Pensado más para adentrarnos en la vida personal de Araceli García Carranza y no solo en la de la bibliógrafa conocida por gran parte de nosotros, aunque una no esté muy lejos de la otra, Omar Valiño nos regaló esta entrevista a modo de diálogo.
No sabía su padre que Araceli terminaría convirtiéndose en una gran bibliógrafa y que, en parte, sería por sus influencias. Cuenta ella que cuando era niña su padre la llevaba a la otrora Biblioteca Nacional, situada en una sala del Castillo de la Real Fuerza donde radicaba el archivo general. Lo que realmente esperaba su padre era una futura maestra normalista, como se estilaba por aquella fecha en el caso de las hijas hembras.
Adoraba en gran medida a sus padres, es por ello que, complaciendo a su madre, estudió cinco años el piano. Ella tenía claro que en la música no estaba su futuro, pues como dijo, no tenía el oído desarrollado para esto.
Cuando triunfó la Revolución, Araceli se desempeñó como maestra primaria, hasta aquí iba por el camino esperado. Comenzó a trabajar en las becas, a donde traían estudiantes de otras provincias. Cuenta que al principio era muy fuerte, pues no todos sus alumnos estaban al mismo nivel. Buscaría entonces la forma de utilizar los conocimientos que poseía, pero en otro lugar.
Supo de la contratación abierta para laborar en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM) y una amiga le sugirió pedir, para esto, recomendación del Dr. Fernando Portuondo del Prado. Este se negó, pero con una frase que hasta hoy Araceli recuerda: «Los buenos se recomiendan solos».
Con solo 25 años comenzó esta muchacha a trabajar en la Biblioteca Nacional de Cuba, inicialmente en el departamento de Catalogación. Según cuenta, esto duraría poco tiempo, pues luego formaría parte del equipo Colección Cubana que posteriormente dirigiría.
Cuenta que Sidroc Ramos, quien le asignó la dirección de Colección Cubana, fue un hombre que dirigió la BNCJM entre la ternura y la exigencia. En este puesto tuvo el honor y el placer de dirigir a una serie de intelectuales de la talla de Cintio Vitier, Fina García Marruz, Alejo Carpentier, entre otros grandes. Habló de Cintio como quien cuenta, desde el cariño, las vivencias que tuvo con un amigo muy querido, y finalmente lo fue, pues hizo de testigo en su boda con Julio Domínguez.
A Colección Cubana le dedicó gran parte del diálogo, ya que, según cuenta, fue lo más grande en su vida profesional. Ocupó también la dirección del departamento de Bibliografía fundado por Marta Terry.
En la época en que la Biblioteca estuvo dirigida por Eduardo Torres Cuevas cesó el departamento de Bibliografía y ella pasó a Investigaciones, pues en tiempos anteriores se había ganado la categoría de Investigadora Titular. Hasta hoy continúa en esa posición de investigadora y gracias a ello tenemos el amplio trabajo de Araceli García Carranza, obligatorio para quien decida investigar sobre personalidades como Alejo Carpentier, José Lezama Lima o Eusebio Leal.
Más íntimamente contó fragmentos de su vida junto a su esposo, con el cual, cuenta, fue muy feliz. Dijo Araceli que les deseaba a los presentes tener una vida tan feliz como la suya vivida junto a Julio, en la que se sintió una mujer plenamente realizada.
Quienes estuvieron presentes en este espacio pudieron conocer a una Araceli sencilla, extremadamente culta, que atesora en su memoria las imágenes de los grandes intelectuales cubanos que hoy conforman la cultura nacional. Una Araceli agradecida porque esta Feria sea dedicada a su figura, una persona que se siente satisfecha con la profesión a la que ha dedicado más de la mitad de su vida.
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