La experiencia de leer poesía cubana ha sido para quien esto escribe memorable y gustosa en muchos sentidos. Con mayor frecuencia de lo que se cree uno se encuentra en el ámbito de nuestra vida literaria autores que no quieren saber nada de su tradición nacional. Son duchos en los repertorios autorales de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, la antigua disidencia soviética o la actual china… Pero sobre todo la poesía norteamericana, cuyas firmas incluso de segundo o tercer orden leen con mucha fascinación. Pero en cuanto al idioma o la propia nación exhiben grandes déficits, y sienten mucho orgullo por estos vacíos. Sus conos geográficos de lectura son estrechos, y juzgan a través de esas pequeñas aberturas. Amante de la abundancia y el equilibrio, mi gusto lector me ha exigido siempre horizonte amplio y profunda prospección geológica. Y hasta donde he podido, he ido vorazmente a todas partes a buscar, y me he sumergido en nuestros tuétanos con ansiedad grande de investigación y búsqueda. La lectura de poesía también posee su sentido de la dignidad y de la soberanía interior.
En esa dirección de deleite y completamiento mi experiencia de lectura con la poesía cubana me ha complacido mucho espiritualmente. Me asombra cuánto hemos creado los poetas cubanos en apenas dos siglos y algunas décadas de verdadera comunión orgánica de creación. Como me gusta formar frisos mentales y contemplar grandes conjuntos, mi inclinación de lector participante me ha llevado con frecuencia a mostrar públicamente mis escenarios más gustosos de esa continuidad y encumbramiento. A veces estos murales no le han gustado mucho a determinados poetas, jóvenes o viejos, porque no aman verse tan rodeados de otros poetas a la hora del supuesto desfile público, y organizan pequeños volúmenes tribales, donde según sus palabras preliminares solo están los que de verdad tenían que estar. En estos apuntes sobre poetas que estamos publicando empleamos la misma visión de siempre, con perdón de esos excelsos protagonistas, y nos fijamos minuciosamente en todos, leyendo a cada uno con mucho respeto, y atendiendo y compartiendo de manera franca lo inalienable que cada uno parece traer al heterogéneo y nutrido coro de nuestra poesía nacional de ayer y de hoy.
SUSTRATO DE LA POESÍA VERDADERA
La poesía de Pedro López Cerviño surge desde la entraña misma de lo humano: lo mueven los asuntos de la condición moral de nuestra especie, pero sin declaraciones altisonantes, sino con la gracia y el ingenio de sus imágenes, de una apasionada plasticidad, descarnada y fluida, que logra en la palabra su asunción mayor. Extrae de nuestra identidad colectiva, de la suya personal, de su complejo entorno, de la acumulación de lo vivido, proteicas materias primas, que elabora con precisión y desembarazo, y que dejan al lector gratamente impresionado y cavilando en las circunstancias y naturalezas de todos en los duros tiempos que corren. El sustrato de su poesía cuestiona profundamente nuestro destino, y testimonia nuestras grandezas y derribos interiores. El lector advierte que el sujeto lírico se incluye, que participa en el júbilo y el examen, y que se comporta fiel con nosotros, al no abandonarnos frente a las pérdidas. Tan atendible desde el punto de vista psicológico y moral es su poesía, para sabernos mejor, como fruitiva y depuradora desde el punto de vista estético, pues nos representa con mucha exactitud al pasear sus versos por su mundo interior y por el entorno vivido o leído, puesto que el poeta aglutina para su mensaje desde cualquier reino. El deseo de que la poesía incorpore el costado luciente y sombrío, lo alto y lo bajo, lo exterior y lo íntimo, lo grave y lo riente, se percibe rápidamente en las actitudes expresivas de su héroe lírico. Los textos de Pedro López Cerviño nos confirman un poeta dueño de sus instrumentos y con una generosa capacidad de introspección, operación psicológica básica del acto de la creación lírica.
Pedro López Cervino (Santiago de Cuba, 1955- La Habana, 2017). Poeta, promotor, crítico, dibujante. Publicó numerosos libros de poesía y obtuvo gran número de reconocimientos por su labor literaria.
EL EVANGELIO DE LA SENCILLEZ Y LA BELLEZA
La poesía de Elsa Morales nace de la entraña misma de la tierra, y asciende con una fuerte vocación de cielo. Su palabra es sólida y bella, como una piedra rodada de río; transparente, como el cristal que cura y ensalma; benéfica, como la presencia cercana de un árbol. Está más allá de la literatura, de lo que lucha por sancionarse en los círculos de poder cultural, de lo que anhela ventaja y gloria. Es el ejercicio humanísimo de una personalidad dándose, creciendo para los demás, exteriorizando su médula de mayor duración y sortilegio. Cuando uno lee este modo de encarar la escritura lírica, siente que se ha escapado al fin del humo y la bengala de lo falsamente aurático, y ha entrado en el aura verdadera, la que circunda y emana de los espíritus llenos de bondad, que se encuentran en pura conexión y ascenso hacia el reino total de la poesía. Qué goce estético tan grande se siente entonces, pues no hay nada para el alma como la belleza que nace del bien. En esos veneros y exploraciones palpita la poesía de Elsa Morales, que ha crecido en el silencio, acumulándose como las hojas de un bosque o las piedras limpias por las crecidas. El que lee sus versos lo capta directamente, penetra en ámbitos de claridad y sencillez, y siente la grandeza artística y espiritual que encierran sus transparentes médulas.
Elsa Morales Naranjo (Bocaranza, Morón, Camagüey 1941). Poetisa, narradora, profesora, cronista, promotora. Ha publicado varios libros de poesía para niños y para adultos.
ACTUALIDAD DE LA POESÍA TRASCENDENTE
Grande es la poesía cubana. Puede a veces no parecerlo, porque está con frecuencia mal publicitada. En otra parte he dicho que por donde quiera que uno penetre en su arca patrimonial siempre se puede extraer una sortija de oro. Cecilio Sarret es un poeta desconocido por los lectores de hoy que tiene muchas joyas que ofrecer a los buenos exploradores. De su libro Plasmas alucinantes, de finales de los años cuarenta, se pueden extraer maravillosas composiciones, llenas de modernidad. En este libro único de su autoría son notables la belleza y rotundidad de las imágenes, la limpieza expresiva, la calidad plástica con que representa la realidad que entonces lo circundaba. Es un maestro indiscutible del detalle artístico, siempre muy importante en la poesía.Posee una tónica vanguardista muy decantada, y se encuentra en una actitud de depuración de abundantes mecanismos estéticos. Es implacable en el despliegue de cada una de las piezas, pues gradúa con eficacia los pormenores que las integran y se siente en todas las atmósferas compositivas a un orfebre que se emociona en la trazadura de la línea representativa. En la décima tiene aún mucho que enseñar, y maneja con gran desenvoltura la polimetría, pues elabora con diversas duraciones, no solamente octosilábicas, como es frecuente en la mayoría de los cultores de tan rica estrofa. Y la visualidad que despliega adquiere una actualidad vigorosa, al transformar la ruralidad cubana en un asunto de sensibilidad modernísima.
Cecilio Sarret. Poeta cubano de la República. En 1947 publicó el excelente libro de poesía Plasmas alucinantes. Samuel Feijóo lo incluyó en sus antologías de décimas y sonetos. En un prólogo extensísimo pasa revista a la poesía cubana de las primeras décadas del siglo xx. Su mirada crítica y desembarazada es realmente asombrosa para aquellos años. Expresa opiniones sobre corrientes y figuras con gran honradez y perspicacia. No aparece registrado en el Diccionario de la Literatura Cubana.
DONDE LA VERDAD Y LA BONDAD SE ENCUENTRAN
La poesía de Reina Esperanza Cruz Hernández es el testimonio de una vida que ha visto muchos sueños desnucarse frente al viento. Persona tan excepcionalmente buena, de humildad tan profunda, con valores espirituales tan cristalinos, está obligada a dos cosas: a escribir poesía, y a ver cómo pasan los años y los sueños son devorados por la indiferencia humana y la lija cotidiana, que no es más que el material diario resultante de lo primero mencionado. Sus poesías son el informe trémulo y preciso de esa pérdida interior. Pero la belleza existe, la belleza sí se cumple, mucho más en una mujer que es bellísima, y que añade una sensibilidad a toda prueba. Ella tiene, entre otras ganancias y reinos incontrastables, sus versos sonoros, fluidos, francos. Sus versos andan sueltos en el aire, entran en la sombra, dejan sus cartas para que Dios las revise en sus horas de asueto. Y el lector sensible, no el apresurado o el que busca la novedad por la novedad, amante de la inútil transgresión foránea, el lector capaz de sintonía psicológica con la verdad y la sencillez del mundo, al tocar estos versos siente que ha tocado una mujer profundamente, que le ha visto el alma, y en ese paisaje sagrado de intimidad francamente vertida ha visto la verdadera grandeza humana y la utilidad tremenda de la poesía. Los versos de Reina Esperanza Cruz Hernández tienen una jerarquía psicológica que ya quisieran muchos para sus libros llenos de experimentos verbales. Gran poesía la suya, pues está hecha, y habla, para el corazón.
Reina Esperanza Cruz Hernández (Puerto Padre, Las Tunas, Cuba, 1956). Poeta, narradora, promotora, crítica, museóloga. Algunos de sus libros de poesía son: De amor y otros abismos (Editorial Sanlope, 1993), Cartas a Dios desde el infierno (Editorial Sanlope, 2001), Sentada sobre el miedo de correr (Editorial Sanlope, 2012), Poemas en la última estación (Editorial Sanlope, 2016), Calles de nube y piedra (Colección Arco Tenso, Ediciones Selvi, Valencia, España, 2020).
(Párraga, diciembre del 2020)
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