«Y la luz brilló en las tinieblas; y las tinieblas no la comprendieron».

Me gusta pensar que la autora de Bluets tiene al color azul como un dolor fantasma. Esos que los médicos diagnostican cuando se hace la amputación de una parte del cuerpo. Sabes que la mano, el dedo o el pie no están ahí, y sin embargo, siguen latiendo como si estuvieran.
El libro, de la escritora norteamericana Maggie Nelson, fue publicado en octubre del 2009 por la editorial Wave Books. A la manera de aforismos o fluir de conciencia, con la lectura puedo darle al azul todos los estados de la materia: líquido como río, gaseoso como humo que nubla los sentidos y sólido como esa masa invisible, pesada de la angustia. Mi única alerta para los lectores es que si están en días de bajón o propensos a la tristeza, no lea este título o quizá sí y le sirva para ver el valor del sufrimiento.
Entre otros títulos de Maggie Nelson —que transitan entre la poesía, el ensayo y la crónica— destacan: Jane: A Murder (2005), Something Bright, Then Holes (2007) y The Argonauts (2015); este último galardonado en el National Books Critics Circle Award al mejor ensayo del año.
No puedo decir que el libro es una teoría del azul, tampoco un tratado filosófico sobre el color. Lo que sí estoy segura es que hay una lectura íntima y muy personal de las nociones que conocemos del pigmento azul. La autora asegura en la proposición 221. «Olvídate de la creencia: imagina sentir, aunque solo sea un momento, que es verdad».
El lector es capaz de odiar y amar el azul en igualdad de proporciones, aunque no con la misma intensidad. Ella eligió al dolor para hacerlo cromático, visible. Fortuna y maestría la suya para proponer 240 tesis que progresivamente la convencen de sanar de una ruptura amorosa. Aquilatar Bluets en su verdadera dimensión implica advertir que aquí el dolor no es en sí mismo el tema central, sino, qué hacemos con él, en qué somos capaces de transformarlo.
Meterse de cabeza en el dolor y los recuerdos puede ser un acto gustoso. En definitiva, Maggie Nelson sabe que «Solo nos es dado lo que el corazón puede soportar». Las experiencias extremas, el límite, constituyen una oportunidad para valorar la alegría, lo que tenemos y a quiénes tenemos en la vida. Hay un mensaje mayor en estas 50 páginas: somos los responsables de transformar el sufrimiento en una energía poderosa y constructiva.
Escribir aquí es un ejercicio de sanación en el que confluyen múltiples voces: cineastas, músicos, escritores, filósofos, todos de diferentes latitudes. Todos con una visión o idea asociada al azul. Bluets es un relato coral, polifónico cuya densidad no está en el volumen de cuartillas, sino en el tempo escogido por la autora para compartir su historia.
Entre la intertextualidad y lo bilingüe, el lector entra con toda la profundidad posible en el azul. No hablo del mar, el cielo… No, no, no. Digo el azul como color personificado, que toma corporalidad. Sin edulcorar los procesos de angustia, Maggie Nelson comparte, con una poderosa narrativa que coquetea con la poesía y viceversa, reflexiones en torno a sí misma y a su amiga cuadripléjica, a quien cuida durante una temporada.
Otro acierto del libro es la elección de la voz narrativa. Maggie escribe en segunda persona. Le interesa hablar directamente al lector. Es ella hablando conmigo, contigo, con nosotros. El giro narrativo final abraza y abre los caminos a la esperanza: «traté de ser estudiante no de la nostalgia, sino de la luz».
Ahora estoy convencida de que Bluets fue para mí, un eufórico accidente, de esos que iluminan desde la certeza de lo oscuro.
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