…tus versos… No son renglones que se suceden: son ondas de flores.
José Martí

La obra poética de José Joaquín Palma y Lasso de la Vega (Bayamo 1844- Guatemala 1911) ha sido ampliamente divulgada en Centroamérica, donde el poeta vivió desde los 26 años hasta su muerte a los 67 años de edad. En 1882 se publica por vez primera en Honduras un texto suyo, del que 9 años más tarde se realiza una segunda edición, esta vez en Guatemala. La tercera, para conmemorar el centenario de su natalicio (impresa en 1950) y la cuarta, en 1962, en el cincuentenario de su muerte, también son realizadas en este último país. Cada una contiene 64 poesías seleccionadas por el autor, escritas luego de la quema de Bayamo en 1869, cuando desaparece su producción anterior.
En Cuba la obra de Palma se encuentra poco difundida: solo algunos poemas suyos han sido publicados para integrar diversas antologías de poesía cubana. En 1928, Juan Manuel Carbonell y Rivero, en La poesía revolucionaria Cuba, incorporó seis creaciones líricas. En 1936 la Biblioteca Popular de Cultura Cubana publica nueve de sus textos. En 1951, en ocasión del traslado de sus cenizas a Bayamo, la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación prepara la edición de diecinueve poemas. José Lezama Lima incluye dos poemas de Palma —«Carlos M. De Céspedes» y «Tinieblas del Alma»— en su Antología de la poesía cubana (1965), precedidos de una breve reseña donde el autor de Muerte de Narciso explora el significado de la poesía de Palma para la literatura de la Isla.
Se ha observado con razón que una de las notas dominantes del romanticismo en Cuba es la marcada vocación política de sus exponentes, relacionada con las luchas anticolonialistas; en tal sentido Palma es, sin lugar a duda, una figura representativa del movimiento. Poeta de su tiempo, y de su tierra, es tan auténticamente cubano que un autor no vacila en elegirle «prototipo» en el Parnaso nacional para representar «todas las cualidades y todos los tonos». Claro que en su caso hay que añadir otra singularidad: la determinación con que asume, vitalmente y no solo en la obra, el compromiso político. Pues si bien es cierto que también otros románticos bayameses, como Juan Clemente Zenea o José Fornaris, muestran inclinaciones políticas, Palma va a ser el único del grupo que se incorpore a la conspiración iniciada en el año 1868 en su propia ciudad natal. Durante más de dos años estará luchando en la manigua contra el ejército español.
Pronto a cumplirse el centenario de su fallecimiento, esta primera edición cubana de la poesía de José Joaquín Palma rescata para nosotros una obra que, conocida y apreciada en otras naciones (el «Cellini de América» entre los poetas, dirá de él Rubén Darío), no había sido publicado en su país. Es desde luego una manera de saldar nuestra deuda con el hombre que, pudiendo escoger la comodidad hogareña, dedicó su vida a luchar por la independencia de Cuba; el poeta revolucionario a quien el propio Lezama Lima —nunca ligero a la hora de clasificar a los hombres— eleva en la mencionada antología a la categoría de prócer nacional.
El Hombre
José Joaquín Palma nace en Bayamo el 11 de septiembre de 1844, en el seno de una familia acomodada. Vinculada a la oligarquía bayamesa desde el siglo XVII, era dueña de grandes extensiones de tierra, incluyendo las fincas San Joaquín, La Olaya, El Encanto y La Palma, con un total de 27 caballerías en el barrio de Barrancas. Pero durante el siglo XIX las necesidades de financiamiento, los obstáculos para la exportación de los productos agrícolas, y —especialmente—, la dura política fiscal impuesta por la metrópoli, obligan a la familia a desprenderse de sus propiedades rurales; en una de ellas: el Ingenio Demajagua —vendido en 1857 a Francisco Javier de Céspedes— Carlos Manuel de Céspedes proclamaría la independencia de Cuba.
A pesar de la profunda crisis económica que atraviesa durante la segunda mitad del siglo XIX, la ciudad de Bayamo muestra un inusitado desarrollo cultural. El joven poeta asiste con frecuencia al Teatro Bayamo, dnde exhibían obras importantes compañías locales y foráneas, y participa de las actividades culturales que ofrece la Sociedad Filarmónica. Al mismo tiempo, al igual que otros escritores del periodo formados en un medio aristocrático, se interesa por la cultura popular. En El Dátil asiste a las fiestas campesinas, llegando a ganar cierta fama como repentista. En octubre de 1868, conocedor del predicamento del que goza Palma en el lugar, céspedes lo comisiona a que insurreccione el poblado.
El pensamiento político de Palma va a madurar a partir de su relación con el medio. En el colegio San José le atraen las ideas independentistas que transmite a los niños el maestro José María Izaguirre, con quien más adelante trabará intensa amistad. En 1865, cuando contaba sólo 21 años, colabora con Francisco Maceo Osorio en el desarrollo de proyectos culturales. Sus artículos en La Regeneración de Bayamo defienden la cultura autóctona frente a la colonizante, exponiéndolo publicamente —al igual que a otros periodistas del semanario— a diversas formas de represión por parte de las autoridades del gobierno. Aunque proviene de la oligarquía bayamesa ideolçogica y culturalmente, pertenece a una corriente ilustrada que confronta el conservadurismo propio de su clase con un pensamiento políticamente radical.
El 14 de agosto de 1867 se crea el Comité Revolucionario de Bayamo, que aboga por la lucha armada como único medio de liberar a Cuba, con Palma como uno de los fundadores. Un año más tarde la conspiración se ha extendido en varias localidades; no obstante, aun la dirigencia no se ha definido en torno a un tema que provoca divisiones en el ejército patriota y entorpece el progreso de las acciones: la abolición de la esclavitud. Al ser nombrado Regidor, Palma impulsará una moción para aprobarla. El proceso finaliza con la firma del Decreto de Abolición de la Esclavitud por Carlos Manuel de Céspedes, el 27 de diciembre de 1868.
Las victorias obtenidas por los mambises después del 10 de octubre de 1868, la toma de la ciudad de Bayamo y los 82 días de Gobierno Provicional inducen al alzamiento del grupo etáreo de Palma. Al comienzo de la conspiración este aparece encolumnado detrás de los independentistas de la generación que le antecede; con el tiempo su figura va a adquirir mayor relieve, llegando a ocupar posiciones claves, como la de regidor del ayuntamiento de Bayamo.
Tras la derrota en el río Salado de las tropas del general Donato del Mármol, el 11 de enero de 1969, cae el Gbierno Provisional que preside Céspedes y Bayamo queda sin prtección militar. En uno de los episodios más memorables que registra la guerra anticolonial, los bayameses deciden quemar la ciudad antes que abandonarla a los españoles. Al igual que cientos de otras, la casa de Palma se ve envuelta por las llamas la madrugada del 12 de enero de 1869. Más de siete mil bayameses, entre estos el joven poeta junto a su mujer y sus cuatro hijos, se trasladan al campo, donde van a vivir azarosas jornadas buscando burlar el asedio de las tropas españolas, desafiando el hambre y las enfermedades.
En circunstancias tan difíciles, con los esbirros del conde Valmaseda hostigando a los dirigentes independentistas, Céspedes llama a Palma a su servicio como ayudante personal, ofreciendole además la dirección del periódico El Cubano Libre editado en la manigua. A pesar de sus gestiones para salvar a la pareja, en 1870 Céspedes se enfrenta a la Cámara de Representantes con motivo de la destitución del General en Jefe Manuel de Quesada, y hallando vulnerable su propia situación, decide extender a Palma un salvoconducto, junto con una recomendación dirigida a Hilario Cisneros, a fin de que el poeta se una a la emigración.
En Centroamérica, Palma no va a renunciar a su compromiso patriótico. Promueve la creación de tertulias literarias y la fundación de periódicos; establece relaciones con importantes personalidades de la cultura y la política, entre estas Máximo Gómez y José Martí. Realiza una incansable labor de propaganda en apoyo de la causa independentista, a cuyo servicio pone sus dotes de escritor. Él mismo se convierte en un referente importante de la emigración. Eventualmente solicita una declaración oficial del presidente de Guatemala, Justo Rufino Barrios, en defensa de los patriotas cubanos. Barrios firmará un decreto en 1875 donde reconoce a la República de Cuba como nación libre, soberana e independiente.
Las relaciones de los emigrados cubanos eran tensas; sin embargo, Palma se mantiene al margen de las disputas. Las conversaciones con Céspedes sobre los riesgos que entrañaba para el proceso independentista la falta de unidad, la misma experiencia en la manigua junto al Padre de la Patria, la tendrá presente hasta el final de sus días. Aún viviendo en Cuba mantiene estrecha amistad a la vez con Céspedes y con Francisco Vicente Aguilera —iniciador del mivimiento conspirativo—, entre quienes se intentaba crear discrepancias. Sabe Palma que para resistir la embestida plítica y militar de los españoles, las tropas insurrectas y la República en Armas necesitan el apoyo unánime de las fuerzas anticolonialistas. Nunca va a permitir que en su presencia se fomente la división entre cubanos.
El 20 de mayo de 1902 se instaura en Cuba la República, y el presidente Tomás Estrada Palma —sobrino suyo— le nombra Cónsul de Cuba en Guatemala, cargo que Palma va a desempeñar hasta su muerte, el 2 de agosto de 1911.
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Fragmento de la «Nota Introductoria» que acompaña el libro José Joaquín Palma, poesía, epistolario y ensayo, publicado por la Editorial Letras Cubanas en 2011.
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