Bendita Habana, del escritor Antonio Arroyo, es el título de la novela, publicada por Ediciones Cubanas (Artex), y prologada por la escritora-editora María Sotolongo Carrington, a manera de cálido homenaje por los 502 años de la fundación de la Ciudad Maravilla.
En las páginas de esa obra se hace referencia, desde la forma en que está estructurada la novela, hasta la elaboración psicológica de los personajes que desarrollan la acción dramática a que La Habana desempeña el verdadero papel protagónico del texto: la ciudad decimonónica, en una época socio-histórica, donde aún no se había formado la nación, y que estaba caracterizada —fundamentalmente— por ilustres pensadores: el venerable padre Félix Varela y Morales (1878-1853), el doctor Tomás Romay y Chacón (1764-1849) y el obispo Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa (1756-1832), con cuya presencia en la novela se vaticina el triunfo.
Los siglos XIX y XXI se funden en cálido abrazo en un volumen que trata —con meridiana claridad— los problemas raciales, pero sin dolor, rencor o resentimiento.
En las páginas de ese libro, se destaca la carismática personalidad del obispo Espada, quien desempeña una función «clave» en ese contexto narrativo, que facilita la ilustración y comprensión de algunos elementos epocales incluidos en la novela, y en especial, los relacionados con tan singular personaje, que impactó a todos sus contemporáneos.
Por otra parte, el lector podrá apreciar que hay preciosismo en la narrativa de los ambientes y caracterización psicológica de los personajes históricos. Se comprende que, en el plano eminentemente conceptual, el autor ha querido revisitar los pilares de la cultura cubana.
Estoy seguro de que quienes incursionen en los vericuetos de Bendita Habana disfrutarán su lectura, así como un ameno recorrido por La Habana de ayer, de hoy y de siempre.
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