Benny Moré. El símbolo de la música cubana, del escritor, periodista y cronista musical Rafael Lam, es el título del libro, publicado por la Editorial José Martí, y dedicado a los fieles amantes de la leyenda profesional y personal escrita por Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez (1919-1963), El Bárbaro del Ritmo, durante sus más de cuatro décadas de vida.
Ese texto, dado a la estampa con «afecto y respeto ternísimos» —a decir del Apóstol— por el también miembro distinguido de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), recoge la extensa obra musical del Rey del Son (como también se calificara a ese genio del pentagrama sonoro caribeño y universal), que identifica —sin discusión alguna— a la cultura cubana, ya que su maestría y excelencia artística son admiradas en todas partes del orbe.
Muchos son los investigadores, musicólogos e intelectuales que han estudiado y profundizado en la azarosa existencia terrenal de El Bárbaro del Ritmo, así como en la fecunda creación musical del ilustre vocalista nacido en el antiguo municipio villareño (hoy cienfueguero) de Santa Isabel de las Lajas, su amada patria chica. No obstante, en ese volumen, la indagadora mirada del colega Rafael Lam nos aproxima a ese virtuoso desde una perspectiva mucho más humana, ya que no solo destaca el valor inmenso de lo que Benny Moré les aportara al impetuoso desarrollo de la música popular cubana, así como a la cultura caribeña —de la que fuera, es y será uno de sus más grandes exponentes a escala internacional—, sino también las virtudes, los defectos, las inconsistencias, debilidades y necesidades que configuraran su carismática personalidad.
Para llevar a puerto seguro esa historia de vida, Lam hizo coincidir los resultados de la investigación documental con los testimonios ofrecidos por familiares, amigos y disímiles artífices de la música popular cubana, que compartieron su diaria existencia con El Benny, en los más variados sitios, tanto en la mayor isla de las Antillas, como allende los mares.
Así, el autor no evade —en modo alguno— zonas en extremo polémicas acerca de la vida del artista insular ciento por ciento, lo cual nos permite llegar a la conclusión de que la obra Benny Moré. El símbolo de la música cubana deviene excelente crónica, que solo pudo haber sido llevada a la letra impresa por la evocadora pluma de Rafael Lam, quien en todo momento se mantiene alejado de cualquier caracterización —signada por la subjetividad o las más oscuras intenciones— que «roedores de la inteligencia y el talento ajenos», como los estigmatizara el fundador del periódico Patria, han hecho de nuestro Benny Moré.
Si usted, estimado lector, quiere explorar el componente humano —con las luces y las sombras que se ciernen sobre él, y que lo retratan de cuerpo entero— del Rey del Son, le recomiendo incursionar en las páginas de este libro. ¡Estoy seguro de que no se arrepentirá!
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