La lectura es bien importante desde niños, si logramos que ese hábito sea diario, los libros nos acompañarán por siempre. Este relato está escrito por una niña de 5º grado que fue ganadora en el Concurso Leer a Martí del año 2003 y Concurso por la provincia de La Habana.
«Nené traviesa en mis sueños»
Eliagne Lima González
Todas las noches mi abuela me lee un cuento y hoy, como otras veces, la espero con impaciencia, pues prometió contarme anécdotas del autor que más quiero: José Martí.
¡Cómo trabaja mi dulce abuela en la oficina!, pienso ya arropada en mi cama de sábanas blancas. Una leve brisa mueve las cortinas de la ventana y me acurruco suavemente abrazada al libro La Edad de Oro que ella me regaló.
Hoy «abue» llegó cargada de papeles y todavía está trabajando. Lentamente, resignada, me quedé dormida.
De pronto sentí unos pasitos lentos que se acercaban, abrí los ojos y ¡adivinen a quién vi! Era Nena traviesa que llevaba el viejo libro de su padre, se sentó en el piso y comenzó a romperlo y arrancarle hojas.
—¿Nené? —le pregunté—, ¿qué haces aquí?
—¡Silencio! —me respondió bajito—. Ayúdame a quitar la hoja del gigante malo, de prisa.
—Pero los libros no se rompen, se cuidan. ¿Es que acaso no sabes lo que es un libro?
—Y tú, ¿cómo te llamas? —preguntó.
—Mi nombre es Eliagne —le respondí y me senté a su lado.
Le expliqué que un libro es un buen amigo, nos cultiva la inteligencia, nos hace más cultos y educados, aprendemos sobre los fenómenos de la naturaleza… Además, nené —le dije acariciando su cabecita de hermosos bucles y mirando sus ojitos asombrados—, ¿tú sabes cuánto tiene que trabajar tu pobre papá para pagar ese libro tan antiguo?
Ella sonrió con picardía, ladeó su carita y me dijo:
—No hay un niño cubano que me haya dado la razón al verme romper el libro.
—¿Has visitado a alguien más? —pregunté asombrada.
Se levantó, arregló los encajes de su batica y me respondió con voz cantarina:
—Todas las noches en sueños visito a los niños que leen el libro La Edad de Oro. Este libro es mágico, mira, tiene sus hojas pegadas, no lo rompí, ja, ja, ja.
—Ja, ja, ja —reí yo también.
Nos tomamos de la mano y mágicamente estábamos en la habitación donde se guardan los libros. Ayudé a Nené a colocarlo en su lugar y salimos al jardín donde conversaba Bebé con un anciano esclavo. Escuchamos la historia de cuando ellos eran príncipes en su país. Esto no lo entendí, pero se lo preguntaré a mi maestra. Nené no podía estar quieta y me hizo señas para que viera pasar a Pilar, con su amiguita pobre, que llevaba en los pies los zapaticos de rosa.
¡Cómo me divertí jugando con Nené juegos viejos y nuevos! Saludamos al camarón encantado y a Loppi, pero no vimos a Masicas porque estaba brava.
Mi nueva amiguita me acompañó por todo el hermoso mundo de La Edad de Oro.
Cuando regresamos en el coche le pregunté a Nené cómo se sentía siendo un gran personaje de este libro que hizo Martí con amor para los niños, y me respondió:
—Me siento muy feliz pues los niños somos la esperanza del mundo.
—¿Prometes no maltratar más a los libros? —pregunté.
—¡Jamás! Pues yo quiero ser buena, y algún día vivir en la estrella azul.
Nos abrazamos alegres porque una voz muy dulce me llamaba. Era abuelita. Me desperté y me colgué de su cuello:
—Abuela, ¿tú crees que yo soy buena?
Ella me acarició la cabeza y sonriendo me dijo:
—Tú también vivirás en la estrella azul.
La miré pensativa y descubrí que tenía mi libro en sus manos y por una de sus páginas asomaba la pícara cabecita de Nené traviesa.
¡Qué sueño más hermoso!
La Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, en su 120 aniversario, junto a la Editorial electrónica Cubaliteraria y el Observatorio Cubano del Libro y la Lectura, apoyan las acciones del Programa Nacional por la Lectura difundiendo obras y autores significativos de la literatura cubana y universal.
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