«Aire de luz», actividad que dirige la poeta Basilia Papastamatíu tiene como objetivo, desde de sus orígenes, dar a conocer lo nuevo que se está haciendo en la isla, si de poesía se trata, además de poner al público a dialogar con los autores.
En la sala Federico García Lorca del Centro Dulce María Loynaz comenzó el encuentro a las dos de la tarde, ante un público escueto, pero selecto, entre los que destacaron: Juan Rodríguez Cabrera, , Josué Pérez Rodríguez, Nancy Morejón, Caridad Atencio, Rito Ramón Aroche, Leyla Leyva, Marcelo Morales, Carel Leyva, Rigoberto Rodríguez Entenza, entre otros.
Los poetas invitados fueron Antonio Armenteros, quien, a propósito de sus 60 años, estuvo ofreciendo recitales en Cuba y Argentina, y Alberto Marrero Fernández. Sobre Armenteros expresó la Papastamatíu:
Hace algunos años, […] expresé lo siguiente: «Debo reconocer, y es un reconocimiento feliz, que la poesía de Armenteros cada vez me sorprende más de libro en libro. Siempre me pareció fuerte, de una sinceridad desarmante en todas sus incursiones en el mundo de los significados. Hilvana sus palabras sin pensar en hacerlo de un modo elegante, armónico, en lograr un equilibrio clásico. Porque no busca la belleza y la perfección en la escritura, sino que la arroja a esa batalla encarnizada que implica introducirse en las zonas más conflictivas y dramáticas de la realidad, hace que las palabras, sin previa selección y asumiendo todo tipo de lenguajes, sin exclusiones estéticas previas, se sumerjan y revuelvan en dicha realidad, hasta sacar a la luz, como un descubrimiento perenne, como una revelación cruda, todo lo que genera de angustiante, de cruel, de destructivo la relación del hombre con su medio, y con este planeta que se tambalea cada vez más ante nuestra mirada impotente y atónita». Y ahora solamente podría agregar que encuentro en su más nueva poesía una lograda persistencia en querer hurgar y tratar de interpretar cada vez mejor los nexos entre la historia y el presente, naturaleza y espíritu, razón y pasión.
De Marrero Fernández, la también poeta agregó:
[…] siempre me sorprendió su capacidad para escribir prosa y poesía, con lenguajes muy disímiles, pero siempre de notable calidad, por lo que obtuvo merecidamente Importantes premios en uno y otro género […] Con una escritura muy sensible y franca, pero siempre culta y cuidadosamente pulcra, nos expone su nostalgia de episodios de su infancia y vida familiar, homenajes a poetas, temas intelectuales y de la cotidianidad, de su propio ser y su mismo cuerpo, a veces duros y que lo han marcado, como también experiencias personales perturbadoras y sobre la existencia humana misma y su sentido que Incitan a la reflexión, confirmando así, que la poesía es también pensamiento.
En la lectura de poemas Antonio Armenteros eligió algunos títulos como: «La maldición en la cueva», «Sustancias que nos faltan», «La técnica», «Flor del pantano», «Soberbia», «Ángel», «Salvable», «La maldita salsa tártara sobre la mesa», «Fáculas», «Océano Tenerife», entre otros. A su vez, Alberto Marrero quiso leer algunos textos inéditos como: «Piedra de la locura», «Nicanor Parra», «Los 80», «Mal modo de degollar un gato», «Punto muerto», «Pinturas flamencas y galletas dulces», «Vidrio opaco», «La hora», «Graves y oscuras», «Ajustes» «Poetas asesinos», «No hay nada qué temer», «Diario de Guerra».
En palabra de uno de los asistentes al espacio, el poeta y dramaturgo Rigoberto Rodríguez Entenza:
Fue un intercambio intenso, matizado por altos valores éticos y estéticos. Al finalizar se desarrolló un diálogo al que se sumaron otros notables autores, como la Premio Nacional de Literatura Nancy Morejón, la investigadora, ensayista y poeta Caridad Atencio y el poeta Rito Ramón Aroche. En el diálogo se exaltó la obra de los poetas invitados y se trataron temas como la promoción de la poesía y los nuevos escenarios de la vida literaria.
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