con protección real, una de las primeras decisiones del Marqués de Villena como jefe de la Real Academia fue nombrar una comisión que se dirigiera a palacio para agradecer al monarca.
La primera tarea que se impusieron los letrados fue la redacción de un diccionario. Ya existían otras experiencias en la propia España y en Europa, como el desarrollado por la academia italiana en 1612 o el primer diccionario en lengua francesa de César-Pierre Richelet en 1680.
Cuando Hernán Cortés y Moctezuma se reunieron el 18 de noviembre de 1519 emplearon como intérpretes a la indígena Malinche que traducía al maya yucateca y a Gerónimo de Aguilar, que de este idioma lo hacía al español. El periodo de prisioneros de ambos los ayudó a dominar sus idiomas no nativos.
Esto demostró la necesidad de los españoles de comunicarse, sumada al interés de los misioneros católicos por evangelizar a los indígenas americanos, y desarrollaron el primer diccionario bilingüe maya-español, obra anónima de religiosos franciscanos en 1577. Es conocido como Diccionario de Motul, por compilarse en este lugar de la península de Yucatán.
Para 1611 se publicaría Tesoro de la lengua castellana o española, considerado el primer diccionario monolingüe de nuestro idioma, de la autoría de Sebastián de Covarrubias. Este constituye todo un hito, no solo por ser el pionero, sino por iniciar también estos trabajos en Europa en un idioma vernáculo.
El diccionario de Covarrubias sentó las bases para el trabajo de la Real Academia que entre 1726 y 1739 publicó en seis volúmenes el Diccionario de Autoridades, que además de las definiciones, incorporó citas de diversos autores donde se ejemplifica su empleo. Desde esa fecha hasta nuestros días se han publicados 23 ediciones.
La Academia Cubana y sus antecedentes en América
Para el siglo XIX las colonias americanas iniciaron sus procesos independentistas de España y estas transformaciones políticas también afectaron a la RAE, que estaba perdiendo el vínculo con territorios que hablaban el mismo idioma.
Para 1870, la Real Academia contaba entre sus filas con tres miembros colombianos. Esto motivó el acuerdo del 24 de noviembre entre José María Vergara y Vergara, natural de este país, ante el entonces director, Mariano Roca de Togores, para la creación de academias correspondientes en los países hispanoamericanos.
De esta forma, el 10 de mayo de 1871, nace la Academia Colombiana de la Lengua, la primera en nuestro continente. Posteriormente, le siguieron las ecuatoriana, mexicana y salvadoreña. Todas ellas con el objetivo de colaborar con la RAE, participar en la elaboración del Diccionario y la Gramática, e informarla permanentemente del estado de la lengua en cada una de estas regiones.
En el siglo XX se le dio un nuevo impulso y en la década del 20 se crearon ocho academias nacionales, entre ella la cubana.
La Academia Cubana de la Lengua se funda el 19 de mayo de 1926 en Madrid y en la misma tuvieron una importante participación los integrantes de la RAE Adolfo Bonilla San Martín y Manuel Serafín Pichardo, este último cubano, así como otros prestigiosos intelectuales de la Isla como José María Chacón y Calvo y Fernando Ortiz. Pero no es hasta el 2 de octubre que realiza su sesión constitutiva.
Los miembros fundadores fueron 18 y su primer presidente fue Enrique José Varona. Las dos líneas fundamentales de acción que se trazaron fueron: la conservación y purificación de lo logrado en la variedad cubana de la lengua, y el estímulo al desarrollo de la lengua literaria, así como la promoción del aporte cubano al español general.
Desde esa fecha hasta nuestros días la Academia Cubana de la Lengua agrupa a escritores, críticos, lingüistas y profesores, empeñados en la difusión, cultivo y perfeccionamiento de la lengua española, particularmente en su variedad cubana.
En 1951 surgió la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), lo cual sería un paso importante para unificar el trabajo de las diferentes asociaciones en el mundo, principalmente en América.
Los estatutos de esta organización plantean que para conseguir sus fines sociales cada asociación debía procurar el reconocimiento y apoyo de sus gobiernos. Es de esta forma en que el gobierno de Carlos Prío oficializa la Academia Cubana y le designa un presupuesto anual.
Desde el triunfo de la revolución la Academia Cubana de la Lengua continuó contando con el apoyo gubernamental y desde 1960 fijó su sede en el Palacio del Segundo Cabo. No obstante, no todos los momentos fueron felices, la falta de reconocimiento y la compleja situación económica del país pusieron en peligro el mantenimiento de dicha institución. Gracias a la labor de un grupo de intelectuales, entre ellos la poeta Dulce María Loynaz se logró mantener la misma.
Desde enero de 2010 tiene su sede en el edificio de Santo Domingo en la Habana Vieja y continúa creciendo como una institución cultural de vanguardia.
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Tomado de Cubadebate
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