
¿Son acaso casualidades? Quizás. Pero lo cierto es que la historia de nuestras publicaciones periódicas recoge el hecho: en diversos espacios temporales, un mismo título identificó a una revista. La primera en el tiempo apareció en Matanzas en 1909; la segunda en La Habana al año siguiente y la tercera, también en la capital, varias décadas después, en 1936.
La inicial se dio a conocer como Revista decenal ilustrada. Órgano de los alumnos del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas y eran sus directores y propietarios los hermanos Fernando (1883-1949) y Francisco (1888-1921) Llés. Ambos, nacidos en las cercanías de la capital provincial, habían pasado sus primeros años en España, y regresaron a Cuba hacia 1896. Se unieron a la tertulia literaria «Areópago bohemio», a la que pertenecieron, entre otros, Medardo Vitier, Bonifacio Byrne y Agustín Acosta. Ambos colaboraron en la revista El Estudiante, fundada en 1882 y renovada en 1904, que también fue órgano de dicho centro de enseñanza. Esta revista, como ha expresado Joaquín V. Cataneo, dejó de ser órgano estudiantil, para convertirse en portavoz de los nuevos rumbos del intelecto matancero.También colaboraron en otras publicaciones como Orto (de Manzanillo), Cuba y España, Letras y Bohemia.
De conjunto, los hermanos Llés publicaron los libros de versos Crepúsculos (1909), Sol de invierno (1911) y Limoneros en flor (1912). La temprana muerte de Francisco, balaceado en una reyerta política, quebró su trayectoria literaria, mientras que su hermano publicó algunos libros de ensayos estimables, como La higuera de Timón. Consejos al pequeño Antonio (1921), La metafísica en el arte (1922), La escudilla de Diógenes. Etopeya del cínico (1924) y El individuo, la sociedad y el estado (1934). Ambos de sensibilidad romántica, muy influidos por la poesía del español Gustavo Adolfo Bécquer y del mexicano Juan de Dios Peza, fueron proclives en sus composiciones a recrear el paisaje. En Alma Latina dieron a conocer varias de sus composiciones posteriormente recogidas en libros, como la titulada «Flor de histerismo»:
Conoces tú la historia del viandante
que dejara en las rocas del camino
sus sandalias de oscuro peregrino
y su trágico amor de trashumante.
Tú sabes cómo huyó de la alquería,
sabes por qué su vida noble y franca
abandonara la casita blanca,
paloma de la agreste serranía.
Tú la conoces, tu piedad le espera,
tu piedad que es gloriosa primavera
tiene, para el errante caballero,
pereza de jardín, rumor de fuente,
milagrosa frescura de torrente
y campesina calma de sendero.
La siguiente Alma Latina fue una revista quincenal ilustrada. Se anunció como una revista «puramente literaria», pero poco a poco fueron introduciendo otros temas, como deportivos y de sociedad. Sin embargo, su núcleo de colaboradores estuvo integrado por figuras que tenían o después alcanzarían, un papel importante en la vida literaria, como los hermanos Max y Pedro Henríquez Ureña —dominicanos de larga estancia en Cuba, sobre todo el primero—, Federico Uhrbach, Luis Rodríguez Embil, Enrique Hernández Miyares, Armando Leyva y Félix Callejas, entre otros. De René López, que había fallecido en 1909, en plena juventud, tras una vida errante y entregada a la droga, publicaron varias composiciones, gracias a la iniciativa que, para honrar su memoria, desplegaron sus amigos más cercanos, como los hermanos Henríquez Ureña, Manuel Serafín Pichardo y Jesús Castellanos. Entre las composiciones seleccionadas para honrarlo, Alma Latina escogió «Canción pueril»:
Tuve ayer miedo de morir
y me arropé cobardemente,
como un bebé que de repente
mira a las brujas sonreír.
Pero después rompí a reír
un poco exageradamente:
¡Que venga! dije! frente a frente,
cantando, la he de recibir.
La muerte me rozó de lado;
yo estaba entonces acostado;
me flaqueó un poco el corazón;
y entonces, pálido y pequeño,
como un bebé que finge el sueño,
contuve la respiración.
La tercera Alma Latina apareció en enero de 1936. Era órgano de difusión de la Sociedad Italo Cubana de Cultura y publicaba materiales en español y en italiano. Entre sus colaboradores estuvieron Aurelio Boza Masvidal, profesor de literatura en ese idioma en la Universidad de La Habana y fundador del Seminario de Historia de la literatura italiana. También colaboraron los historiadores Emeterio Santovenia, Manuel Isaías Mesa Rodríguez y el poeta Diego Vicente Tejera.
Las tres revistas fueron de corta duración pero tuvieron similares propósitos en cuanto a divulgar nuestra literatura, y en el caso de la última ha sido acaso la única que ha existido en Cuba con el propósito de divulgar la obra de autores nacidos en la patria de Dante.
Visitas: 36
Deja un comentario