Antonio Zambrana, en su centenario luctuoso
La revolución iniciada por Céspedes tuvo un deseo temprano de institucionalización en correspondencia con las normas del derecho. A tal efecto se convocó la Asamblea Constituyente con la participación de representantes de todos los departamentos del país alzados en armas contra España: Oriente, Camagüey y Las Villas.
Curiosamente, entre los delegados de Camagüey hubo también un representante del Departamento Occidental, compañero de Ignacio Agramonte en la Universidad y expedicionario del Galvanic: el habanero Antonio Zambrana Vázquez.
Reunidos los delegados en Guáimaro, el 11 de abril de 1869 y una vez constituida la Cámara, su primer acuerdo fue la adopción de la propuesta de Antonio Zambrana: «Que el primer acuerdo de la Cámara de Representantes consista en disponer que la gloriosa bandera de Bayamo se fije en la sala de sus sesiones y se considere como una parte del tesoro de la República».
Fue también la Cámara la que aprobó por unanimidad el nombramiento de Carlos Manuel de Céspedes como presidente de la República en Armas.
La participación de Zambrana, «de oratoria dantoniana»al decir del historiador Ramiro Guerra, tuvo gran peso en los debates políticos de la naciente república. Fue, sin embargo, y citamos nuevamente a don Ramiro, quien «usó de la palabra en apoyo del anexionismo», porque «movíale el vivo deseo de evitarle a Cuba los horrores de la devastación de la guerra en todos sentidos», una apreciación —no dudamos de su buena intención― bastante cuestionable.
Del Zambrana escritor resulta necesario reseñar su libro La República de Cuba, publicado en 1873, del cual comenta el erudito crítico Max Henríquez Ureña que:
También es autor de la novela antiesclavista El negro Francisco, publicada en Chile en 1875.
En Nueva York dirigió los periódicos La Revolución y La Independencia. Viajó por México, Suramérica y Francia. En Costa Rica se detuvo más de una vez, revalidó el título de abogado y colaboró en la fundación de la Academia de Ciencias de esa nación.
Pactada la tregua en Cuba, regresó en 1880 para volver a Costa Rica, donde llegó a nombrársele ministro plenipotenciario ante la república de Nicaragua.
Al cesar en el cargo y retornar a la patria se adhirió al Partido Autonomista y fundó el periódico El Cubano, que dirigió hasta partir a España como diputado a las Cortes por el citado Partido.
Zambrana se estableció en Costa Rica por largo tiempo. Allí ejerció la docencia y organizó el Colegio de Abogados. No regresó hasta 1910, cuando se le nombró ministro plenipotenciario de Cuba en Ecuador.
Escritor, orador y conferencista —también crítico―, fue de los cubanos más conocidos internacionalmente. Perteneció a una familia con más de un miembro ilustre y vivió 75 años, hasta la fecha del 27 de marzo de 1922, hace justamente un siglo.
De la misma familia lo fue Ramón Zambrana Valdés, graduado de doctor en Medicina y Cirugía de la Universidad de La Habana y poeta, quien casó con Luisa Pérez Montes de Oca, 18 años más joven, a quien dejó viuda en 1866 con cinco hijos, fallecidos uno tras otro.
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