«Las mujeres son muy bellas y los hombres de aspecto agradable», escribió Giovanni Francesco Gemelli (1651 – 1725), el viajero italiano que desembarcó en la rada habanera el 30 de diciembre de 1697. Era él uno de aquellos trotamundos que andaba con un cuaderno de notas bajo el brazo, y era nacido en Calabria, reino de Nápoles.
En su recorrido por las calles de la ciudad aprovechó para visitar a las familias distinguidas, se entrevistó con los capitanes de algunas naves surtas en puerto, obtuvo audiencia del gobernador. Se admiró de las frutas y los cultivos tropicales para él enteramente desconocidos, disfrutó del clima benigno del invierno y sobre todo, tomó apuntes recogidos en un libro que vio la luz por los años 1699 y 1700.
De Giro del Mondo, como se llamó el texto impreso, vale la pena echar un vistazo a estos fragmentos:
«El miércoles, primero de enero de 1698, tuvo lugar las elecciones de los nuevos alcaldes y otros funcionarios de la ciudad, los que se encontraron después de la misa con el gobernador y el obispo de la catedral. El gobernador tenía su poltrona; el teniente y los alcaldes ocupaban un banco.»
«…La Habana es una pequeña ciudad con un circuito de media legua, situada en una llanura a 23 grados y 27 minutos de latitud. De figura circular, sus murallas del lado terrestre son pequeñas y bajas, estando el otro lado protegido por el canal. Se cuentan alrededor de cuatro mil personas, tanto españoles como mulatos y negros que habitan en casas de una sola planta (…) Hay un gobernador que ostenta el título de capitán general de la Isla y un teniente que es también diputado por el Consejo de Indias.»
Y finalmente apunta en su crónica:
«Me embarqué el miércoles 12 de marzo de 1698 después de la comida. Pasé la noche bastante mal, a causa del ruido que se hacía en el barco para acomodar un centenar de puercos, algunas vacas y carneros…»
Este viajero aventurero inició su viaje alrededor del mundo en 1693, con un recorrido que lo llevó hasta Egipto, Constantinopla y Tierra Santa. Siguió hacia Persia, Armenia, India, China (allí visitó al emperador), Filipinas, llegó al Nuevo Mundo por Acapulco, anduvo el gran país de los aztecas y por último desembarcó en Cuba para desde ella volver a Europa. Todo ello reflejado en los innumerables apuntes de su diario. Se afirma (cierto o no) que en sus viajes se inspiró Julio Verne para escribir su deliciosa novela de aventuras La vuelta al mundo en ochenta días, de 1872.
Una vez leídas estas notas, ¿no cree usted que con un poco de benevolencia, pudiera agradecerse al signor Gemelli su promoción turística de La Habana algo más de tres centurias atrás?
Giovanni Francesco Gemelli, he ahí el nombre de un viajero a quien no podemos olvidar, siquiera por cuanto de La Habana escribió para bien y conocimiento en el mundo.
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