«Mediante esta exposición, para la cual he traído imágenes fotográficas de la época, he tratado de explicar cómo se desarrolló la vida de José Martí durante su estancia en la ciudad de Tampa y luego su vida en campaña, en la manigua cubana. Todas, junto a amigos, colegas, colaboradores del mambisado y patriotas en general», destacó el investigador Msc. José Antonio Bedia Pulido, en conferencia realizada en el Centro de Estudios Martianos (CEM), con motivo del aniversario 125 del reinicio de nuestras guerras de independencia.
«Una de las cuestiones que algunos investigadores afirman desde un punto de vista histórico es que el Diario de Campaña del Apóstol se inicia en Montecristi, Santo Domingo, mientras que otros plantean dos diarios. Uno, un itinerario que parte deMontecristi a Cabo Haitiano, y otro, de ese lugar a Dos Ríos. Todo ello plantea problemas con la grafía pues en algunos documentos resulta ilegible y en otros están sobrescritos los textos, al igual que resulta muy difícil e incomprensible el empleo del grafito del lápiz utilizado. Esto, por supuesto, necesita una revisión más profunda por expertos», explicó para, seguidamente, añadir que «otra situación que también resulta ser profundamente analizada e investigada es lo ocurrido entre los tres grandes en la finca La Mejorana».
Afirmó no obstante, que en su diario El Generalísimo Máximo Gómez, sí afirma desde un inicio que luego de desembarcar en Playitas «el día trece de abril, no hemos cesado un solo instante de sufrir vicisitudes».
En relación con la caída en combate de Martí, el investigador hizo referencia a los partes militares españoles: «desde el 16 hasta el 30 de mayo hablan sobre las tropas de Jiménez de Sandoval, pero para nada se expone la muerte del Apóstol», un hecho que es llevado a sus respectivas obras por infinidad de artistas plásticos de la República neocolonial al reproducirlo de diversas formas cuando cabalga en su caballo –que puede ser de color blanco o carmelita–, o sentado en la montura”.
La presencia de los cubanos de Tampa en la Guerra de Independencia fue el tema tratado por el historiador Mario Valdés Navia. Todos ellos formaban parte de comunidades independientes antes, durante y después de la guerra, en las que también se incluían clubes independentistas.
«Esas comunidades de emigrados cubanos, al igual que las de otros países, realizaron una labor importantísima durante la guerra. En 1913 a muchos de ellos les fue otorgada la llamada Medalla al Emigrado, distinción que fue creada para tal objetivo con la imagen de Martí labrada en ella. Estos clubes y comunidades de emigrados le brindaron a Martí la posibilidad de poder entrar en contacto directo con los obreros tabacaleros de esa zona y con patriotas emigrados de la Guerra del 68 y de la Guerra Chiquita».
Valdés Navia subrayó «la inmensa labor revolucionaria de Carlos Baliño, como patriota en la Florida. Tuvo a su haber no sólo la creación de periódicos, entre ellos, La Tribuna del Trabajo, sino también clubes de emigrados revolucionarios –uno de ellos tuvo como vicepresidente a Enrique Roig de Leuschering–; al igual que fundó la Logia de los Caballeros del Trabajo».
Finalmente, hizo mención a las figuras de varios emigrados revolucionarios conocidos por nuestro Héroe Nacional, entre ellos, José Manuel Rivero Carbonell (Alquízar, 1880-La Habana, 1968), quien combatió en el Ejército Libertador donde obtuvo los grados de teniente. Más tarde partió para Tampa, donde se dedicó a la propaganda revolucionaria; creó el periódico El Expedicionario.Tras su regreso a la Isla, prepara la primera celebración pública que se le hiciese a Martí el 28 de enero de 1899, en plena ocupación norteamericana.
Por su parte, la doctora María Caridad Pacheco González, vicedirectora de Investigaciones del CEM, realizó una brillante intervención referida a la Cultura mambisa.
«Esos mambises, mal armados, harapientos, derrotaron en todas las líneas al poderoso ejército español mandado por la flor y nata de sus generales. Una lucha que comenzó el 10 de Octubre de 1868, Guerra de los Diez Años, que se prolongó después con la Guerra Chiquita; y luego de un período de reposo turbulento se reinició el 24 de febrero de 1895. El clarín revolucionario de esta guerra convocó a muchos intelectuales, escritores y poetas, los que desde el inicio hasta el final de la guerra compusieron ensayos, testimonios, poemas, himnos y hasta leyes a favor de la educación popular, explicó.
Seguidamente, enfatizó en la llamada «literatura de campaña», donde poetas y escritores incentivaron las ansias de libertad; a su vez, la composición musical se premió con las composiciones de importantes músicos, entre los cuales se destaca Perucho Figueredo, quien en las calles de Bayamo junto al pueblo, recién liberado, cantó La Bayamesa, el 20 de octubre de 1868, que devendría en Himno Nacional cubano. Un siglo después, esta fecha se consagraría como Día de la Cultura cubana.
A continuación, la historiadora rememoró que para la Campaña de Alfabetización efectuada en 1961, tras el triunfo definitivo de nuestra verdadera independencia, una de las cartillas para alfabetizar que se tomaron en cuenta fue la confeccionada por el patriota Rafael Morales (Moralitos), diputado de la República en Armas y promotor de la Ley de Instrucción Pública, primera creada con el fin de alfabetizar en el campo insurrecto.
En otro momento memorable, se rindió homenaje a la inolvidable investigadora doctora Ana Cairo Ballester por parte de los académicos Marlene Vázquez Pérez, directora del CEM; los doctores María Elena Capó Ortega, Ricardo Hernández Otero y la licenciada Mariana Pérez Ruiz.
En su intervención, la directora del CEM dedicó palabras sentidas a Cairo Ballester, su incalculable aporte a la cultura nacional, a la historia de Cuba, «de la cual fue una apasionada. Como todos sabemos, fue una colaboradora de este Centro y miembro de nuestro Consejo Científico durante años. Sentimos su pérdida profundamente pero, a la vez, le estamos agradecidos como pilar de la cultura nacional, como patriota convencida que no se dejaba tentar a la consigna vacía y para quien Cuba era una cuestión de sentimiento, de esfuerzo y heroísmo cotidianos».
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