Palabras pronunciadas por Virgilio López Lemus durante «El autor y su obra», que rindió homenaje a Araceli García Carranza, en la Biblioteca Nacional José Martí, el 16 diciembre de 2020
Mientras lea estas palabras, la gran mujer que es Araceli García Carranza enrojecerá de turbación: ese es el modesto rubor de los grandes espíritus que vienen al mundo a amar, a construir, a hacer el bien y a ser útiles.
A sus actuales ochenta y tres años puede exhibir una de las labores más fecundas entre los bibliógrafos cubanos de todos los tiempos. Araceli ha sido fundamental para una buena cantidad de investigadores y de personas que requirieron sus servicios en la Biblioteca Nacional José Martí, pero también es autora de las bibliografías de José Martí, José Lezama Lima (que continúa enriqueciendo), Cintio Vitier, Fina García Marruz, así como la bibliografía cubana de Ernesto Guevara y la de la Guerra de Independencia. Su labor biobibliográfica es extensísima desde 1970, sobre autores tan diversos y cimeros como Fernando Ortiz, Alejo Carpentier (la mantiene activa aumentándola), Emilio Roig de Leushering, el historiador Ramiro Guerra, Elías Entralgo, María Villar Buceta, Roberto Fernández Retamar y Eusebio Leal, entre otras personalidades. Como maestra del género, es autora de ensayos bibliográficos críticos, la mayor parte publicados en la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, de la que es colaboradora fundamental y Jefa de Redacción. Toda esta labor, más las de sus responsabilidades administrativas en la Biblioteca, podrían caber en un párrafo, pero son el resultado de una vida consagrada, dichosa en su trabajo, fecunda en obra y en apoyo directo a la labor de decenas de personas.
Araceli García Carranza es uno de los grandes nombres de la cultura cubana de nuestros tiempos. Al celebrarle su ochenta cumpleaños, la brillante intelectual que fue la profesora Ana Cairo Ballester escribió sobre Araceli:
Ella puede ilustrar el paradigma del profesionalismo siempre actualizado y de las mejores virtudes de un servicio al público eficiente en la historia de las bibliotecas cubanas. Atiende personalmente a decenas de personas en su cubículo, por teléfono y por mensajes digitales. No solo te ofrece buenos consejos y las referencias bibliográficas, sino que en numerosas ocasiones, cuando llegas a visitarla, ya te tiene separado los materiales a consultar.
Haciendo referencia a la labor sistemática de Araceli en torno a la alta, honda y esencial figura de José Martí, el escritor, poeta y periodista Luis Toledo Sande escribió:
Frente a realidades indeseables, la floral Araceli García Carranza —cuya modestia puede confundir a los catedráticos de la ostentación— ratifica del modo más eficaz la utilidad de la virtud, y lo hace sencilla y naturalmente. Eso es parte de su tributo a nuestro Maestro mayor.
Otros van a relacionar aquí mejor que yo la amplia labor de Araceli en el marco bibliotecario y en su labor dentro y fuera de Cuba al servicio de la cultura. A mí me gustaría recordarla tal y como la conocí al principio de la década de 1980, cuando venía yo buscando en la Biblioteca unos libros raros, y la por entonces ya mi amiga Cleva Solís me presentó a Araceli, elogiándola. En seguida obtuve respuesta precisa y los documentos requeridos. Pero poco después tuve que volver a solicitarle colaboración, cuando armaba yo en la Editorial Letras Cubanas los tres volúmenes de Entrevistas, Conferencia y Ensayos de Alejo Carpentier. Por entonces no siempre me era fácil el diálogo con Lilia Esteba, viuda del gran escritor cubano, con la que luego iba a tener yo una excelente relación de amistad, resultó que Araceli no era solo la bibliógrafa que me facilitaba tantos documentos necesarios, sino también una eficaz intermediaria, comprensiva, inteligente y sagaz. De modo que desde esa fecha creció mi admiración y simpatía por ella, luego por su esposo, el bien recordado Julio Domínguez García, y por su hermana Josefina, gran profesional, a quien había conocido yo por laboreo investigativo un poco antes que a Araceli.
Por todas estas y muchísimas otras razones, cuando pienso en la Biblioteca Nacional José Martí de La Habana, es el rostro de Araceli el que me viene a la memoria. Ella se me ha convertido en el paradigma de esta institución, donde hay tantísimos muy buenos trabajadores y trabajadoras, especialistas, directivos, gentes capaces y esforzadas, amorosas de sus labores. Sé que el trayecto que ella ha recorrido por más de cincuenta años en esta institución no ha sido siempre de maravillas, hace muchos años tropezó con incomprensiones, algunas situaciones ingratas, avatares a veces inevitables de toda persona que lleva luz. Leal como pocos, aquí está ella, recibiendo hoy día la gratitud de tantos por su fidelidad, por su fecundidad laboral, por sus aportes de peso desde sus especialidad a la alta cultura cubana. Araceli mucho nos ha dado con su faena y su magisterio, es bueno que también reciba nuestro homenaje. Permítame ella y permítanme ustedes ofrecerle una décima como tributo, con alusión a la fe que ha iluminado su útil existencia:
Vive Araceli en la luz, ella diamante muy fino, se bebió Araceli el vino que le llegó de la Cruz. Supo quién era Jesús y por Él amo a la vida. Trabaja, su luz debida arroja sobre las cosas, sus manos fueron dos rosas y su labor bendecida.
Honor a ella, que nos ha hecho el honor de acompañarnos. Muchas gracias.
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La Dra. Araceli García Carranza es, sin discusión alguna, una de las intelectuales más prolíficas en el campo de la investigación bibliográfica en Iberoamérica; y merece todo nuestro reconocimiento por la fecunda labor científica y editorial realizada por ella en esa rama del conocimiento humano.