Aire de luz, espacio que coordina la escritora Basilia Papastamatíu con el auspicio del Instituto Cubano del Libro, no solo quiere divulgar, como antes, las creaciones de los jóvenes poetas, sino que aspira a contribuir al mejor conocimiento de la obra de los más destacados poetas de todas las generaciones y todas las regiones del país.
Con este propósito el pasado 23 de junio, a las 3:00 de la tarde, se dieron cita en la sala Federico García Lorca del Centro Cultural Dulce María Loynaz dos poetas matanceros: Israel Domínguez y Luis Lorente.
Tras una suerte de lance fraternal para determinar quién comenzaba primero el recital, empezó este último, a quien Basilia introdujo con la lectura de unas palabras:
«Este año formé parte del jurado del Premio Literario Casa de las Américas, tuve oportunidad de leer el poemario de Luis Lorente. Y en nuestra Acta de Premiación argumentamos:
Como sobre la pantalla de una lámpara, el autor despliega, en Excepcional belleza del verano sus visiones y recuerdos que se corporizan y se evaporan. De modo que la escena se potencia por la ramificación de una simbología profunda que alude a la estancia amorosa como también a numerosos momentos de vida de personajes de la historia de Cuba, incluso de una cotidianidad revisitada. Es un registro minucioso, recreado por una memoria singular, de lenguaje virtuoso, atmósferas logradas y excelente manejo del ritmo. Destaca también este libro por la fuerza y la belleza de imágenes eslabonadas que serpentean como un solo y contundente poema.
«He encontrado de nuevo ese estilo personal y original al que aspira todo autor, al conjugar logradamente el lenguaje culto y el popular, a través de una armoniosa representación de lo subjetivo y lo objetivo, con referencias a la cultura y la historia, y apoyado además en un discurso narrativo, descriptivo y dialogante a la vez, con el “tú” o el “yo” muy presentes, lo que propicia una muy sensible y honda comunicación con el lector».
El también premio David de poesía escogió de su libro Pájaros de ira ciegospoemas como: «Brama el mar», «Flores color vino, liras, casi malvas» y «Ocurren días sin sombras». En su segunda vuelta Lorente eligió los poemas que, según Basilia, habían impresionado más al jurado: «Aparente cerrado las ventanas», «He leído los libros» y «El verano es el padre de todos los caballos».
«Israel estuvo ya en nuestro espacio Aire de Luz él es uno de los más valiosos poetas de su generación» aseguró Basilia Papastamatíu en un segundo momento antes de leer el texto que dedicara al escritor.
«En la poesía de Israel Domínguez lo primero que nos atrae es su carácter esencial, nada es gratuito, fatuo, decorativo. Su escritura es siempre la exacta, la necesaria. Y es parte de una indagación permanente en busca de la poesía de la realidad, de lo épico de las cosas y los hechos, que encontramos tanto en sus poemas en los que el verso está más cercano a la metáfora, al símbolo o a la especulación reflexiva como en aquellos más apegados al lenguaje de la cotidianidad. En él, la búsqueda de la poesía, de los elementos y los seres, es la búsqueda de su verdad profunda, de su sentido en este mundo incierto y a veces ciego en el que el hombre se mueve y se interroga incesantemente sobre la razón de su existencia. Todos los poemas más recientes —prosiguió― permiten realizar verdaderas asociaciones estéticas. Todo está allí, experiencias familiares, religiosas, su entorno… para redescubrirlos en sus más inesperadas aristas y subyugarnos así a nosotros sus lectores».
Domínguez seleccionó en su primera vuelta los poemas: «Da las gracias al espacio», «Dos mujeres y una bicicleta», «Desván», «Si te acercas te muerde», «Lego», entre otros. Para su segunda vuelta sus poemas fueron igual de directos, con esa carga de cotidianidad y permanencia: «Levantamos una casa», «Fetiche», «Breve historia de William Miller», «El buen castor» y «Acariciar a un animal».
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