Estudiar sus virtudes e imitarlas es el
mejor homenaje a los grandes hombres.
José Martí
Con apoyo en ese aforismo martiano, quiero evocar la sagrada memoria del comandante Ernesto Guevara de la Serna (1928-1967), en el aniversario 56 del alevoso crimen de que fuera víctima, en la escuelita rural boliviana de «La Higuera», a través de la reseña que le hiciera, a la Antología general de Ernesto Che Guevara, cuyas compiladoras son la Dra. María del Carmen Ariet García y la Prof. Disamis Arcia Muñoz, y publicada por el Centro de Estudios «Che Guevara» y la editorial Ocean Press-Ocean Sur.
Ese texto, estructurado en 7 tomos, registra la prolífica producción intelectual y espiritual del «Guerrillero Heroico» en el campo de las letras iberoamericanas, y abarca los más disímiles géneros literarios y periodísticos que cultivara el invicto Comandante de América durante su corta existencia terrenal.
Dicha antología recoge, en sus más íntimos detalles, desde los primeros balbuceos literarios del adolescente Ernesto Guevara de la Serna, hasta las incursiones realizadas en compañía del Dr. Alberto Granado por Suramérica, percibida por el imperio estadounidense como su «patio trasero», y a cuyos habitantes subestima y desprecia por ser «étnicamente inferiores» («no son rubios ni de ojos azules»); el encuentro con el jurista Fidel Castro Ruz, devenido líder histórico de la Revolución Cubana; los preparativos para materializar la expedición del yate Granma con el noble objetivo de derrocar la dictadura batistiana y liberarse de la tutela política y económica del poderoso Vecino del Norte; la lucha revolucionaria en la Sierra Maestra; la toma del tren blindado en la capital villareña, que le valió el mérito histórico de ser el «Héroe de la Batalla de Santa Clara»; la victoria revolucionaria del 1 de enero de 1959; las contiendas bélicas africanas; la lucha de guerrillas en la selva boliviana hasta su vil asesinato en «La Higuera», entre otras líneas temáticas de raigal importancia, cuya lectura analítica nos ayudará a comprender —en toda su dimensión y magnitud— las sólidas convicciones éticas y evolución ideológica de un hombre único e irrepetible, que advirtió —a tiempo— que «al imperio no podía dársele ni un tantito así».
Compilar con paciencia y profesionalidad la gigantesca obra literaria y periodística guevariana resultó, en la praxis, una tarea heroica, a la par que titánica, emprendida por las investigadoras María del Carmen Ariet García y Disamis Arcia Muñoz, quienes demostraron —con esa loable labor compilatoria— cuánto y en tan creciente medida aman la vida y la obra de quien fuera paradigma de revolucionario y ser humano, en quien cognición, afectividad-espiritualidad y conación —las tres grandes esferas que configuran la personalidad del «soberano de la creación»— integran una unidad indisoluble, que jamás sufrió la más mínima fisura o contradicción.
¡Gloria eterna al comandante-médico-guerrillero, en el aniversario 56 de su partida hacia la inmortalidad!
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