
El río Damují, uno de los más caudalosos de la vertiente sur del centro de Cuba, desemboca en la bahía de Cienfuegos. Su nombre, utilizado como símbolo de cubanía, ha estado asociado siempre con los ideales independentistas de los patriotas de la región.
Por ello no es de extrañar que haya dado Cienfuegos a El hijo del Damují en la figura del bardo Antonio Hurtado del Valle y a La hija del Damují en la de la poetisa Clotilde del Carmen Rodríguez.
A ambos se consagran sendos bustos en el Parque Martí de la Perla del Sur.
Aquí nos referiremos a Antonio Hurtado del Valle, de quien se conmemoran ahora 150 años de su fallecimiento y es el autor del vibrante y patriótico Himno de Las Villas:
¡Alzad un himno que al éter suba
y que surcando rápido el mar
al mundo enseñe que sabe Cuba
a sus tiranos avasallar!
Nacido en Cienfuegos el 9 de febrero de 1841, comenzó su labor literaria en los años previos al estallido de la Guerra de los Diez Años. Dirigió publicaciones locales, fundó El Damují y colaboró en periódicos de Trinidad, Villa Clara y otras ciudades.
En 1864 apareció su libro Producciones de Antonio Hurtado del Valle, con una recopilación de versos líricos:
A las olas (Fragmento)
¡Ah!, bajaré a la arena
que besa el mar en plácida armonía;
allí la voz del mundo no resuena!
Iré a buscar en su ribera amena
La dulce paz que el corazón ansía!
Como apunta el crítico José Manuel Carbonell, el poeta «fue en la composición revolucionaria exaltado y soberbio; mas, en lo hondo de su ser gemía siempre la nota doliente».
José Martí apreció el quehacer político y patriótico del cienfueguero, una muestra de cuyas composiciones incluyó en el volumen Los poetas de la guerra que prologara y publicara Patria en 1893. Allí lo define como «el pulcro y tierno Hurtado».
A la muerte de Ignacio Agramonte (fragmento)
Muerto estaba; ¡y le temieron!
Y temblando y pavorosos
En llamas le sumergieron:
Así sus restos gloriosos
A cenizas redujeron.
Los versos de El hijo del Damují, fallecido en el campo de la insurrección el 7 de junio de 1875, alcanzaron popularidad y formaron parte de la literatura de campaña «heroica y encendida» con que los mambises amenizaban sus charlas en los campamentos. Radica ahí, sobre todo, el valor de estas estrofas.
Póstumamente circuló también su cuaderno Obsequios, publicado en la ciudad natal en 1885.
Sirvan estas líneas para homenajear a Antonio Hurtado del Valle y demostrar que ¡El Hijo del Damují no está olvidado!
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