Lula es un sobreviviente
Testigo de una época fértil en utopías revolucionarias, dictaduras genocidas y líderes que hicieron historia, el periodista, escritor y biógrafo Fernando Morais es un retratista consagrado. Su biografía de Lula es un trabajo sobre el político que es por tercera vez presidente de Brasil, y que este hombre nacido el 22 de julio de 1946 en Mariana, Minas Gerais, pudo realizar por la estrecha relación que mantiene con el máximo dirigente del PT hace más de cuarenta años.
A propósito de la edición de este volumen realizada por la Editorial Ciencias Sociales en coedición con la Editorial Caminos, que será presentada en la 32 Feria Internacional del Libro de La Habana, versionamos esta entrevista publicada originalmente en el diario Página 12 el 9 de octubre de 2022.
¿Quién es Lula para usted?
Es muy difícil definirlo. Yo por haber sido por sesenta años periodista y buena parte de ese tiempo, periodista de política acá en Brasil y un poco en América Latina, tuve el privilegio, la oportunidad de conocer a un montón de dirigentes, jefes de Estado, en Argentina, en casi todo el continente. Gente de antes y de después… Por ejemplo, entrevisté a Somoza dentro de su despacho y me llamó la atención que él se vestía muy elegantemente. Parecía que tenía un traje de Prada o cosa semejante pero llevaba puesto un sombrero de cowboy. Fue poquísimo tiempo antes de la caída de la dictadura y después hice una larga entrevista con Daniel Ortega y su hermano más joven, Humberto. Que tenía un problema en un brazo y que fue general…
Lula y Fidel
Fernando, le pregunté por Lula y se fue a Nicaragua. ¿Por qué hizo esa asociación?
Lo que pasa es que en ese momento Lula fue enseguida para Nicaragua. Un año y pico después, yo estaba participando en La Habana de un Encuentro Internacional por el No pago de la deuda externa. Algo convocado por Fidel. Y cuando terminó, fui a despedirme de él a su despacho y me preguntó: «¿tú te vas ya a Brasil?». Y le dije: «No, estoy desesperado porque necesito un boleto para irme a Managua. Mañana es el primer cumpleaños de la Revolución y yo sé que Arafat va a estar allá y quiero pedir una entrevista con él». Y Fidel me dijo: «vení conmigo». Fuimos con el avión vacío. Solo yo y Manuel Piñeiro, Barbarroja. Cuando bajamos por la escalera del avión del aeropuerto Sandino en Managua, Fidel en primer lugar y yo atrás, estaba ahí junto a Daniel Ortega, junto al canciller, padre Miguel D’Escoto, mi amigo de la infancia Frey Betto, porque somos del mismo estado, Minas Gerais. Y al lado de él apareció Lula, al que yo conocía de las huelgas aquí en San Pablo. Tuvimos el privilegio de presentar yo y Betto a Lula y Fidel. Era el 19 de julio de 1980. Y ahí nacieron dos amistades paralelas. La de Betto con Fidel, que al final se convirtió en el libro de Conversaciones con Fidel, y una relación con Lula que duró hasta el funeral de Fidel, al que viajamos juntos.
¿Con los años, cómo continuó ese vínculo entre Castro y el actual candidato a presidente brasileño?
Fidel pasó a tener un papel muy significativo en la historia de Lula… Lula había perdido una elección y estaría depresivo años después. Cierta vez Fidel le dijo: «me comentaron que vos tuviste un millón y pico de votos» y él le respondió: «sí». Fidel entonces agregó: «¿Estás depresivo por esto?», «Sí, sí, voy a volver a la vida sindical, voy a hacer una contribución más significativa para los trabajadores». Y Fidel le comentó: «no, no, ¿me permites discrepar contigo? Desde que se conoce la institución de la elección en una comunidad para escoger a alguien, desde que esto fue inventado, no hay un solo caso de un obrero de mano dura y sin un dedo, que haya recibido un millón doscientos mil votos en una sociedad tan conservadora como Brasil. Yo estoy seguro del mejor servicio que tú puedes hacer…»
¿Fue testigo de ese diálogo?
Sí y no hubo una reacción inmediata de Lula. Tomó el consejo de Fidel y la verdad es que la primera elección meses después, él salió candidato en la constituyente al final de la dictadura militar. Lula recibió la más alta votación de Brasil hasta entonces. La mano de Fidel fue esencial para recapturar a Lula en la vida política y que se sacara cierto prejuicio que tenía de los políticos en general.
Lula y el hambre
¿Cuánto de ese Lula sindicalista, que creó el PT, que fue preso en la dictadura, usted ve en este Lula actual, el candidato que va por su tercera presidencia?
Todo, todo. Y él no tiene pudor de decirlo. Mucha gente le pregunta aquí, le pregunta en Alemania, le pregunta en África del Sur: ¿Cuál fue el secreto?, el truco para hacer el milagro de una verdadera revolución, de poder darle de comer a cuarenta millones de personas sin hacer una revolución sangrienta. Y la gente le pregunta: ¿qué línea económica seguiste? ¿Qué escuela de economía? ¿Cuál fue el método que adoptaste? y él dice: no, no. Fue mi mamá, nosotros éramos siete hijos y nuestro padre nos abandonó y todos teníamos que trabajar y cada uno al final del mes le entregaba el sueldo intacto a la vieja. Ella hacía un bolo (pozo) general y redistribuía primero el básico a todos: la farmacia, el carnicero, la ropa y no sé qué… Si sobraba algo ella lo volvía a redistribuir entre los hijos pero no en la misma proporción que cada uno había entregado. Socializaba. Decía: tu hermana va a cumplir quince años, va a bailar en el club. Y entonces le decía a otro hijo: este mes no vas a tener dinero para cigarrillos. Entonces, Lula dice que no hay secreto para eso. Sí que hay que saber de quién tú vas a sacar, para distribuir a los demás. Es el método de doña Lindú, pernambucana como él. La vieja era dura. Se separó del marido porque tomaba mucho y no aguantó más la violencia contra los chicos. Les pegaba y pegaba pesado.
Se puede decir que Lula es un resiliente por todo lo que pasó, que incluye la pérdida de dos esposas, la cárcel, la prohibición de ir al entierro de su hermano cuando estaba en prisión en Curitiba, las persecuciones…
Yo creo que Lula es un sobreviviente. No solamente porque sobrevivió a las condiciones del nordeste de aquella época, que eran miserables en los años ‘40. Primero, sobrevivir a eso ya es un prodigio. Después, ganarse la vida con la dificultad que se la ganó. Ir preso como líder sindical, perder varias elecciones o por manipulación de votos, como pasó con Collor, que fue un montaje, una trampa que montó TV Globo. Él perdió la primera elección con ese fraude y la segunda, y la tercera, y cuando la gente ya imaginaba que este tipo no aguantaba más, él ganó. Ganó en un país de una élite egoísta, primitiva. Salir por la noche en San Pablo es una cosa que te corta el corazón. De miserables y miseria, una cosa brutal… Lula está muy tocado por la situación de esta gente porque él vivió de alguna manera el hambre, no tener qué comer.
Líder Latinoamericano
Lula es tal vez el político más carismático de América Latina. ¿Es natural en él esa condición o la construyó a lo largo del camino?
No, no, es algo natural y él es un tipo que retrata bien lo que es el brasileño medio o medio bajo de los brasileños. Cuando él habla en la TV o en campaña, la gente, principalmente la gente pobre, lo identifica como uno de ellos. Porque él no está hablando de números, de la facultad de Economía, no está hablando del PBI, comparando el nuestro y el de Argentina. El que está hablando ahí es él, es su vida, es la vida de mi padre, de mi madre, tienen confianza en ese tipo porque no está haciendo una dramatización y hay un dato, además del origen social, personal, y es que se trata de un tipo muy cariñoso.
Usted en su libro editado en portugués vincula sus dos detenciones, aquella de las huelgas de San Pablo hace más de 40 años y los 580 días que pasó en Curitiba entre 2018 y 2019. ¿Encuentra alguna relación entre los dos hechos?
Por eso decidí que el primer tomo de Lula no fuera una biografía convencional. Voy a aprovechar ahora el pensamiento de un muerto, Godard, que se fue hace pocos días y tenía una frase muy curiosa. No sé de qué película de él. Quizás Pierrot Le fou (Pierrot el loco), y cuando le Cahiers de Cinéma le hizo una crítica muy dura, porque decía que no tenía pies ni cabeza, él entonces dijo: «Toda buena historia debe tener comienzo, desarrollo y fin, pero no obligatoriamente en este orden». Entonces yo en lugar de empezar el libro poniendo Lula nació el día tal y vivió en… lo comencé como un instant book, con un retrato de la prisión donde estuve junto con él y por coincidencia con esa situación, cuando en 1980 la policía también lo corrió. Entonces, me dije: tengo dos prisiones del mismo personaje en dos países distintos.
¿Por qué?
El Brasil de 1980 no es el 2020. Y a pesar de esto, Lula se convierte en un enemigo de la élite. Porque la misma gente que lo mandó a detener en 1980 es la que está detrás de la persecución actual. ¿Para qué? Porque el golpe no fue contra Dilma. El golpe fue contra Lula. Dilma fue un obstáculo, apenas para que llegaran a Lula. Porque querían impedir que fuera presidente en 2018. Y ahora vieron que era imposible mantenerlo en la cárcel. Yo debo decir que no tenía esperanzas de que saliera tan temprano porque había demasiados intereses contra la liberación de él, intereses poderosos, desde políticos hasta intereses materiales, de las élites, de las transnacionales, de Estados Unidos…
Libros y campaña
Usted ha sido un político que ejerció cargos en la función pública: secretario de Cultura y Educación en San Pablo, también diputado estadual. ¿Participó en esta campaña con Lula?
Esta vez mi papel fue mucho menor que en las anteriores elecciones, porque estaba involucrado en el libro. Lula no lo leyó, no vio los originales. Lo único cierto que tenía con él es que el día que lo cerráramos y él lo autorizara, debíamos resolver una cuestión. Porque si no podía haber una pelea y «yo no quiero pelear con vos, por eso no voy a leer los originales», me dijo. Una vez que estuvo pronto y llegó a mis manos el primer ejemplar, se lo hice entregar en la escalera de un avión antes de un viaje a Alemania para encontrarse con Merkel. Pedí que se lo dieran.
El libro será presentado el lunes 19 de febrero a las 10:00 de la mañana en el Salón Principal de la Casa del ALBA Cultural.
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Versión de la entrevista publicada por el diario Página 12 el 9 de octubre de 2022.
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