Aurelio Mitjans es uno de tantos jóvenes que se fueron de la vida muy pronto. Contaba con 26 años cuando lo sorprendió la muerte el 12 de octubre.
Fue un gran analista, manejaba la síntesis con juicio y desenvoltura. Discípulo indirecto de Manuel de la Revilla, pronto abandonó esa guía hallando en Emile Faguet su ideal de crítica, pero siempre quiso ir más allá.
Considerado un crítico disciplinado y metódico, de corte académico, también se ha afirmado de él que trasladó la fórmula autonomista a los dominios de la crítica literaria, lo cual deja entrever ya no solo lo literario sino también su pensamiento político.
En sus últimos trabajos hay una preparación profunda, pues buscaba el método más adecuado. Sus escritos sobre Milanés, la Avellaneda y Luaces son considerados de valor permanente en nuestra literatura, así como sus volúmenes Estudios Literarios, una colección de memorias premiadas en varios certámenes, único libro publicado en vida, y Estudio sobre el movimiento científico y literario de Cuba o Historia de la Literatura Cubana, obra póstuma y cumbre, editada por suscripción popular (Habana, 1890), con prólogo de Rafael Montoro.
En dos libros se ha recopilado su producción en versos, pues Mitjans fue también poeta. Colaboró en las publicaciones más selectas: La Habana Elegante, El Fígaro, Revista Cubana, con el seudónimo El Camagüeyano, a pesar de que era habanero.
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