
Virgilio López Lemus (Fomento, Sancti Spíritus, 1946) es una figura insoslayable en el panorama de las letras cubanas contemporáneas. Su trayectoria, vasta y polifacética, lo ha consolidado no solo como un poeta de voz singular, sino también como un ensayista riguroso, crítico sagaz, traductor atento y académico de mérito. Doctor en Ciencias Filológicas y miembro destacado de la Academia de Ciencias de Cuba, López Lemus ha dedicado su vida al estudio y la creación literaria, con un énfasis particular en la poesía, que él mismo considera «el eje» de su existencia, el prisma a través del cual refracta su labor ensayística.
Su obra poética anterior, con títulos como El pan de Aser, Cuerpo del día o Escribo en carne humana, y sus influyentes estudios sobre la lírica cubana —Palabras del trasfondo, La décima constante, El siglo entero— dan fe de una vocación sostenida y una profunda inmersión en la tradición literaria de Cuba.
En este contexto de madurez intelectual y creativa llega Cuatro copas llenas (Editorial Letras Cubanas, 2024), un poemario que reafirma la constancia y la profundidad del quehacer lírico de López Lemus. Presentado en la 33ª Feria Internacional del Libro de La Habana, evento dedicado, precisamente, a su figura y a la de Francisca López Civeira, el libro se nos ofrece como una destilación de las preocupaciones existenciales y estéticas que han marcado su obra.
El propio autor nos advierte en el «Pórtico» que abre el volumen: «Aquí se apilan, hacia la luz y hacia la vida, cuatro conjuntos líricos diferentes y análogos, disímiles pero similares». Esta estructura cuatripartita —«Tristeza de las cosas que no fueron», «La inmensa edad», «Concierto con variantes» y «Copas llenas»— organiza un flujo poético que, aunque diverso en sus matices, mantiene una coherencia temática y tonal notable. El título mismo, Cuatro copas llenas, sugiere una plenitud alcanzada, una cosecha lírica recogida en la etapa serena de la vida, pero también, quizás, la aceptación de las distintas facetas —alegres, tristes, reflexivas, eróticas— que colman la experiencia humana.
El pórtico inicial funciona como una declaración de principios estéticos y vitales. López Lemus postula la poesía como un acto de «re-creación de la existencia», una apuesta radical por la vida frente a la disolución y el olvido. Sitúa el tiempo como eje central de su indagación lírica, reconociéndolo como la fuerza motriz de la «danza cósmica» que es la existencia. Esta reflexión sobre la temporalidad impregna todo el volumen, manifestándose en diversas tonalidades: la melancolía ante lo efímero, la celebración del instante presente, la confrontación con la memoria y la ineludible conciencia de la finitud.
Tiempo, amor y escritura
Tal como se anuncia en el pórtico, el tiempo es el gran protagonista de Cuatro copas llenas. La conciencia de la edad, la fugacidad de la juventud y la cercanía de la muerte son exploradas con una serenidad reflexiva. Esta mirada, a veces teñida de melancolía, rara vez cae en la desesperación. Poemas como «El juego de las ambivalencias» abordan las limitaciones de la vejez, mientras otros textos, como «Alter», confrontan directamente la pérdida de la juventud y la soledad que puede acompañar al paso de los años.
La sección «La inmensa edad» agrupa muchos de estos poemas donde la mortalidad es un horizonte constante. La reflexión sobre los restos y la disolución en «Cenizas» o la observación sobrecogida de la transformación del cuerpo vivo en objeto inerte en «Cuerpo/Cosa» dialogan con la persistencia del yo lírico que, aun reconociéndose finito, se afirma como «canto enamorado» en «El Temor». La diferencia temporal con los ausentes se marca en «Vidi». No obstante, la meditación sobre la finitud no resulta paralizante; a menudo, conduce a una reafirmación vital del presente, a un asombro renovado ante la luz y la persistencia del mundo, como se aprecia en «Salgo al sol».
El amor, en sus múltiples manifestaciones, ocupa un lugar central en el poemario. Se explora desde la celebración del encuentro físico, casi táctil y carnal como en «Los cuerpos», hasta la ternura serena y el afecto duradero que se trasluce en la «Suite de l’amour». La pasión, la pérdida, el recuerdo melancólico y la persistencia del vínculo afectivo son facetas abordadas a lo largo del libro. López Lemus no rehúye la exploración del erotismo homoafectivo, una veta constante en su obra y en su labor como antólogo.
Poemas como «Narciso», «Bien de ángeles» o el explícito «Tríptico» abordan esta dimensión con naturalidad, lirismo y una sensualidad que celebra la belleza de los cuerpos y la intensidad del vínculo amoroso. «Interpretación» ofrece una relectura inclusiva del mito adánico, afirmando la validez de cualquier forma de amor. En general, el amor se presenta como una fuerza esencial, un refugio ante la intemperie existencial y, a menudo, como un diálogo sostenido con la ausencia de los seres queridos, como en «Conversación», «Ínferos» o «Sapiencia».
Fiel a su condición de poeta-ensayista, López Lemus dedica numerosos textos a reflexionar sobre el propio acto creativo. El «Pórtico» ya establece la poesía como una apuesta vital irrenunciable. Otros poemas profundizan en esta idea: «El poema» lo define como una forma de inteligencia que modela el universo, mientras que «Página en blanco» ironiza sobre la vacuidad de la escritura sin sustancia. «Fe», por su parte, es una afirmación rotunda del valor intrínseco y la función iluminadora de la poesía, viéndola como una «servidora» esencial.
La magnífica «Oda a los libros» celebra la lectura como un acto de comunión, descubrimiento y dependencia vital. En «La escritura», ese acto creativo se presenta casi como una función biológica, una necesidad inevitable comparable al crecimiento de la hierba. Esta metapoesía no es un mero ejercicio intelectual; se trata de una exploración profunda de la poesía como forma de vida, como acto de resistencia ante las adversidades («Resistencia») y como búsqueda de trascendencia frente al paso del tiempo y la amenaza de la nada.
Entre el lirismo y la reflexión
La poesía de López Lemus en este volumen se caracteriza por una dicción clara y accesible, alejada de hermetismos excesivos, pero cargada de lirismo y profundidad reflexiva. Combina versos de largo aliento, de cadencia meditativa y tono conversacional, con formas más concisas y depuradas, demostrando una notable flexibilidad expresiva. Su dominio de la métrica, patente en su obra ensayística, se manifiesta en la inclusión de sonetos («Esa lluvia en tus brazos», «Encuentro», «Interpretación», «El caballero»), décimas («Tristeza»), heptasílabos («Heptasílabos») y haikus («Haikú», «Credo 1. Haiku»), lo que enriquece la expresión y muestra su diálogo consciente con la tradición formal.
En Cuatro copas…predomina un tono elegíaco y contemplativo, propio de quien mira la vida desde la atalaya de la experiencia, pero sin renunciar a la celebración sensual («Los cuerpos», «Bien de ángeles»). El lenguaje es cuidado, buscando la palabra precisa, y a menudo se percibe un sustrato filosófico («Variantes sobre temas oscuros», «Acerca de la divinidad») que invita a la meditación sobre las grandes preguntas existenciales: el ser, la nada, el sentido, la divinidad.
Esta obra se inserta con naturalidad en la sólida trayectoria de Virgilio López Lemus. Los temas centrales –el tiempo, el amor en sus diversas formas, la muerte, la reflexión sobre la propia escritura– resuenan con su obra anterior, tanto poética como ensayística. Su constante estudio y conocimiento profundo de la poesía cubana parecen nutrir su propia creación, estableciendo un diálogo implícito y explícito con voces anteriores y contemporáneas.
Lo que distingue quizás a este volumen es el acento particular de la madurez. Se percibe una aceptación serena de la «inmensa edad», una mirada que abarca el ciclo completo de la vida con sus luces y sombras. La «tristeza de las cosas que no fueron», título de la primera sección, no anula la posibilidad de llenar las «copas» del presente con significado y experiencia. La voz poética se siente decantada, sabia en su melancolía, pero también firme en sus convicciones éticas y estéticas.
Cuatro copas llenas es un libro sustancioso, reflejo de una vida dedicada a las palabras y al pensamiento. Virgilio López Lemus nos entrega una obra donde la hondura reflexiva del ensayista y la sensibilidad lírica del poeta se conjugan armoniosamente. A través de sus cuatro secciones, el poemario traza un camino íntimo que es, a la vez, universal, explorando los grandes temas de la existencia con un lenguaje depurado y una mirada que combina compasión y lucidez.
Es la obra de un poeta en plena posesión de sus recursos expresivos, que no teme confrontar la sombra y la finitud («Ínferos», «Cenizas»), celebrar la luz y la belleza («La belleza», «Salgo al sol») y afirmar, por encima de todo, la vigencia de la poesía como una fundamental «apuesta por la vida».
En un panorama literario a menudo fragmentado, la coherencia, profundidad y madurez expresiva de Cuatro copas llenas constituyen un valioso aporte, un brindis necesario por la palabra que perdura, nos interroga y nos humaniza. Confirma a López Lemus como una voz esencial y persistente en la literatura cubana actual.
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