
Ada Zayas-Bazán es una escritora de literatura infantil, poeta y docente cubana. Estudió en la Escuela Nacional de Instructores de Arte en La Habana. También se graduó en Bibliotecología y Técnicas documentarias en el Centro de Superación para el Arte y la Cultura de Camagüey. Desde 1988 se desempeña como especialista literaria en el Palacio Provincial de Pioneros «Camilo Cienfuegos» en su ciudad natal, primeramente, en la Casa de Cultura «Ignacio Agramonte» y más tarde en Casa de Cultura «Joaquín de Agüero», donde realiza labores docentes como asesora literaria, Instructora de Arte y Literatura.
Ha participado como ponente en diversos eventos de literatura para niños, en los que ha obtenido premios. Dirige el Proyecto literario y editorial «Caracol» de literatura infantil y juvenil que ha merecido premios provinciales y nacionales. Su labor ha sido reconocida en las revistas cubanas Bohemia, Educación y en el periódico Adelante. Además de escribir poemas y cuentos infantiles, ha incursionado también en el teatro. Su obra Pupa fue llevada a escena por la Compañía teatral infantil de Camagüey La Andariega, presentándose más tarde en el I Festival de Teatro Latinoamericano de La Habana, en agosto de 2006.
A propósito del cumpleaños de esta escritora, poeta y docente cubana consagrada a la literatura para niños, a continuación, compartimos una selección de cinco de sus poemas para celebrar su día y evocar su obra.
Cinco poemas de Ada Zayas-Bazán
Las casas muertas
Yo soy un pez, un eco de la muerte. GASTÓN BAQUERO Mío era el oficio del amor, la ficticia maternidad de las niñas; mi vientre lo rellenaron de paja y tusa de maíz, y me abandonaron a merced del mar como a una vieja muñeca de porcelana china. Ser un objeto abandonado es una tarea difícil, ardua. Floto en las aguas oscuras de la bahía, cebo sargazos en la boca y un caracol me nace entre los ojos entreabiertos, mis muslos están llenos de escamas puntiagudas y me hincan: duele tanto mutarse en pez, pero elijo rendirme al mar para no convertirme en la arena de tantas casas muertas que deambulan por esta ciudad.
La verdad
Una verdad se levanta contra mí amurallándome los vuelos, suyo es el espacio y los caminos, las palabras me asaltan torcidas y sordas como alambres de púas; la vida es gris sin los milagros, la vida que se encoge y se trasmuta en plomo. La vida en grito, la vida en contraluz. La vida…
Predicción
Ya no seré la mujer del comediante. Vendrá la lluvia del extraño a despertar el aguijón del hambre, develará la puerta y será la música. Todo ha de ser la música, la música y el vino. La quietud aguarda, hago el orden, el orden y la alquimia del milagro. Nada escapará. Desde mi sitio hay un mago con la mano abierta, sus dedos tocan el asombro. Voy a estarme quieta, inmóvil. Vendrán por mí.
Reunión familiar
A S. Freud, por supuesto Abuela desterró a Edipo de las cavernas de mi vientre, él abrió sus ojos espantados de tanta oscuridad, de tanto miedo. Un anciano iba castrando el vuelo de mis pupilas: no vería a Electra —llanto perdido en la cordura del infierno—. Y me indicaron el camino de la hoguera. Ardían mis nueve lanzas. Vi quemarse las alas del ángel. La pequeñez no tiene flores amarillas.
Raíces
A mis padres Una raíz me divide no hay incienso. Qué he de hacer para tornarme y no escapar como los otros. La misma historia de la mujer que fue de espaldas por la sal, la misma estatua. Dónde aferrar la mano —puro hueso— a qué reliquia. Dónde el camino sin la angustia del retorno. Una raíz se tuerce hasta quebrarme. Adónde asir el desconcierto. Adónde.
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Elaborado con información de Isliada
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