Lirismo, sutileza e inspiración son las premisas que caracterizan la poesía de José Raúl Fraguela para la niñez, la adolescencia y la juventud cubanas. Prueba de ello es la presencia en los libreros hogareños de poemarios como Ronda la ronda, publicado en 2005 y 2009 por Ediciones Loynaz, de Pinar del Río; Sitios que no vuelven, a cargo de El Mar y la Montaña, casa editora de Guantánamo, en 2012; Por los jardines del mar, por la santiaguera editorial Oriente en 2015; Canción callada, por la capitalina Gente Nueva en 2017, Fernando quiere saber, por la editorial Cauce, también pinareña, en 2019, entre otros, los cuales propongo hoy también para quien desee una lectura plenamente disfrutable.
Estaciones y regreso es el título del libro que nos ocupa, y fue incluido en 2019, en la Colección Ala y Espuela de la Editorial Oriente, con sede en Santiago de Cuba, aunque salió impreso poco después, motivada su demora por cuestiones relativas a la contención de actividades debido a la pandemia de COVID 19. En este texto —creado por José Raúl Fraguela desde la motivación de Mirtha Aguirre, a juzgar por sus breves versos que anteceden o introducen algunas de las cuatro partes en que se encuentra dividido— el poeta canta a las estaciones del año en 27 poemas, a partir de sus recuerdos íntimos de infancia, adolescencia y juventud, bajo la forma de delicadas estampas, rimadas en su mayoría, que remiten al lector interesado al campo cubano, a sus personajes —humanos o inanimados—, labores, costumbres, tradiciones y amores. Se adivina en cada palabra el intento y también el triunfo, al empastar claramente con la calidad innegable de la escritura de la reconocida autora, una pauta que rinde homenaje a esta figura cimera de la literatura cubana de todos los tiempos, fundamentalmente en cuanto a su creación para las edades tempranas de la vida. Un ejemplo de los más entrañables es el título «Abuela y yo»:
Cuenta y teje, con un verso y dos agujas hilvana hebras de recia ternura, milagros de fina trama. Teje y cuenta, su regazo es sitio seguro, casa. Con puntos de luz, su voz urde un encaje de magia. Cuenta y teje sus historias, refranes, adivinanzas… A su lado un niño escucha. Ambos pueblan mi nostalgia.
En letras, Fraguela expone los paisajes de la tierra natal, con todos los recursos apelativos posibles, sumados a prosopopeyas, metáforas y flash backs prudentes y oportunos. Se respira el perfume de las flores, el olor de la hierba, el petricor húmedo que antecede a la lluvia; se escucha el rumor del follaje, el piar de los pichones y polluelos, el trinar de aves que vuelan; se observan los arcoíris, amaneceres y atardeceres en sus palabras hechas imágenes, como ocurre con este sugestivo «Romance de la palma real», donde retrata un escenario natural digno de un cuadro de Esteban Chartrand, el gran paisajista romántico:
Cuando se alza en la llanura con su cabellera verde, suspira el sol en lo alto mas no puede detenerse. Si ondulan sobre las lomas los penachos de su frente, al enamorado rubio el rostro más se le enciende. Columna de estilo arauco, campesino minarete donde el dios de los taínos sube en los atardeceres y otea los maniguales por ver si su pueblo vuelve. Cuando en nutrido rebaño por sabanas y torrentes se dispersa, no hay un templo que su majestad semeje. Y si en la noche susurran las pencas su canto agreste, reverbera el horizonte en fulgor iridiscente con la impotencia del sol por la bella indiferente.
Para completar en armonía esta singular obra, brillan las ilustraciones de Albertho Díaz de León, pletóricas de formas vegetales y animales: aparecen flores de variadas formas, representaciones pictóricas de aves, mariposas y caballos; y figuras asociadas con la infancia, como payasos, madres con sus niños en brazos, nubes floridas, soles de gruesos rayos, todo ello dibujado con fuerte y sinuosa línea negra, y matizado con contrastantes y vivos verdes, amarillos, azules y rojos en precisas tonalidades. Se agradece la edición cuidadosa de Roberto Carlos Fournier, tanto como la composición de Sergio Rodríguez Caballero, que permite una integración equilibrada y exitosa de imagen e infografía en cada página, y respeta el diseño de la colección de Rolando Castro Ramírez.
El autor de tan elaborado cuaderno poético, José Raúl Fraguela, nació en 1961 en San Juan y Martínez, Pinar del Río. Ingeniero agrónomo, profesor universitario y editor, además de poeta y escritor, a partir del año 2000 trabajó en el Centro de Promoción y Desarrollo de la Literatura Hermanos Loynaz, de su provincia natal, donde ha editado más de un centenar de libros para Ediciones Loynaz. Ha impartido conferencias, talleres y cursos sobre literatura en otras localidades de Cuba, como Guantánamo, Isla de la Juventud y La Habana. Ha publicado, además de sus varios libros de poesía, una investigación en coautoría sobre la vida y la obra de Nersys Felipe Herrera, gloria de las letras pinareñas y Premio Nacional de Literatura. Sus letras han aparecido igualmente en México, El Salvador y los Estados Unidos de América.
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