¿Es El privilegio de los alcatraces una novela que se limita a mirar el pasado? ¿Responde a los códigos convencionales de la narrativa de intriga policial o va mucho más allá? ¿Qué sentido metafórico trasluce en términos de inquietud, agudeza y perspectiva vital el aleteo de las aves marinas que revolotean en las últimas páginas del libro sobre el mítico y oscuro peñasco carcelario de la costa estadounidense del Pacífico, pájaros inatrapables no solo para el reo, sino para todo aquel que observe el entramado social de una época?
Cuando tuve ante mis ojos las primeras líneas de la novela, escrita por Alberto Marrero, premiada en el Concurso de Literatura Policial Aniversario de la Revolución, en su convocatoria correspondiente a 2022 y presentada ahora en la Feria Internacional del Libro La Habana 2024, por la editorial Capitán San Luis, me planteé las dos primeras interrogantes que encabezan esta nota. Tendría que avanzar hasta las líneas finales de la narración para concluir que estaba frente a un texto grávido de propuestas conceptuales relacionadas con la identidad, la memoria, la sicología social y la configuración de destinos individuales y colectivos en un país donde no ha habido un solo momento de sosiego a lo largo de un siglo.
No estamos necesariamente en el territorio de la novela histórica. El privilegio de los alcatraces cumple por su trama entretenida y, en más de un pasaje, sorprendente. Por el vigor de sus personajes. Por la textura y el tejido de las tramas y subtramas. Pero, sobre todo, por ofrecernos un retrato complejo de una zona de la vida republicana que emergió a partir de la frustración de los ideales martianos, de la intromisión del capital estadounidense en la economía y la sociedad cubanas, y de la corrupción de la política que sobrevino a la caída de Machado, en la tercera década de aquella centuria.
Salta a la luz la confrontación entre quienes entonces levantaron banderas morales y no se dejaron arrastrar por la indecencia, y confiaron en el triunfo de la justicia, y esos otros que se traicionaron a sí mismos y llevaron el país a la bancarrota. Floro Guzmán, protagonista de la novela, emprende una tarea quijotesca, al intentar poner en claro los móviles y los agentes de un asesinato atroz que le toca de cerca. Pero no es un hombre puro; ahí están sus prejuicios, las actitudes machistas, las contraproducentes relaciones con el entorno en que se mueve. Por eso es creíble como lo es un personaje referencial en su vida, el asturiano Salazar, de quienes sabremos mucho más el día que circule entre nosotros la primera novela de intriga policial escrita por Marrero, La verdad que huye (2020).
En el caso de la novela que nos ocupa, el escritor se pone a resguardo de tópicos al uso en el llamado neopolicial iberoamericano, en los que si bien de una parte se insiste en el desmontaje de las coordenadas sociales determinantes en las realidades de los países de la región, incluyo aquí a España y Brasil, por otra la apelación a los recursos de la novela negra, en la órbita de Hammett y Chandler, tienden a homologar estéticas y asegurar a toda costa un gancho comercial.
A Marrero lo siento más cerca del argentino Ricardo Piglia, de los españoles Manuel Vázquez Montalbán y Juan Madrid, del mexicano Paco Ignacio Taibo II, del brasileño Rubem Fonseca de Agosto, y del Padura de la tetralogía, que de esos otros exponentes que empobrecen el lenguaje y las tesituras dramáticas de los conflictos. Por suerte también, a buen recaudo de fórmulas castrantes, ahijadas del realismo socialista, que no solo atentaron contra la ideología sino contra los más legítimos valores literarios.
Que la Dirección Política del Ministerio del Interior y la editorial Capitán San Luis apuesten por estimular la literatura policial en su más amplio diapasón discursivo, es una señal de compromiso con el talento, la cultura, la ampliación de los horizontes espirituales de la nación. El privilegio de los alcatraces tributa a este empeño con la obra de un narrador que en los últimos años ha marcado pautas en la cultura literaria cubana.
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Tomado del sitio web de la UNEAC
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