Catalina, del ilustre escritor, arquitecto y diseñador urbano, Mario Coyula Cowley (1935-2014), es el título del libro publicado por Ediciones Espuela de Plata, para beneplácito de los fieles seguidores de los amores infelices y el prematuro deceso de la señora Catalina Laza (1897-1933), como consecuencia de una grave afección pulmonar.
En dicho volumen, signado por los sólidos conocimientos arquitectónicos que poseía el eminente creador, aparecen reflejados no solo las más disímiles construcciones y estilos, sino también la corta y desdichada existencia terrenal del matrimonio integrado por la señora Catalina Laza y el señor Juan Pedro Baró (1861-1939), quien fuera su segundo esposo.
En esta obra, Coyula Cowley evoca la vida y los viajes de dicha pareja perteneciente a la rancia burguesía criolla, y devenida centro de un escándalo a principios del siglo XX —anterior a la aprobación del divorcio en el archipiélago cubano– además de trasladar ficcionalmente, a través de un extenso recorrido personal por el capitalino barrio de El Vedado, en imágenes y diálogos, a aquella preciosa mujer —envidiada por las representantes del sexo femenino y deseada por los hombres— fallecida en París, e inhumada en el Cementerio de Colón de La Habana, en espléndido mausoleo, donde sus restos duermen el sueño eterno.
¿Cuál fue la verdadera historia de esta pareja, tan profundamente enamorada, pero bloqueada por infinidad de obstáculos durante sus vidas para llegar a ser felices (en toda la extensión y vastedad del término)?
Catalina estuvo casada con don Pedro Estévez, hijo de don Luis Estévez, político de la naciente República cubana y de la colaboradora de los mambises, doña Marta González-Abreu. Con Pedro tuvo un matrimonio bastante infeliz y con escasa vida íntima. Tanto ella, como Juan Pedro Baró —magnate azucarero hijo de una acaudalada familia natural de la provincia yumurina y divorciado en primeras nupcias— se enamoran y deciden unir sus vidas, lo que desencadenó un verdadero escándalo en una mujer que aspiraba a divorciarse, no obstante el hecho de tener dos hijos, y enfrentar los estigmas sociales y económicos prevalecientes durante aquella época socio-histórica.
Mario Coyula Cowley recuerda, en cada uno de los 25 capítulos en que se estructura ese texto, la pertenencia que lo ata a El Vedado, como la hidra a la pared, así como el amor incondicional que siente hacia ese barrio habanero; hechos mezclados con la presencia de una pareja conyugal que, por su posición social, no dejaron de ser infortunados durante su efímero tiempo de entrega y pasión, y de estar empañado dicho matrimonio por la siniestra acción de Tanatos (la muerte, en el vocabulario psicoanalítico ortodoxo), que arrancó a Catalina de los brazos de Juan Pedro como suele hacerlo el huracán tropical, que —según José Martí— “arrastra y destruye”.
Catalina es un libro que se caracteriza —fundamentalmente— por la belleza literaria y el infinito amor hacia El Vedado, cuyas características registran cautivantes leyendas románticas, fusionadas en cálido abrazo con historias reales a todo lo largo y ancho de muchos de los rincones, calles, parques, avenidas y hasta la histórica colina universitaria, que les sirven de idónea cobertura.
Visitas: 503
Deja un comentario