A lo largo del tiempo y de la historia, encontramos que cada gesta tiene su poeta, su cantor, su cronista. La tuvo, y más de uno, la iniciada en el ingenio La Demajagua el 10 de octubre de 1868 con el grito de libertad. Y la tuvieron siempre las que continuaron a esta, hasta nuestros días.
A Raúl Gómez García se le reconoce como el poeta de la Generación del Centenario. Y es correcto que así sea. Lo demuestran sus versos vibrantes, compuestos el 17 de julio de 1953 para ser leídos a sus compañeros momentos antes de partir a la acción, el 26 de julio, en la propia Granjita Siboney. Llevan por título «Ya estamos en combate»:
Ya estamos en combate
Por defender la idea de todos los que han muerto
Para arrojar a los malos del histórico templo,
Por el heroico gesto de Maceo,
Por la dulce memoria de Martí.
Pero ante Raúl Gómez García no estamos en presencia solo del poeta, también el periodista, del escritor de pulso vehemente y decidido que sabe modular la palabra y convertirla en arma. Es él quien redacta el Manifiesto del Moncada a la Nación, documento que aunque no pudo ser trasmitido al pueblo, constituye la declaración de principios de los revolucionarios asaltantes. El Manifiesto se inicia con estas palabras:
En la vergüenza de los hombres de Cuba está el triunfo de la Revolución Cubana. La revolución de Céspedes, de Agramonte, de Maceo y de Martí, de Mella y de Guiteras, de Trejo y de Chibás, la verdadera Revolución que no ha terminado todavía. Por la dignidad y el decoro de los hombres de Cuba, la Revolución triunfará.
Su autor es un joven de 24 años y pertenece al grupo destinado a tomar el hospital civil de la ciudad Saturnino Lora. Sabemos ya que el factor sorpresa se perdió y la acción revolucionaria devino persecución, cacería y muerte. Raúl es herido y apresado.
«Las últimas catorce letras que escribió Raúl —en palabras del poeta y periodista Luis Suardíaz— no pertenecen a la reflexión filosófica o a la poesía. Estas cuatro palabras, que milagrosamente llegaron a manos de su madre Virginia García pocos días después, son una prueba dramática, irrecusable de los crímenes que la tiranía perpetró con los sobrevivientes del ataque al Moncada, y a lo largo de aquella década con lo mejor de nuestro pueblo: Caí preso, tu hijo».
Es esa la mayor evidencia de que no fue muerto en combate sino asesinado (como Abel Santamaría y varios más) con posterioridad.
Raúl Gómez García nació el 14 de diciembre de 1928 y en su honor se celebra en Cuba, cada año, en esa fecha, el Día del Trabajador de la Cultura.
Tuvo de profesión la de maestro y fue de aquellos jóvenes a quienes el golpe de Estado de 1952 estremeció al punto de dar un giro a sus vidas. Escribió contra el golpe un manifiesto titulado Revolución sin juventud, y entró en contacto con los hermanos Abel y Haydée Santamaría, en el apartamento de ambos en las calles O y 25, en el Vedado, donde conoció a otros muchos de los jóvenes revolucionarios que entretejían las redes para la lucha clandestina en la ciudad. De tal forma se inscribió en el heroico grupo de asaltantes al Cuartel Moncada. Han pasado de ello 68 años, que desde las páginas digitales de Cubaliteraria nos honramos en recordar.
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