El mundo literario ha dado un giro de ciento ochenta grados desde que comencé a publicar, allá por 1991, en la revista cubana Revolución y Cultura. Mi cuento «Disparos en el aula» había obtenido una mención en su concurso y de repente dejé de ser un escritor inédito de talleres literarios para convertirme en un afortunado que, por primera vez, iba a ser leído en cualquier rincón de la isla e incluso fuera de ella.
A pesar del Periodo Especial, del fin de campo socialista y de URSS, de mi afanoso bicicleteo por la ciudad, de los almuerzos de coles hervidas y sin aceite, de mis irremediables flaquencias de escritor, al publicar el cuento en el soporte de una revista las resonancias de los lectores llegaban de inmediato. Me sentía feliz. En 2 000 ejemplares el cuento salió junto a la ilustración de una enorme bandera cubana atravesada por disparos de fusil y gracias a ese primer paso pude desarrollar una estrategia de publicación donde me interesé más por publicar mi solitario cuento en las revistas que en concebir un manojo de ellos para ubicarlos en un libro.
Resultaba evidente que, debido a la crisis de las editoriales, por la vía de las revistas los cuentos llegaban con mayor rapidez a los lectores de la época, de ahí que me sintiera feliz cada vez que lograba ubicarlos en aquellos soportes.
Pero con las revoluciones en la informática, la aparición de Internet, el desarrollo de la computación, los móviles y las redes sociales, también llegaron cambios profundos en las maneras de concebir los soportes literarios y, a mi modo de ver, las resonancias que un escritor ofrecía con los soportes de papel irán pasando a un segundo plano en comparación con las velocidades que ofrecen las nuevas variantes para conseguir lectores de esta época, y no solo del patio sino de cualquier rinconcito del planeta.
Esas razones, motivaciones, circunstancias, cambios, han provocado que, como si aún fuera aquel joven inédito de los años noventa, intente ahora colocar mis cuentos, minicuentos, entrevistas, reseñas, capítulos de novela, en las zonas virtuales que me lo permitan, tales como mi página de Facebook, algunas revistas virtuales o en mi propia página virtual, porque ofrecer resonancias literarias hacia los amables lectores sigue siendo el único propósito del escritor que soy.
No obstante, he notado cierta dispersión en estos soportes, teniendo en cuenta que Facebook no es una plataforma literaria sino todo lo contrario; que las revistas y las páginas personales naufragan unas a otras en el mar de la virtualidad, casi siempre sin ofrecer las resonancias esperadas, ni las garantías de lecturas que se desean y eso se vuelve desalentador en grado sumo.
Pero, para mi buena fortuna, y para las de otros escritores de ficción del planeta, desde hace menos de un año ha aparecido boukker en la escena virtual, una nueva plataforma literaria que se propone resolver las carencias anteriores.
Confieso que me inscribí en boukker como un usuario sin muchas expectativas, pero en el camino he ido apreciando sus amplias posibilidades de promoción de la escritura al ser una plataforma confeccionada pensando exclusivamente en los escritores y en la promoción de la lectura. Desde que soy usuario de boukker lo mismo puedo seguir el desarrollo creativo de miles de escritores a lo largo del planeta que también soy seguido por miles de escritores y lectores.
Ellos, de manera simultánea, han leído y comentando la decena de cuentos que he publicado y lo hacen desde cualquier punto geográfico, lo mismo desde Guantánamo, Buenos Aires, Tokio o desde París. Antes, ofrecer resonancias como estas a través de soportes como revistas culturales de papel, por mucho que lo deseara, era algo que me resultaba imposible.
Por otra parte, boukker permite conectar el cuento publicado lo mismo a Twitter que a Facebook; con solo apretar varias veces un botón ofrece la posibilidad de que los lectores se multipliquen como por arte de magia e incluso sus organizadores convocaron al Concurso de cuentos Oscar Wilde donde participaron más de ochocientos escritores de una veintena de países, lo que demuestra el preciado interés que despierta esta otra manera de concebir la promoción literaria.
Treinta años después de haber publicado mi cuento «Disparos en el aula» en la revista Revolución y Cultura, lo he vuelto a colocar ante los lectores de hoy a través de boukker y las resonancias han sido impresionantes. Ese cuento vuelve a ser leído con inusitado fervor y no tengo más remedio que emocionarme no sin antes agradecer la existencia de plataformas virtuales como boukker, ancladas en la velocidad coherente de estos tiempos.
Link al cuento «Disparos en el aula»
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