Animal de carga, del poeta, escritor y realizador audiovisual, Pablo Guerra Martí, es el título del poemario publicado por Ediciones La Luz, para beneplácito de los amantes de la poesía; género literario que, al decir martiano, brota del alma, al igual que la música.
Ante todo, habría que destacar los disímiles valores que el lector puede descubrir en ese poemario, en el que utiliza al buey como pretexto para reflexionar —desde la vertiente filosófico-antropogénica— acerca de la naturaleza racional del homo sapiens e irracional de la bestia.
El noble animal elegido por el intelectual holguinero para dedicarle ese texto poético, está «herido por la vara, hendido por la vara, guiado por la vara [y] no recuerda para qué sirven sus bríos, ¿hollar en el fango?, ¿jalar [sic] la carreta, acaso […]?»
El buey «ya no es el que determina la pauta, el orden natural de las cosas que han de ser arrastradas». Con el paso lento y cansado, que lo identifica, «entre él y el límite solo está el palmo de húmeda lengua».
Al parecer, está condenado a una inútil y exhausta tarea, una «bancarrota declarada, a cuestas, en el lomo de los días». En otras ocasiones, apenas si es capaz de distinguir entre la naturaleza humana —signada por la maldad, como el «cocodrilo del río», al decir del escritor finlandés Mika Waltari (1908-1979) — y su agobiante carga.
La poesía de Guerra Martí halla razones en los seres que necesita, porque los ama, en tanto «la pesada bola del recuerdo […] inevitablemente volverá para golpearnos».
Las hijas, la madre, los amigos, como «islas golpeadas por el viento» —y con ellos la impotencia ante la imposibilidad de «alumbrar la soledad»— viven en poemas que poseen algo de esa estructura lírica lezamiana, evidente en la obra poética de Pablo Guerra Martí, quien se encuentra «entre los que preguntan cómo y cuándo». Y ese cómo y ese cuándo trascienden —con creces— su discurso poético.
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