Al examinar la historia de la cultura cubana hasta nuestros días, sorprende la recurrencia de varios apellidos: Vitier, Loynaz, Retamar, entre muchos otros, por solo hablar de la literatura, porque lo descrito sucede en otras manifestaciones. Alrededor de esta peculiaridad se articula Cuando de casta le viene (Letras en familia), el más reciente libro del periodista e investigador Leonardo Depestre Catony. La obra reúne una serie de textos que versan sobre artistas ligados por un mismo hecho significativo: todos ellos pertenecen a diversas familias en las que ha pervivido la creatividad por varias generaciones.
Con una prosa ágil y directa en la que el tono ensayístico se codea con la crónica, Depestre nos conduce por las vidas de estas familias célebres de nuestro acervo cultural: los Loynaz, Heredia, Milanés, Borrero, Cabrera, Uhrbach, de la Torriente, Roa, Vitier, Piñera, Retamar… desfilan por estas páginas a través de breves síntesis que se centran en hechos relevantes y en el modo en que, en muchos casos, varias de estas figuras vivieron signadas por la tragedia y el azar, de tal suerte que algunas jamás rebasarían los 40 años, lo cual no impidió que nos legaran valiosas obras.
Asimismo, en el bosquejo se nos devela el perfil multifacético de varios intelectuales cubanos, que igualmente perduró en el tronco familiar. Muchos de ellos fueron actores de su tiempo en palabras y hechos, compaginando exitosamente su quehacer artístico con la participación en los movimientos insurreccionales ocurridos en los dos siglos que abarca el libro, de los que fueron grandes cronistas gracias a sus dotes literarias.
Ahora bien, uno de los rasgos más encomiables del libro, y que constituye piedra angular de la labor investigativa de Depestre, es la atención a figuras usualmente eclipsadas y soslayadas. En concreto, se menciona a Federico Milanés, que si bien no alcanzó las dotes de su hermano José Jacinto, tuvo una labor digna de mención más allá de su función de antologador de la obra del gran poeta. Igual sucede con autores como Julia Montes de Oca, los hermanos Fernando y Francisco Lles y Berdayes, Sanlope y los hermanos Sellén, que en opinión del autor desarrollaron una obra cuya valía rebasa la escueta nota de una efeméride.
El volumen se perfila como una auténtica invitación a indagar, pues el autor referencia numerosas fuentes utilizadas, entre las que se encuentran voces de las más prestigiosas de nuestro panorama literario, como José María Chacón y Calvo, Pedro Henríquez Ureña, José Martí, Cintio Vitier, José Antonio Portuondo, Salvador Bueno y Roberto Fernández Retamar, además de numerosos artículos de prensa que le sirvieron para tratar a creadores más cercanos en el tiempo.
No se concibe como un libro especializado, sino, en palabras del autor, como «una propuesta que pretende sugerir lecturas mayores». Creo que, para bien del lector, el libro se ciñe con eficacia a tal propósito; quienes decidan explorar su contenido hallarán un buen epítome biográfico de voces notables de dos siglos en los que la cultura cubana cristaliza y adquiere autenticidad sin dejar de explorar nuevos horizontes. Los autores aquí reunidos constituyen un umbral hacia nuestra cultura; a ustedes, lectores inquietos, los invitamos a cruzar.
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