Fui invitado al XII Encuentro Universal de Escritores “Vuelven los Comuneros”, que se desarrolló en las ciudades de Bucaramanga, San Gil, El Socorro y Bogotá. Estaba auspiciado, entre otras instituciones por las Universidades Libre y de la Salle, Casaján, La Casa del Libro Total, Uniediciones, el Instituto Municipal de Turismo de Bucaramanga. La versión estaba dedicada a Cuba como País Invitado, por lo que me correspondió ser el Presidente de Honor, si bien otro poeta y ensayista cubano participaba plenamente del evento, el Dr. Jesús J. Barquet, residente en New Mexico.
Con sonrisas y alegría, me recibió el 21 de noviembre en la noche y en el aeropuerto de Bucaramanga el Comité Organizador en pleno, formado por el poeta Hernando Ardila, su Presidente, la poeta Yuli Marlín y la pintora y promotora Amparo Moreno. Faltaban dos días para el inicio de las actividades, de modo que el 22 de septiembre recorrí gran parte del centro de Bucaramanga con el amigo Barquet, hospedado como yo en el Hotel La Serranía. Es una bonita ciudad bastante verticalizada por el número de edificios altos, llena de parques muy agradables y un simpático bulevar que hacía de centro en la zona comercial.
El 23 cambiamos para el hotel donde estaríamos hospedados todos los participantes del Encuentro, un total de treinta poetas, de quince países, contando la propia Colombia. Nos fuimos conociendo poco a poco y, por fortuna, resultó un grupo muy afín, que compartimos los días y las sedes del Encuentro con armonía y solidaridad entre poetas. Jesús y yo tuvimos una agradable entrevista en la televisión (Canal TRO), para su noticiario estelar, y las actividades dieron inicio en la ciudad, mediante visitas a varios centros escolares y culturales. A mí me tocó, con el poeta español Joaquín Juan en la escuela de la fundación Casaján, y fue una gratísima lectura con muchachos y profesores muy atentos. Concluimos las actividades en la ciudad de Bucaramanga en la sede de La Casa del Libro Total, impresionante institución (fundación) especializada en libros digitales, suerte de enciclopedia libresca mundial, que nos llenó de asombro y entusiasmo. Allí tuvimos un magnífico conversatorio y luego un recital colectivo, rico y variado.
Antes de irnos rumbo a las ciudades de San Gil y El Socorro, tuvimos un fantástico viaje en autobús por las serranías colombianas, con un alto en el famoso Cañón de Chicamocha, espectacular, tierra de los aborígenes Guane (Huanis), luego otra estancia hermosa en el Parque del Gallineral, junto al río Fonce, en el sitio en que se une la quebrada Curití, un lugar hermoso, donde las ceibas enormes parecen catedrales. Allí ha de oficiar algún obispo arbóreo.
En la ciudad de San Gil tuvimos una lectura de buena parte de los integrantes del evento, en La Casa del Libro Total, segunda sede de esta fundación. Seguimos hacia la pequeña villa colonial de Barichara (fundada en 1705), donde tuvimos un agradable almuerzo y paseo por la conservada ciudad, punto turístico notable de Colombia. A esas alturas, el grupo de poetas se había integrado mucho, con un sano sentido de no querer sobresalir en el conjunto, sino sentirnos entre hermanos, con nuestros egos declinados en favor de la armonía. Este hecho hizo rico y variado el intercambio entre los poetas y con el público de las comunidades donde hacíamos nuestras lecturas por grupos o colectivas.
En El Socorro, estuvimos el 26 de noviembre en su Universidad Libre (un hermoso acto de plenaria) y en otros centros de estudios y laborales, en diferentes lecturas. A mí me correspondió con el brasileño Antonio Miranda en la sede de la Universidad Libre, con estudiantes de Magisterio y Derecho; Miranda y yo tuvimos un conversatorio muy feliz, de franca connivencia y armonía. Al día siguiente, salimos rumbo a Bogotá.
Es el momento de definir, antes de llegar a Bogotá, cuál era el conjunto de los participantes: Carmen Gloria Pinilla (Chile), Luz María López y William Pérez Vega (Puerto Rico), Joaquín Juan Penalva y Joaquín Zapata (España, Zapata residente en Colombia), Antonio Miranda y su secretario Nildo (Brasil), Khedija Gadhoum (Tunes, residente en USA), Rudy Cifuentes (Venezuela, residente en Colombia), Antonio Nazzaro (Italia, residente en Colombia), Melva Sotelo (Ecuador), los colombianos Omar Ardila, Ángela Acero, Merardo Aristizábal, Juan G Ramírez, Fabiola Acosta Espinosa, Anna Francisca Rojas, Cecilia Urrutia, Yuli Marlín, Rosa J. Albarracín Galeano, Johan Builes (catedrático de la Universidad Libre), la señora Inés González allí llamada la Mamá de los Poetas, Luz Amparo Moreno, y el propio organizador principal Hernando (Nando) Ardila.
Ya en la capital colombiana, tuvimos una magnífica lectura colectiva en la sede principal de la Universidad Libre, en uno de los más bellos actos de la gira de este Encuentro. Nos hicieron sentir muy bien de manera colectiva. También hubo una lectura demasiado larga en la Universidad de La Salle, y un encuentro, final del evento, en la librería del Grupo Ibáñez, sede de la Editorial Uniediciones, especializada en Derecho, pero que editó varios libros de participantes en años anteriores e hicimos un lanzamiento de varios poetas, entre ellos una antología de mi poesía, amablemente editada por esta casa editora bajo el título Escribo en carne humana. Además de los participantes en el evento, se reunieron en esa sede algunas firmas descollantes de la literatura colombiana, como Juan Manuel Roca, Patricia Suárez, James Galvis entre los que recuerdo, y un grato público que nos escuchó evidentemente con agrado.
Se disolvió el grupo, cada cual viajó a su país de origen y quedó en la memoria el magnífico XII Encuentro Universal de Escritores “Vuelven los Comuneros”, que dejó contentos a los que en él participamos y felices a sus organizadores, por haber realizado un congreso que puede catalogarse de ejemplar, pese a los limitados recursos económicos con que contaron, las dificultades para propiciar alimentación y hospedaje constantes por parte del propio Encuentro, y otras aprietos de transportación y de ritmo propio de un programa que cuenta con fondos muy limitados para su desarrollo. Todos hicimos votos para que el XIII Encuentro Universal de Escritores de 2019 sea mejor que este, que puede calificarse como un triunfo de la poesía en voz de un grupo armónico de creadores hermanados en una misión de lecturas comunes.
Mi amigo, el poeta Omar Ardila, nos propició a Jesús J. Barquet y a mí una lectura en el Parque Nacional de Bogotá, donde nos reencontramos con varios poetas del recién pasado Encuentro, y con otros muchos más, entre ellos el amable Hernán Vargascarreño, Harold Alvarado y Eduardo Gómez, entre otros. Barquet partió ese mismo día, y al siguiente pude participar en la presentación de un libro de aforismos de Vargas Vila, preparado y prologado por Omar Ardila, en el corazón de la ciudad, donde, antes, visitamos la Casa Silva, librerías, bibliotecas, museos (detenidamente, el Museo del Oro) a paso rápido, y vimos el movimiento fuerte de la capital de Colombia.
Fue un viaje feliz, con libro publicado y encuentro de poetas sumamente grato. Mi primer viaje a Colombia gozó de exitosa alegría
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