El archipiélago cubano está lleno de riqueza en la historia del pentagrama sonoro insular, que influye en el desarrollo de agrupaciones y ritmos caribeños y latinos.
Por otra parte, ha recibido el influjo de la música africana y europea. Del Viejo Mundo llegaron —algo después que los conquistadores hispanos— el órgano, un aparato reproductor de música con peculiaridades tales que lo hacen formar parte del patrimonio de la nación cubana.
A través de la historia de siete familias, desde la colonia hasta el siglo XX, ese volumen narra el desarrollo musical en el oriente cubano, que —sin duda alguna— influyó en todo el territorio nacional.
Los puntuales aportes al universo de las corcheas y las semicorcheas de figuras como el violinista Diego Bonilla; Anselmo Casacas, embajador de los ritmos cubanos; el maestro Julio Gutiérrez, piedra angular del bolero como género musical genuinamente criollo; Carlos Puebla, Cantor de la Revolución; Emiliano B. Ponciano, el cantor de las provincias; y el maestro Wilfredo (Pachy) Naranjo, Premio Nacional de Música 2011, y director fundador de la Original de Manzanillo.
En las páginas de ese libro, se relata cómo la familia Borbolla protagoniza el establecimiento del órgano francés en Manzanillo y sus alrededores, al traer desde París los primeros aparatos fabricados con cartón y cómo aprendieron a construirlos en esa ciudad del oriente cubano, elaborar las propias partituras y reparar los órganos, sin acudir a academias ni instituciones estatales o privadas; legado intelectual y espiritual que se hereda de generación en generación y mantiene viva —¡y bien viva!— la tradición orgaganística manzanillera.
En Del Órgano a la Original se describen —en detalle— los ingentes quehaceres que contribuyeron a que el órgano oriental fuera declarado Patrimonio Cultural de la Nación hace menos de un lustro.
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