Ballet Nacional de Cuba. Siete décadas de creación coreográfica (1948-2024), del doctor Miguel Cabrera, historiador del Ballet Nacional de Cuba (BNC), Patrimonio Cultural de la Nación, que jerarquiza la primera bailarina Viengsay Valdés, es el título del libro, publicado por Ruth Casa Editorial, y dedicado a la sagrada memoria de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso (1920-2019), en el aniversario 104 del natalicio de la eximia ballerina.
Ese texto, además de poseer indiscutidos valores estético-artísticos, históricos, culturales y espirituales, recoge —de manera exhaustiva, como solo suele y puede hacerlo un historiador de la talla de su ilustre autor— la totalidad del quehacer coreográfico de la emblemática agrupación, tan cubana como universal; tesoro cultural integrado por 785 obras de 214 coreógrafos insulares y foráneos, procedentes de 29 países de todo el orbe.
En esa constelación de estrellas en el mundo de la coreografía, habría que destacar —con letras indelebles— los nombres de Alicia y Alberto (1917-2017), quien junto con Fernando Alonso (1914-2013), devienen las piedras fundacionales de la prestigiosa Escuela Cubana de Ballet y del BNC, entre otros eminentes artistas cubanos y extranjeros (desde los veteranos hasta los más jóvenes), que han aportado su valioso saber-hacer al desarrollo de esa disciplina artística, que ha enriquecido, con creces, el repertorio romántico-clásico y contemporáneo de una compañía que ha sabido exaltar a la cima de la montaña el arte danzario en general, y el ballet clásico en particular.
Esa joya de la literatura especializada ha sido escrita con un lenguaje accesible al gran público, ya que, cuando se utiliza el vocabulario técnico-académico en que descansa dicha manifestación artística, el también escritor e investigador lo hace de una manera comprensible para los no familiarizados con el lenguaje coreográfico.
Por otra parte, Ballet Nacional de Cuba… es —en opinión de este cronista— un título de obligada consulta, no solo para coreógrafos, bailarines, profesores y estudiantes de ballet, sino también para todos los interesados en la danza y en las artes escénicas, así como en las relevantes contribuciones hechas por la mayor isla de las Antillas a la cultura global.
No creo, honestamente, que haya mejor homenaje que la publicación de ese volumen para evocar el aniversario 104 del natalicio del genio único e irrepetible de Alicia Alonso, convertida —por la «magia de la danza»— en «Giselle», en «Odette-Odile» (la «princesa cisne»), en «Carmen», y en los disímiles personajes que inmortalizara con sus antológicas actuaciones en los cinco continentes.
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