Pilón es un municipio del extremo sur de Cuba, allí se encuentra el punto cubano más adentro del mar Caribe y también donde el calor tropical es más fuerte, a dos o tres grados por encima de la media del país. No, el poblado capital del municipio no es un Macondo, como me habían dicho. Hay un hospital excelente, un buen policlínico, un conjunto de centros escolares de calidad, hay un bonito parque, algunas iglesias, y el museo de la casa donde vivió buena parte de su vida la heroína Celia Sánchez Manduley. Las calles, a ripios de asfalto, son anchas y nutridas a sus lados por casas en buen estado y muchas de muy buena apariencia. Cerca, a unos catorce kilómetros, se encuentra una playa que debe haber sido creada, con arenas grises, por un rapto de Dios al embellecer la naturaleza: Marea del Portillo, cuyo nombre pareciera propio de un cuento de hadas.
Allí, hace veintisiete años, a un grupo de amigos poetas, se le ocurrió fundar un Festival: Al sur está la poesía. Es ya una tradición anual ininterrumpida, donde se han dado cita poetas de toda Cuba y de allende los mares. Yo no quería que mi nombre fuese uno de los ausentes, y me fui en este 2019, entre el 5 y el 9 de junio, a disfrutar de amigos y a conocer otros, de colegas que declaman sus textos en escuelas, hospitales, comunidades campesinas (en Caridad de Mota hubo un momento culminante en el corazón de la Sierra Maestra). Hay en ello dos funciones: la de compartir con el pueblo de la región y la del encuentro entre poetas que se conocen allí o que traen ya una amistad consolidada. Es una acción poética comunitaria que debería ser atendida mejor por la divulgación nacional, no sólo porque las gentes de Pilón, su pueblo y sus autoridades, ofrezcan tanto apoyo y orgullo por su evento, sino también por el trascendente hecho de hacer vibrar la poesía como un logro del pueblo y para el pueblo. Como fue fundado en 1989, este año se cumplían treinta desde el inicial, tres fallaron, ojalá que no falle ninguno más.
La poesía cubana de hoy no es un hecho de soledad, aunque la escritura tenga que ser un acto solitario. Su comunicación resulta, en un encuentro como este, una acción social que puede ser sorprendente para una mirada externa. Creo que Al sur está la poesía requiere coordinarse mucho mejor con el Festival (o Bienal) de Poesía de La Habana y otros encuentros cercanos en fechas, como las holguineras e internacionales Romerías de Mayo, para que personas (poetas) de otros países se maravillen por el papel colectivo que asume la poesía en Pilón, y por el entusiasmo y respeto con el que el pueblo recibe a los poetas y a sus obras.
Vi formado en piedras en la tierra, letreros de saludo, bienvenidas, carteles de alegría ante el festival. Me sentí muy acogido en el hospital de la ciudad, donde dimos un recital cinco poetas y se nos entregaron obsequios que nos llenaron de júbilo sano y hermoso. Todas las autoridades del poblado participaron en nuestras sesiones de lecturas, estuvieron presentes en el cierre de la actividad general, que pudo, sin embargo, haber sido un poco más lucida. Los poetas decidimos hacer patente nuestro rechazo a las medidas políticas y económicas de los Estados Unidos de Norteamérica contra nuestro país y pueblo. Ellas también nos perjudican, entorpecen nuestra labor. Allí, en Pilón, una vez más los poetas generosos ofrecimos la primera fila de nuestro encuentro, que nos correspondía, a los dirigentes administrativos y partidistas.
Como junio es época de mangos y otras frutas, hacia donde quiera que miráramos veíamos altos árboles cargados de esta fruta paradisíaca. Por allí se vio a Nelson Gudín, serio y poético, leyendo sus textos en diferentes sitios, luego de leernos hermosos textos suyos. A él estuvo dedicado el evento de este año, junto a Gabriel Darío Guerra. Juventina de Bayamo leyó con alegría hermosos poemas. Los esposos poetas Luis Carlos Suárez y Lucía Muñoz gozaron de la pulpa infinita y leyeron poemas penetrantes, como las calidades que ambos han alcanzado. A Reinaldo García Blanco y su esposa Mirna Figueredo, los vi leer textos de gran valor estético, junto a José Antonio Taguada, Antonio Borrego, Carlos Esquivel, Alexander Besú, Ronel González, Raiza Olivares y dos Julio César (Sánchez y Pérez) que por allí se aprovecharon del deleite de la poesía compartida. De la mano del anfitrión Alejandro Aguilar, vimos a Liliana, Rafael, Giovanni, Conde Vázquez, Parada Soto, Abel Guerrero y Zoila Sánchez decir sus poemas al calor de 35ºC. De tanto sol no se salvaron siquiera los poetas Lázaro Gómez, Gustavo Ramírez o Juan Salvador Guevara, ni Alexander Aguilar ni otro alguno. Si algún nombre se me queda (por ejemplo Gustavo Ramírez Vargas, o Andrés Conde), debe ser mi memoria, por la cual me gané allí el premio del poeta más distraído, por cambiar el nombre a algunos de los participantes. Me excuso por ello.
Se lanzaron algunos libros de poetas presentes o ausentes, como Lázaro Gómez, Lucía Muñoz, Felipe Gaspar Calafell, Alex Pausides, Francisco Díaz Solar, Lina de Feria, entre otros, y se evocó la visita, en anteriores celebraciones del Festival, de personalidades como Nancy Morejón o Aitana Alberti, entre los más de cuatrocientos autores cubanos y de otros países que han ofrecido su arte de la palabra en la acogedora Pilón.
El Hotel Marea del Portillo y sus empleados se esmeraron por hacer grata la estancia de los poetas. Está enclavado en una hermosa playa, al fondo de una ensenada realmente espléndida. Merecía tener una mejor carretera de acceso para el turismo internacional, pues el sitio ofrece montaña y mar, belleza verde, aguas limpias y vigorizantes. Pilón cuenta con un Festival de Poesía de altura nacional, Al sur está la poesía deja complacido a quien lo visite, es una oferta de primera calidad, y merece atención y cuidado cuando ya se acerca a su treintena de encuentros.
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