Es el primer artículo que hago en este año que comienza y también la primera actividad de Aire de Luz, que cumplirá, en este 2020, 19 años de creada. La anfitriona Basilia Papastamatíu confiesa que está buscando, para su retiro físico o intelectual, alguien que quiera continuar con este espacio que ha enseñado generaciones nuevas, y otras, que por estar en una distante zonas geográficas son pocas conocidas.
Se reunió en el Centro Dulce María Loynaz, en la sala Federico García Lorca, un público selecto en el que se encontraba Lina de Feria, a quien se le entregará en la venidera edición de la Feria del Internacional del Libro el Premio Nacional de Literatura.
Al espacio fueron invitados los poetas Leonardo Sarría (La Habana, 1977), escritor, investigador y Doctor en Ciencias Literarias, y Carlos Zamora (Matanzas, 1962), también narrador.
Carlos Zamora, leyó Basilia antes de empezar el recital:
Escribe sus versos a partir de su subjetividad y de sus experiencias personales sin disimulo ni enmascaramientos, porque sabe que es la mejor manera de que su poesía resulte veraz y creíble (…) Percibimos en su obra el deseo de honrar la tradición asumiendo por momentos, y con decoro y maestría, algunas de sus formas seculares como la décima o el soneto. Pero, en mi opinión personal, encuentro mucho más interesantes sus poemas no sometidos a ninguna regla clásica de versificación (…) Esta libertad total, sin ajustarse a moldes, le ha permitido además explorar eficazmente diversos estilos, y valiéndose sobre todo de la poesía en prosa, describir, reflexionar o contar micro-historias en verso, para que hacerlo no sea únicamente un privilegio de la narrativa.
Zamora, en sus dos oportunidades, escogió poemas de proyectos de libros y fueron: «La oveja», «Escribo», «Volver», «La cena», «La cuartada», «Guerra», «Que la sombra escribe», «Circo», «El que canta sobre el mar», «Improvisación a la manera de Alien Ginsberg», «Itinerario», «Bitácora», «Madrid-Barajas», «Plazas de Castilla», «Bruselas».
A Leonardo Sarría los críticos y lectores lo conocen sobre todo por sus trabajos de investigación y análisis de la literatura religiosa, y así lo Papastamatíu :
(…) Ha estudiado sobre todo la poesía porque él mismo es poeta. Y sabemos bien que no hay nada más parecido a la devoción y pasión religiosa que la pasión poética (…) Ha estudiado, por eso, la poesía religiosa cubana, y ha titulado Esenio a uno de sus libros de poesía, que en la antigüedad denominaba al miembro de una secta judía. Pero a Sarría le atrae tanto la religiosidad cristiana y judía como la afrocubana, como pude verlo ahora en un conjunto poético suyo aún sin publicar, cuyo epígrafe es significativamente una cita de Nicolás Guillen y cuyos muy sugerentes textos exploran y exponen elementos, actos, y símbolos ceremoniales como los de sacrificio, comida o danza, pero sin pretender desentrañar, comprender o enseñarnos nada, sino simplemente para entregarse y entregarnos al iluminador placer de su exposición.
Sarría expuso: «Diálogo”, «El sacrificio», «El álamo», «Mar de leva», «Coronado», «Conversación», «La cena», «Pino nuevo», «Cuarto de prendas», «Raspa», «Oka Nasordé», «Transparente María», «Esenio», «Decaritate», «Liturgia de las horas», y «Visión de William Black».
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