
Les presento un cuaderno de poesía que desde su título nos llena de ansiosa curiosidad, dudas e interrogaciones, se trata de Las extensiones (Ediciones Unión, 2019, formato digital), del poeta y ensayista Jorge Osorio Naranjo (La Habana, 1968), que se presentó en la concluida Feria del Libro.
Tal vez si uno leyera bien el texto, se toparía mezclando el sustantivo que funciona como rúbrica, con el universo femenino actuando cual sujeto regulador de prejuicios y estereotipos, signados por los medios comunicativos de masas occidentales. En realidad, las prolongaciones de cabello se utilizan tanto en féminas negras como de otras razas, aunque el falso glamour de Occidente los reduzca a crear tensiones enajenantes, excluyentes, pero sinceramente –sobre todo por humanismo- tal sendero para nosotros, los habitantes y portadores éticos de la profunda izquierda, ese comercialismo fútil nos esté, por conciencia social, vedado.
Desde que me acerqué a este libro me realicé a mí mismo miles de demandas: ¿Será qué este nuevo volumen constituye una ramificación de su anterior libro, Vuelta a las zonas desérticas, Premio Pinos Nuevos 2012 (Editorial Letras Cubanas, 2013)? Del cual pedí, no hace mucho tiempo, en un artículo en el sitio web de la Editorial Cubaliteraria, ejercitar a esta altura un acto inusual en Cuba, su reimpresión o reedición, a partir de dos lógicas extremas: su apreciación por parte de la crítica especializada y los lectores; en segundo término por haberse agotado en las librerías locales. Comprensible por el tiempo transcurrido.
La respuesta no tardó en llegarme mientras analizaba los versos de dicho volumen, en las páginas 34 y 35, primera sección Finalidad del Pensamiento, formando parte de un poema en dos partes rotulado ¿Y bien?, halle allí una dedicatoria a mi nombre en agradecimiento –como diría el querido poeta fallecido Rafael Alcides Pérez (1930) y lo parafraseo: Jorge Osorio, su texto me dejó «más agradecido que un perro».
Presiento que no soy yo tan solo, pues también se homenajean por ejemplo a contemporáneos nuestros de lujo como Roberto Manzano (1949) y Rito Ramón Aroche (1961). O sea que podemos asumir como el vate expresa en la segunda sección del poemario que, encabeza como Vientos: «(…) Yo flotaba en el éter». Que así suele comportarse el azar según Lezama —bien devorado por el fabulador— nos expuso y a la vez nos expulsa como el viejo Platón (427-347 a. C.) de su República.
Osorio Naranjo desea inscribir su canto de nuevas reminiscencias en lo intenso, nos quiere reconciliar con una poesía amable, fina, interior que no cede, ante cualquier arquetipo de amargor/ardor, regodeándose en el martirio/misterio de la existencia misma. Estamos, cual expresé sobre su anterior tomo Vuelta a las zonas desérticas, frente a testimonios fabulados de sujetos de una raza que se ha enemistado con el espacio lineal:
Muestro el cuerpo lacerado. Son viejas deudas con mi destino.
No constatamos un ser quejante y ya. No, nos encontramos ante el rapsoda que, marcado por el dolor, grita, testimonia su angustia eterna. De una manera asfixiante que nos atrapa con él su propio sino, su destino, su Fatum terrible, al modo de entenderlo y practicarlo la cultura de los antiguos griegos:
(…) Pudiera, con el ruido que se introduce, expandir los círculos el choque de una esfera en otra. Pues dificulta, se adhiere una insolución. Luego me desplazo. Regresé a lo que el pórtico explaya en sus variados sentidos/significados/símbolos de cada una de las ramas del saber. Un coqueteo cognitivo del autor y las evoco o convoco: Las extensiones interiores del espacio exterior; Las extensiones vectoriales avanzadas; El algoritmo de Ukkonen; la teoría de cuerpos de clases; la extensión algebraica; el teorema fundamental de la teoría de Galois, el object Pascal y un gran etcétera… por su expansión en el espacio de las ciencias informáticas.
No se asusten, que hoy yo no les voy a develar tantos arcanos, solo vine a presentarles un poemario sincero que como el juglar inquiere, sin efectismo de ninguna índole: «¿El universo que invoco es el universo que toco?».
Dejé para el final una especie de resumen, hablamos de un poemario y una poética que abarca un singular abanico de ejes que viajan desde La Moda, tema musical de la orquesta los Van Van, pasando por nuestro interés cosmológico y matemático-algebraico, hasta la (r)evolución informática y sus propósitos en el ciberespacio.
Así que aunque parezca mentira, o una mala boutade choteadora mía a lo Mañach y Robato (1898-1961), a eso precisamente los invito, tocar con vuestras miradas otra obra de loas, sabias, y a su vez, extrañas del amigo y colega literario Jorge Osorio Naranjo.
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