«Cambia el mundo, lo necesita», se lee en una pancarta que cuelga en el teatro Berliner Ensemble. La cita evoca al dramaturgo alemán Bertolt Brecht, nacido el 10 de febrero de 1898 en Augsburgo, hace 126 años.
El autor de piezas como La ópera de tres centavos, La resistible ascensión de Arturo Ui y La vida de Galileo, quien fundó la compañía del Berliner Ensemble junto con su mujer, Helene Weigel, influyó ampliamente con sus ideas sobre el teatro.
Pero, ¿hay que seguir leyendo a Brecht hoy día? Mi respuesta es muy clara: vuelve a estar totalmente vigente, señala el actual director de la compañía, Oliver Reese. Y aclara que, para el público, Brecht nunca pasó de moda.
En los buenos tiempos, que duraron bastante y, hasta hace poco, el compromiso político de Brecht podía parecer algo gastado, un poco del ayer, comenta.
Pero ahora experimentamos malos tiempos, y en esos malos tiempos de golpe se nota en qué medida su obra —con base en su biografía— se ve marcada por la guerra, el exilio, la revolución, por la pregunta de si hay que elegir entre una buena vida o el compromiso político, —analiza.
Brecht abandonó Alemania bajo la presión del nacionalsocialismo y pasó 15 años en el exilio. «Poco después de su éxito internacional con La ópera de tres centavos, bruscamente frenado por los nazis, debió exiliarse hasta 1949, y como falleció en 1956, esos fueron sus años centrales en el plano creativo».
Cuando finalizó la dictadura nazi, todos lo evitaban. Cuando el actor y director Harry Buckwitz puso en escena sus obras en Fráncfort en 1958, dos años después de su muerte, aquello fue un escándalo, explica Reese. Porque un escenario de la gran ciudad financiera alemana se abría al comunista Brecht.
Y en la extinta Alemania Oriental tampoco lo querían, porque no se había quedado en Moscú, sino que se había ido a Estados Unidos, agrega. Por eso, ya muy enfermo, debió pelear para crear su compañía en Berlín en 1954, indica.
Logró personajes fuertes
Hasta el día de hoy siguen ligados a Brecht los conceptos del teatro épico y el efecto de distanciamiento, con el que prácticamente se quiebra la historia sobre las tablas, ya sea mediante comentarios o música. El objetivo es alejarse de la cursilería y distanciar al espectador del espectáculo. Además, indica Reese, Brecht logró algo que el teatro necesita y que actualmente apenas produce: personajes fuertes.
El intercambio epistolar de Brecht con Helene Weigel es una de las fuentes para adentrarse más en su vida, su labor, su exilio y también sus amoríos, que en el contexto actual se ven con otros ojos.
«Cuando se observa cómo trataba a las mujeres que lo rodeaban —eso puede leerse muy bien en la biografía de Stephen Parker—, se ve que no era capaz de dejarlas ir», comenta Reese.
El director del Berliner Ensemble apunta que, incluso cuando ya no tenía vínculo erótico ni sexual con ellas, por celos seguía intentando destruir sus nuevas relaciones y atarlas nuevamente a él.
Pero cuando lo conseguía, se volcaba en otros amores más actuales.
Sin embargo, Brecht ayudó a su amante y colaboradora danesa Ruth Berlau durante largo tiempo. Brecht siempre intentó que a ella le fuera lo mejor posible. Así que resultaba ambivalente, su forma de proceder no era solo negativa, evalúa el director del Berliner Ensemble.
Reese cree además que Brecht estuvo muy comprometido con las mujeres.
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Tomado de Semanario Universidad
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