Albert Camus (Mondovi, Argelia francesa, 7 de noviembre de 1913-Villeblevin, Francia, 4 de enero de 1960) fue un novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés cuyo pensamiento se desarrolla bajo el influjo de los razonamientos filosóficos de Schopenhauer, Nietzsche y el existencialismo alemán. Formó parte de la resistencia francesa durante la ocupación alemana, y se relacionó con los movimientos libertarios de la posguerra. En 1957 se le concedió el Premio Nobel de Literatura por «el conjunto de una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de la actualidad».
Con El hombre rebelde, El extranjero es el mejor libro que escribió Camus. Nació como proyecto, al parecer, en agosto de 1937, aunque de manera muy vaga, cuando Camus convalecía en un sanatorio de los Alpes de una de las muchas recaídas que padeció desde la tuberculosis de 1930. En sus Carnets señala que terminó la novela en mayo de 1940. Pero solo fue publicada en 1942, por Gallimard, gracias a una gestión de André Malraux, quien había sido uno de los modelos literarios del joven Camus.
Albert Camus fue un filosófo con una especial sensibilidad para lo absurdo, es decir, para la finitud y, por tanto, para lo trágico de la condición humana. Desde El mito de Sísifo hasta La caída, no dejó de insistir en la irresoluble contradicción entre el deseo humano de «transparencia» y el «silencio irrazonable del mundo». Si existe un escritor que ve un desgarro irremediable que le hiere y le rebela, es él, Albert Camus.
Lo que es cierto, en cambio, es que Camus es, y lo reconoce, un filósofo de un género particular. Es un filósofo que se ríe de los filósofos que ceden al academicismo, la pompa, la oscuridad. Es un filósofo que considera desde el primer día que el periodismo es un género filosófico de pleno derecho. Es un filósofo que hace teatro y que, en «esta historia de grandeza narrada por dos cuerpos» en la que se apoya, según él, la esencia de ese teatro, ve otra manera de desarrollar la misma aventura del pensamiento. Y es un filósofo que no se conforma con escribir novelas y ve en ese género la vía suprema, por una vez, de la filosofía. Un filósofo artista. Un filósofo que toma de todas partes las armas que necesita. Un filósofo que, además, nunca ha separado su vida de su aventura intelectual y, por tanto, siempre ha ejercido el doble juego de una vida escrita y unos libros intensamente vividos. Este tipo de filósofo inventa una actitud al mismo tiempo que produce una obra. Es autor de un estilo antes que de un sistema.
A ese Camus, llegue nuestro homenaje en su natalicio desde Cubaliteraria.
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