
Nos referiremos aquí a dos poemas escritos cuando Martí concibió los Versos libres, pero que no forman parte de este cuaderno. Para Martí la muerte —como todo—, ha de ser útil, arar, fructificar. Así, en las sendas de la muerte, podemos encontrar dentro de los «Versos varios», «una extraña elegía»[1] titulada «A un joven muerto», poema cuyo original se encuentra en el cuaderno manuscrito de Ismaelillo. Luego de la primera estrofa —que es más bien una visión plástica de la muerte—, el hablante lírico convoca a la continuación de una obra interrumpida. Siente como la necesidad de la asunción de un deber irrevocable. Para él la vida es cambio, es lucha, combate y ciclo. Así lo ético se ocultará en el todo:
Vedle! En la seca garganta
Apagada está la nota:
El brazo ya no levanta
La copa de oro, que rota
Por la mística muerte,
En la pálida mano mal huida
Su myosotis y sus violetas vierte
Mustias al pie del luchador sin vida.
Niños, que vais con el arma
Cargada y luciente al hombro, —
Al soldado que desarma
Muerte importuna, al escombro
De un águila aposento
Ayer, y hueco ahora,
Interrogad, y osado cumplimiento
A su obra rota dad: así se llora!
El poeta proclama que el lamento ha de trocarse en obra, en comienzo de un nuevo ciclo. En el poema, según Fina García Marruz, «hay expresiones que, de puro eficaces, se nos pasan inadvertidas una vez que rinden su servicio comunicativo, aciertos delicadísimos de precisión, como… “el detalle de la mano que parece viva aún, como si no hubiera acabado de escapar, de ella sola, la vida: En la pálida mano mal huida…”».[2]
En cuanto a la métrica del poema, Guillermo Rodríguez Rivera reconoce que es «cuarteta»:
Martí la mezcla a una variedad de cuarteto endecasílabo, donde sustituye el primer verso por un heptasílabo… La atrevida combinación produce una polirritmia sumamente original.[3]
En la muestra no faltan lecciones éticas estructuradas en tono leve, como de canción. (Véase el texto «Dolora griega»)[4], fechado en 1880. En dicho poema la crítica especializada observa marcadas influencias del poeta español Ramón de Campoamor (1817-1901), apreciables en la presencia de la reflexión, los diálogos internos, el moralismo o didactismo, el tono coloquial y festivo.[5] Se vinculan aquí lo ético y lo amoroso, y «el humor… alterna con un mensaje moralizante de carácter universal, que se expone de modo explícito y se añade al final del poema a modo de conclusión provechosa».[6] «Fuera del mundo…» está contenido en el cuaderno de apuntes 11 y lo conforman dos cuartetos:
Fuera del mundo que batalla y luce
Sin recordar a su infeliz cautivo,
A un trabajo servil sujeto vivo
Que a la muerte temprano me conduce.
Mas hay junto a mi mesa una ventana
Por donde entra la luz, y no daría
Este rincón de la ventana mía
Por la mayor esplendidez humana! —
Subliminalmente queda englobada en esta claridad, en esta salvación, la escritura, el oficio de la escritura. En estos versos de tono confesional, calificados como una de las «notas de imágenes tomadas al vuelo», son evidentes las resonancias éticas. Llama la atención en el plano estilístico la utilización de un osado hipérbaton en el tercer verso, en función de la rima, todo lo que trae como consecuencia una oración de relativo con antecedente no contiguo. Elemento que complejiza la sintaxis.
Los requiebros del poeta toman formas diversas en el mismo cuaderno de apuntes 11. Así, en sugerente reflexión, da cabida a un sentimiento similar al expresado en el texto anterior:
Siento que todas las nubes de la tierra descienden sobre mi corazón. — Ni mi cuerpo ni mi alma pueden ya resistir este combate por la limpieza en mis afectos que parece imposible de lograr. —
En estos poemas es apreciable, para el investigador que ve su obra poética como un todo, que Martí intenta alejarse de las zonas canónicas de su verso, y lo logra en más de una ocasión al estrenar nuevas formas, ensayar nuevos tonos, tentar lo inédito. En su estilo palpamos el principio oculto, un método de conclusiones, un conocimiento de los principios. En dichos textos nacidos y abandonados en el calor y la intimidad del cuaderno de apuntes se aprecia la ingeniosa cualidad del poeta de combinar simplicidad y sofisticación, de mezclar juicio tradicional y estilo innovador.
[1] Ángel Augier: «Martí, y su influencia innovadora en la poesía de América» en Acción y poesía en José Martí, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1982, p. 219.
[2] Fina García Marruz: «Los versos de Martí», en Temas Martianos, 1ra serie, Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, 1969, p. 246.
[3] Guillermo Rodríguez Rivera: «La métrica en “Flores del destierro”», Revista Universidad de La Habana, 30 (178): 23-26, mar.- abr., La Habana, 1996, p. 31.
[4] Texto musicalizado por Amaury Pérez en el disco Poemas de José Martí cantados por Amaury Pérez, coedición de la Casa de las Américas y el Centro de Estudios Martianos, EGREM, 1978.
[5] Consúltense: Mercedes Serna: «Estética e Ideología. José Martí y España» (Tesis Doctoral), p. 549 y Carlos Javier Morales: La poética de José Martí y su contexto, Editorial Verbum, Madrid, 1994, p. 474.
[6] Ídem.
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