
Bonifacio Byrne, Agustín Acosta y Carilda Oliver, por citar solo tres autores, son personalidades cumbres de la cultura matancera, pero en justicia súmese a los citados el escritor Andrés de Piedra-Bueno, cuya producción literaria alcanzó notoriedad nacional hacia mediados del pasado siglo cuando muy activa resultó su participación en la vida sociocultural cubana.
Andrés de Piedra-Bueno nació en Unión de Reyes —donde se le confirió el título de Hijo Predilecto— el 3 de abril de 1903 y se graduó de la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana, en 1924. Escribió versos desde su juventud y presentó sus composiciones a concurso. Obtuvo premios diversos, entre ellos el de la Academia Nacional de Artes y Letras y el de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, en el concurso de las Bodas de Plata de la República, celebrado en 1927.
El crítico Max Henríquez Ureña, cuyo Panorama Histórico de la Literatura Cubana sigue siendo una fuente de referencia, apunta que «escribió mucho y aprisa, en prosa y en verso, y de ello se resiente su producción».
Tocado su verso por el misticismo y el enigma, su poema «En la orilla» nos entrega una muestra de su espíritu:
La orilla, hermano… ¡Líbrate de todo peso ahora…!
¡La orilla! (Y una perla de ideal en lo azul…)
Mira el cristal movible de la mar… Es la hora
del salto en busca de la luz…
Líbrate de ese lastre de brumas; las ideas…
Sé pescador de estrellas en la hondura del mar…
Ya verás cómo alcanzas la dicha que deseas…
si pones ímpetu en luchar…
(…)
El mar es fuerte, pero la voluntad más fuerte…
¡Sé pescador de estrellas robadas a la muerte
Para alumbrar tu eternidad…
Asistió como representante al Primer Congreso de Arte, celebrado en Santiago de Cuba en 1939 y a la II Reunión Interamericana del Caribe, en República Dominicana. Como bibliotecario, profesión que también desempeñó, fue representante ante el Primer Congreso de Archiveros, Bibliotecarios y Conservadores de Museos del Caribe, ante el Primer Congreso Histórico Municipal Interamericano, ambos en 1942, y perteneció en calidad de miembro a la Academia Nacional de Artes y Letras.
Su bibliografía es vasta, la inicia el volumen titulado Vas Spirituale, de 1924, al cual sucedió dos años después En el camino. En adelante abunda la relación de sus libros, que incluye textos de ensayo, historia, antologías, biografías y lógicamente poesía. A partir de una traducción literal del yidisch, hizo una versión al español del poema «Martí», de Eliécer Aronowsky.
Muy activa resultó la participación del doctor Andrés de Piedra-Bueno en la vida sociocultural cubana. El escritor murió en La Habana el 19 de septiembre de 1958, a los 55 años.
El autor que nos ocupa nació hace ahora 120 años y desde las páginas digitales de Cubaliteraria evocamos su personalidad y su obra.
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