Como ocurre con muchos cuentos tradicionales, el tema de La bella y la bestia (Jeanne Marie Leprince de Beaumont, 1711-1776) ha sido llevado varias veces al cine. Recuerdo ahora la película francesa de 1946 dirigida por Jean Cocteau; la de Disney en animados (1991), y la hermosísima versión franco-alemana de 2014, dirigida por Christophe Gans y protagonizada por Léa Seydoux y Vincent Cassel. Todos estos filmes han sido vistos en Cuba. También se transmitió por la televisión cubana una serie bajo el mismo título del cuento, dirigida en 1987 por Ron Koslow y Ron Perlman.
«Había una vez un rico mercader que tenía tres hijas. Las dos mayores eran egoístas y ambiciosas, pero la más pequeña era amable, sencilla y de buen corazón. Un día el mercader, a punto de emprender un viaje, preguntó a sus hijas qué regalo querían que les trajese. Las dos mayores pidieron joyas y vestidos, pero la menor solo pidió una rosa.»Así comienza la aventura.
Próximo a regresar, el mercader cortó la más bella de las rosas que florecían en el jardín de un extraño castillo, para enseguida hallarse frente a frente con una imponente bestia que, a cambio de perdonarle la vida, exigía que la hija menor del mercader viniera a vivir al castillo y le hiciera compañía. Una malvada bruja había convertido en bestia al príncipe que ahora intentaba romper el hechizo, pues solo si era amado con su aspecto de bestia podría recuperar su ser primordial.
La adaptación fílmica o televisiva de obras literarias es un proceso de recreación que implica trasladar o traducir de un lenguaje artístico a otro, de la palabra a la imagen, proceso que ha venido realizándose, con mayor o menor fortuna, desde los inicios del cine y la televisión. Y al igual que sucede con las traducciones de un idioma a otro, la adaptación al cine o la televisión puede ser más o menos «fiel» al texto original, apegarse a este o buscar caminos algo divergentes, según las intenciones de directores y guionistas.
Por el canal Multivisión nos ha llegado este verano la serie turca Amor en blanco y negro (primera emisión 2017-2018), dirigida por Yasin Uslu y otros, con guión de Eylem Canpolat y Sema Ergenekon, y música de Yildiray Gürgen. Aquí el cuento de La bella y la bestia es trasladado a otro tiempo y espacio, a una cultura diversa aunque no tan distante de la nuestra. A diferencia de las versiones antes mencionadas, la serie turca aborda el tema despojándolo de elementos fantásticos y dotándolo, en cambio, de una profunda dimensión humana. El hilo conductor es la historia de Ferhat Aslan, quien a los doce años vio caer a su padre abatido a tiros, y desde entonces quedó bajo la tutela de su supuesto tío Namik Emirhan, que le obligó a vengar la muerte del padre disparándole al asesino. Ferhat fue recluido en un reformatorio y después en la cárcel, y al salir, Namik le convirtió en su mano derecha y el encargado de sus negocios sucios.
El encuentro con la cirujana Asli Çinar, secuestrada para operar a un secuaz de Namik en una apartada granja, ocasionará un giro en la existencia de Ferhat. Por azar Asli ve en el lugar a Namik, y este —que en público aparece como honesto empresario y benefactor de los pobres, mientras en realidad debe su fortuna al tráfico de ilícitos— siente amenazada su doble vida y ordena a Ferhat que mate a la joven para asegurar su silencio. Supuestamente con el fin de consumar la orden, Ferhat se lleva a Asli al bosque cercano, pero en vez de matarla le propone una alternativa: que acepte ser su esposa, pues si ella forma parte de la familia, ninguno de sus miembros podrá hacerle daño. Asli no tiene otro remedio que acceder y ambos se unen, primero solo en el papel, para después ir acercándose poco a poco, en una evolución que acabará cambiando todo lo que había sido su vida hasta entonces.
El personaje de Ferhat, entrañable en la brillante actuación de Ibrahim Çelikkol, no es la bestia hechizada por una bruja, sino un hombre al que las circunstancias de su vida han obligado a refugiarse bajo una coraza de tipo duro, callado, áspero en ocasiones. Pero dentro de él aún duerme el chico noble y cariñoso que una vez fue, y al que el amor de Asli hará despertar (no en balde abundan en la serie las escenas donde se ve a Ferhat dormido: indefenso). Cuando Asli le pregunta por qué no la mató al inicio, él le contesta que fue por su belleza, pero en la imagen retrospectiva sus ojos reflejan que buscaba en ella a alguien capaz de comprenderlo y ayudarlo a salir de su cárcel interior. Contradictoriamente, para tenerla cerca la convierte en su prisionera, y entre los dos se inicia una lucha de cuyos altibajos va surgiendo un amor capaz de resistir las pruebas más difíciles. «A veces te odio, pero a veces siento que no puedo respirar si tú no estás», dice Asli. Y Ferhat: «Te lanzaste a las llamas conmigo, ahora ardemos juntos o juntos salimos de esto… No existe un antes ni un después de ti. Solo un nosotros.»
Hay en la serie varias referencias explícitas al cuento original: en el lugar donde Ferhat le declara su amor a Asli, aparecen cuatro relojes que marcan las nueve (la hora en que la bestia solía encontrarse con la bella). Para contarle el cuento a su sobrino que se lo ha pedido, Ferhat le va repitiendo al pequeño lo que Asli le susurra frase a frase. El niño se queda dormido antes del final, y días después los llama por teléfono para preguntarles cómo termina la historia, a lo que Asli responde: «La bella se enamoró perdidamente de la bestia». En el penúltimo capítulo, ya libre de los lazos con Namik y el pasado, Ferhat escribe una nota para Asli: «La cena está lista, mi querida bella». Y durante la cena le confiesa: «Me cambiaste la vida sin saberlo, curaste mis heridas, me convertiste en un hombre, en el Ferhat que soy.»
Su trama principal plena de interés, con sugestivos diálogos, así como atractivas subtramas, actuaciones, fotografía y música excelentes, hacen de Amor en blanco y negro una novela que merece ser seguida hasta su final, y una hermosa recreación actualizada de un cuento imprescindible.
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