Antonio Hurtado del Valle reunió en sí las condiciones del patriota y las del poeta. Aún así, muy poco hoy se le conoce y menos aún se le recuerda.
Y ello nos sorprende, porque José Martí apreció el quehacer político y patriótico de este cienfueguero, una de cuyas composiciones incluyó en el volumen Los poetas de la guerra que prologara y publicara Patria en 1893. Allí lo define como «el pulcro y tierno Hurtado».
A la muerte de Ignacio Agramonte
Muerto estaba; ¡y le temieron!
Y temblando y pavorosos
En llamas le sumergieron:
Así sus restos gloriosos
A cenizas redujeron.
(fragmento)
El río Damují, uno de los más caudalosos de la vertiente sur del centro de Cuba, desemboca en la bahía de Cienfuegos. Su nombre, utilizado como símbolo de cubanía, ha estado asociado siempre con los ideales independentistas de los patriotas de la región.
Por ello no es de extrañar que haya dado Cienfuegos a El hijo del Damují en la figura del bardo Antonio Hurtado del Valle y a La hija del Damují en la de la poetisa Clotilde del Carmen Rodríguez.
A ambos se consagran sendos bustos en el Parque Martí de la Perla del Sur.
Antonio Hurtado del Valle, el primero de los citados, es el autor del vibrante Himno de Las Villas:
¡Alzad un himno que al éter suba
y que surcando rápido el mar
al mundo enseñe que sabe Cuba
a sus tiranos avasallar!
Nacido 180 años atrás en Cienfuegos el 9 de febrero de 1841, comenzó su labor literaria en los tiempos que antecedieron al estallido de la Guerra de los Diez Años, Fue director de publicaciones locales, fundó El Damují y colaboró en periódicos de Trinidad, Villa Clara, y otras ciudades.
En 1864 apareció su libro Producciones de Antonio Hurtado del Valle, con una recopilación de versos líricos. He aquí un fragmento de la composición «A las olas»:
¡Ah!, bajaré a la arena
que besa el mar en plácida armonía;
allí la voz del mundo no resuena!
Iré a buscar en su ribera amena
La dulce paz que el corazón ansía!
Como apunta el crítico José Manuel Carbonell, el poeta «fue en la composición revolucionaria exaltado y soberbio; mas, en lo hondo de su ser gemía siempre la nota doliente».
Los versos de El hijo del Damují, fallecido en el campo de la insurrección el 7 de junio de 1875, alcanzaron popularidad y formaron parte de la literatura de campaña —heroica y encendida— con que los mambises amenizaban sus charlas en los campamentos. Radica ahí, sobre todo, el valor de estas estrofas.
Póstumamente circuló también su cuaderno Obsequios, publicado en la ciudad natal en 1885. Desde Cubaliteraria, y haciendo un mínimo de justicia a su memoria, lo evocamos en ocasión del 146 aniversario de su muerte.
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