Sentido homenaje se le rindió a la doctora Ana Cairo Ballester en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba donde fue recordada por familiares, alumnos y por sus colegas, las también doctoras en Ciencias Filológicas: Denia García Ronda y Marlen Domínguez.
Denia García comenzó hablando de la capacidad que tenía Ana Cairo para improvisar un discurso, ya que era una mujer extremadamente culta, con una facilidad increíble para la oralidad, lo cual le permitía debatir sobre cualquier asunto. Reconoció a los organizadores de la Feria por dedicarle este evento por primera vez a una persona fallecida y recordó cómo le gustaba a ella recordar y rendir homenaje a personalidades de la cultura cubana y en el plano personal nunca pasó por alto los cumpleaños de los amigos, o sus problemas personales. «Ana creía en lo que decía. A nadie le extrañó que le fuera otorgado el Premio Nacional de Historia, era una historiadora nata que prefería el qué al cómo de las obras» , recordó la profesora que entre sus amigos era conocida como ratón de biblioteca, porque la biblioteca era su casa y fueron muchos los libros que nacieron de esta vocación por la historia, como Bembé para cimarrones, Mella: Cien años, Guiteras: Cien años, aunque cree que su mejor libro es José Martí y la novela de la cultura cubana. Ana poseía una paciencia investigativa privilegiada, su relación con otros especialistas, era excelente. Es graduada del curso de la Universidad de La Habana en 1972 y luego estuvo cuarenta y seis años dando clases y haciendo proyectos.
El escritor Leonardo Sarría leyó las palabras de la profesora Marlen Domínguez la cual evocó a Ana desde que la conoció en el campo, en Pinar del Río; sostuvieron una amistad por casi cincuenta años. Reafirmó que era una mujer muy cubana pero no por estereotipo, ya que nunca la vio bailar sino por su capacidad para querer, para ayudar a los demás, por alegrarse del éxito ajeno. Era una intelectual sin pose. Sacaba del olvido a muchos compatriotas a través de un estudio novedoso donde valoraba a la persona y al hecho.
Fue recordada entre sus alumnos y público en general como: Ana la profesora exigente, la estudiosa y divulgadora de la obra de José Martí , la arqueóloga, siempre en busca de un libro raro, o de un escritor olvidado, con proyectos futuristas como la celebración de los 200 años de la universidad de La Habana, defensora de la mujer y de nuestra herencia africana.
Y como honrar honra, la mejor manera de recordarla es estudiando sus ensayos y publicando aquellas obras suyas que quedaron inéditas.
Foto: Cubarte
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