Quizás ni él mismo sea consciente de su magnitud, de cómo le perciben los otros. Incluso alguien que ha cultivado la otredad en su literatura, de una maestría probada en diferentes géneros, puede escapar a estos asombros por quedar atrapado en la modestia, dentro de un alma de niño grande. Nos referimos a Carlos Alberto Esquivel Guerra, pero decidimos hacerlo diferente, pues ya hablan sus premios y libros publicados. Hoy nos asomaremos a pupilas ajenas; veamos el reflejo que deja su huella en otros ojos.
Un renovador de la poesía cubana
Antonio Gutiérrez, colega de las letras, editor e investigador, nos dice:
Conocí a Carlos Esquivel cuando era muy joven, fue Guillermo Vidal quien lo descubrió y me dijo: «Este muchacho va a dar mucho que hacer en la literatura cubana si continúa leyendo buenos libros como lo está haciendo, no tengo dudas de que triunfará». Entonces no había publicado ningún libro, hoy lleva 40 en su quehacer literario.
Entre ellos: Perros ladrándole a Dios (poesía, 1999); Los animales del cuerpo (cuento, 2001); Los epigramas malditos (poesía, 2001); El boulevard de los Capuchinos (poesía, 2003); Bala de cañón (poesía, 2006); Matando a los pieles rojas (poesía, 2008); Un lobo, una colina (novela, 2010); El libro de los desterrados (poesía, 2011); Hablando mal de los otros (poesía, editorial Sanlope, 2014); Once (Ediciones Unión, 2015) y Diario de Caín (novela, editorial Hipermedia, España, 2016).
Próximamente publicará un libro que a mí me ha deslumbrado, el que obtuvo el Premio de Poesía en el Concurso Nacional Nicolás Guillén, 2022, con textos fuera de serie. La guagua de Babel transgrede los límites de su talento demostrado. En el presente siglo la poesía en Hispanoamérica no había transitado por semejantes senderos novedosos, con rupturas memorables (…).
Carlos es un Nimrod moderno, que en la Biblia es llamado «poderoso cazador» ante el eterno devenir de las palabras. La guagua de Babel o «la guagua de Esquivel» permite resolver el problema que surgió en el habla de los pueblos cuando fueron divididos en diferentes idiomas al intentar construir la Torre de Babel que llegaría al cielo, ya que el lenguaje universal es la poesía, esta que conquista, convence y reina sobre la tierra. La cúspide de la poética esquiveliana puede llegar al cielo si el hombre es capaz de asumirla inteligentemente.
Uno de nuestros escritores más grandes
Odalys Leyva, presidenta de la Filial de Escritores del Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), nos dice:
Dedicarle la XXXI Feria del Libro en Las Tunas (que acontecerá del 16 al 19 de marzo) a Carlos Esquivel es un acto de reconocimiento, porque es uno de los escritores más prolíferos que tiene la provincia, que cultiva diferentes géneros literarios. En la poesía se mueve en la décima, el verso libre, la prosa poética…, y juega con la experimentación; lo demuestra, por ejemplo, en Perros ladrándole a Dios, un libro que ha inspirado a muchos poetas.
La estrofa nacional, como elemento sublime de nuestra identidad, tiene en él a un exponente, que ha sido —además— una cátedra porque, cuando escritores de otras generaciones se inspiran en un escritor, es porque tiene una obra muy grande y con gran sustento cultural. También en la narrativa ha obtenido reconocimientos por los principales destinatarios de nuestra obra, los lectores.
Los autores lo admiramos por sus conocimientos, por las técnicas narrativas y temáticas que utiliza, porque aborda la existencia del otro y siempre pone el pensamiento en función del ser humano, pero —además— porque es uno de esos escritores que, cuando un libro suyo llega a librerías, enseguida se acerca el público lector y lo obtiene; eso es importante también para las editoriales.
Resumiendo, cuando se habla de él generalmente se dice que es uno de los escritores más grandes de la provincia y, a veces se dice por su estatura, pero en este caso van de la mano su tamaño y su obra. Es también un gran ensayista, un hombre de un pensamiento aguzado, que conoce sobre las diversas culturas y manifestaciones del arte.
Derroche de conocimientos que salpican
Aleido Rodríguez, escritor, nos dice:
No leo a Carlos solo para leer a Carlos, Carlos es un puente. Lector informado, nos hace llegar sus ecos, sus palabras están cernidas en la zaranda de la mejor literatura. Me gusta leer a los escritores de argamasas: Ronel González, Roberto Méndez, Roberto Manzano y Carlos Esquivel. Después de El Cucalambé y Guillermo Vidal, está Carlos Esquivel.
Es el clásico artista revolucionario y esto nada tiene que ver con lo político o la ideología. El gran artista no se conforma con lo ya hecho; en forma y contenido, busca nuevos afluentes y eso provoca algunos roces con la burocracia conservadora, pero Carlos es un derroche de conocimientos que salpican a los que lo escuchamos.
Estará en la cumbre por mucho tiempo
Luis Mariano Estrada Segura (Lewis), escritor, nos dice:
Opinar sobre un coterráneo, máxime si es un amigo y quien te hizo descubrir y andar por los laberintos de la creación literaria, es siempre peligroso. Pero se trata de Carlos Alberto Esquivel Guerra, por tanto, hay que dejar a un lado las opiniones prejuiciadas, condicionadas a lo antes expuesto y dejarse arrastrar por lo que la realidad coloca ante nosotros sobre este extraordinario poeta y narrador.
Él es un constante tergiversador, dicho en el mejor sentido literario, de esa misma realidad que lo atrapa, lo consume y lo resucita, para que de esa resurrección salten a posarse en el papel los resultados de una impronta creativa que aún se puede considerar joven, pero que se entroniza cada día más como excelsa y meridiana a la hora de hablar de la literatura cubana actual.
Creo, desde mi modesta opinión, que está y estará en la cumbre por mucho tiempo. Sus lauros como creador, y lo más importante, la empatía de sus obras con el público lector, así lo corroboran. A quien lo dude, le invito a mirar a su alrededor.
Hombre con un talento superior
Argel Fernández Granado, escritor, editor e investigador, nos dice:
Hablar de Carlos Alberto Esquivel Guerra es hablar de un hombre con un talento superior para la literatura, pero también de un hombre excepcional como persona y amigo, que le gusta ayudar a todo el que lo necesite, dos cualidades que rara vez se unen en una sola persona. Pero en él se funde la calidad como persona y creador.
De su obra literaria los mejores testigos son todos sus lauros y libros publicados, que rápidamente se acaban en librerías. Y el reciente Premio Nacional Nicolás Guillén es una prueba más de su talento y dedicación. Creo que es una suerte que permanezca en nuestra provincia. Estoy orgulloso de conocer a Carlos y de tenerlo entre mis amigos más íntimos.
Guerrero de la literatura
Raúl Leyva Pupo, joven escritor y artista de la plástica, nos dice:
Recuerdo hace algunos años, cuando salió su primera novela (Un lobo, una colina), que conmocionó a un grupo de escritores y los invitó a que comenzaran nuevos caminos, una obra hasta cierto punto experimental. También nos impacta su poesía, en especial la rimada. Es un escritor reconocido, una de las puntas de lanzas de lo que en algún momento se dio en llamar «Generación 0».
Su poesía conversacional se ha salido de los moldes. Él se ha salido de los cánones a la hora de escribir. Es como si dijera: «Vamos a tomar esta cosa que existe, pero la vamos a llevar a otro nivel»; ahí está la magia del poeta. Además, es un excelente amigo, un excelente compañero de las letras, está dispuesto a ayudarte aunque estén transmitiendo un partido de fútbol y todos sabemos lo que significa este deporte para él, una de sus grandes pasiones.
Carlos es un hincha del Barcelona, su libro Once lo demuestra, pero también otros detalles como tener en su casa un afiche de Messi firmado por Messi. Por eso también llevo la dicha de que en sus paredes tenga una caricatura de Reyva (mi firma como caricaturista), donde se aprecia un soldado con su escopeta y una camiseta de Argentina.
En general, es un guerrero de la literatura, innovador, ensayista, pensador…, de los mejores que tenemos en nuestro país. Recuerdo, a veces, sus intervenciones públicas: él puede estar hablando de muchas cosas, pero —al final— remata (jaque mate al rey) y queda bien, como todo el maestro que es.
Maestro de juventudes
Saimy K. Torres, escritora, nos dice:
Leí Los animales del cuerpo cuando era muy jovencita, tenía unos 18 años, recuerdo que me lo topé en un parque y me dijo: «Soy el autor de ese libro», y quedé fascinada. Después profundicé en su obra, sobre todo en la décima y —confieso— cuando encontré sus creaciones me di cuenta de que esta estructura permite hablar de cualquier cosa, pues —al empezar en la literatura— pensaba que la estrofa nacional era solo para temas campesinos. Al conocer la obra de Carlos dije: «Me quito el sombrero, señor escritor».
Él es como una meta, un paradigma para todos los jóvenes que apostamos por la literatura. Y, queramos o no, de cierta manera estamos influenciados por su estilo. Porque lo leemos y porque, el solo hecho de tenerlo cerca, ya es edificante, constructivo desde el punto de vista literario. Una conversación con Esquivel enseña posiblemente más que pasar un curso literario. Es un hombre que vive su literatura, que habla literatura, un ser mítico.
Desde la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Las Tunas está propuesto desde hace varios años como Maestro de Juventudes, título que aún no se le ha concedido, pero que merece con creces. La decisión no depende de la provincia, pues existe una larga lista en todo el país. Mas, la propuesta de nuestra Casa del Joven Creador siempre ha sido Carlos Esquivel. Y es que, aunque no tenga el título en sí, todos los jóvenes escritores lo vemos de esa manera, como a un maestro de juventudes.
Estas opiniones no bastan para ilustrar la admiración que despierta Esquivel en sus coterráneos, aunque él sigue sin creérselo; el escritor suele ser así, le importa aparentemente todo y nada a la vez. Y yo vuelvo a leer La guagua…; en su poema LXX se asoma con asombrosa síntesis lo siguiente: «Pienso que he ido demasiado lejos para creer que llegaría a un sitio tan cercano como a la dimisión de todas las banderas».
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Tomado del Periódico 26
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