Blandía el revolver entre sus manos. Me lo quitó mientras nos besábamos. Lo permití. No estaba cargado.
–Tengo ganas de darme un tiro en la cabeza -dijo serena.
–Mi vida, no me hagas eso. Que sin ti no puedo estar.
–En serio, tengo ganas de darme un tiro.
–Mi amor, ¿y esa idea?… vamos, cambia el tema.
–Me doy el tiro y le digo adiós a la mierda de vida que vivimos.
–Pero si tú no tienes problemas, muchacha. No tienes ningún problema.
–Si me lo doy, lo hago en el baño, para que sea fácil limpiar los azulejos.
–Mi ángel, deja eso ya que…
–Me miró seriamente, casi con ira en los ojos.
–¡No estoy jodiendo, coño! –gritó–. ¡Tengo ganas de darme un tiro!
No pude resistirme más. Caminé hasta la mesita de noche y le traje una bala.
Premio Luis Rogelio Nogueras 2018.
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