Maylan Álvarez
En esta poesía se asume una de las maneras de enfrentar la invisibilización, la violencia sicológica, simbólica y mediática que acompaña la existencia femenina: la ironía, un lenguaje acerado y amargo con el que también se enarbola, desde el fondo, su vapuleada identidad, el desafío de asumir tu identidad más allá de los estereotipos con que conforma la sociedad lo femenino. Entre tanta violencia, que va desde lo físico hasta lo sicológico, la mujer se autoreverencia y muestra en este poemario un sentido y autosuficiencia de su propio mundo. Ocurre entonces la reconciliación corporal femenina lejos de las aspas de una perfección lances de cohibirse que impone la sociedad y los medios a la mujer. Lo que debe formar parte de la intimidad del ser femenino emerge con la mayor naturalidad que la vida no muestra, que la publicidad no muestracon el más sincero orgullo. Véase en este sentido el poema dedicado a la cicatriz de una cesárea, o el que se centra en la vagina. Ese libre albedrío, esa voluntad es castigada con una educación que es símbolo de quietud y no es sinónimo de riesgo, novedad, y mucho menos de aventura, y, dada la crudeza del mundo, lleva a la mujer a madurar con violencia. Contra la educación prejuiciosa de la mujer se levantan muchas de las páginas de Maylan donde el ser femenino se muestra osado, aún en las maneras más discretas que se le disponen, hasta lo desafiante. En los marcos del develamiento de las esencias de la mujer clasifica también el poema «¿Y cuándo sabe una», donde se develan aspectos de la «filosofía femenina», del maltrecho destino femenino, que van de convertirse en un ser seductor, con el placer que el hecho tiene en sí para la propia persona, a llegar a ser un ser que sirve, como castigo, eterna e inevitablemente a los otros: el contrastante y eterno binomio de la seductora y la esclava, anudado en un solo ser, con los consiguientes conflictos y desgarramientos. Pero aún así no faltan los momentos de osadía femenina marcados por la coacción que se opera sobre su ser donde da pruebas de ser un individuo con voluntad, independencia emocional, e identidad definida y encauzada. Véase el poema «A nadie le pedí permiso…». Se aborda aquí algo tan especial como la educación de los sexos, y se junta a las esencias y apariencias, al ser y al deber ser a través de cuidados que significan opresión y hasta prisión. Consúltese el poema «Si necesitara esos». En tal sentido la relación entre los sexos se ha convertido en un juego entre maldad, astucia e inocencia que alguien manipula. Entonces se comprende que la belleza o delicadeza femenina está unida, sin dudas, a un desafiante destino donde vive privada de su condición legítima, lo cual confirma una parábola condenable, y se manifiesta en el texto «A mí también me olvidarán». Maylan Alvarez ha pronunciado como Eavan Boland[i] «yo no encontré mi femineidad en las servidumbres de la tradición, pero sí vi que mi humanidad me miraba desde allí».
Datos biográficos
Maylan Álvarez nació en Unión de Reyes, Matanzas,
Cuba, el 1ro de octubre de 1978. Es Licenciada en Español-Literatura. Graduada del Centro de formación literaria Onelio Jorge Cardoso.
Obras publicadas
12 creadores entrevistos. Coordenadas de arte y literatura (Ediciones Aldabón, 2011, entrevistas);
Naufragios del San Andrés (Editorial Abril, 2012, poesía);
La callada molienda (Editorial Pablo de la Torrente Brau, 2013, testimonios);
Tratados de la mala hierba (Áncoras Ediciones, 2014, poesía);
Body Art (Plaquette, Ediciones El Fortín, 2015, poesía); Todo lo que en silencio es lenguaje (Ediciones Vigía, traducción del portugués al español de la poesía de Ledö Ivo, junto a Karel Bofill, 2015);
El mundo de Marcos (Ediciones Aldabón, 2016, narrativa infantil); La dulce superficie de la vida (Ediciones Vigía, 2016, poesía);
Otras lecturas del cuerpo (Ediciones La Luz, 2017, poesía);
This bag is not a toy (Ediciones Matanzas, poesía, 2018);
Un patio para Fabio (Ediciones Aldabón,narrativa infantil);
A mí también me olvidarán, (Ediciones Matanzas, 2022, Matanzas. Este cuaderno obtuvo el Premio Fundación de la Ciudad de Matanzas en 2021).
Poemas
Body art
Right now me gustaría conectarme a Internet y buscar todos los textos literarios que se hayan escrito en la contemporaneidad sobre las heridas de cesárea. O los cuadros expuestos en algún museo chic. O las muestras fotográficas de algún snob. Yo no tengo Internet, pero siempre he tenido muchas ganas de escribirme un poema sobre la herida de mi cesárea. Una herida muy acentuada. Muy poco discreta. Hecha con urgencia. Cosida con Dios sabe qué. La cicatriz divide mi vientre en dos campos. En dos vientres. Y es rosadita. Si me hubiera amistado con J. R. R. Tolkien quizás habría dedicado párrafos a un elfo (yo) que abrió su vientre para que emergiera la luz de Lorien. Pero no me dio tiempo a ser amiga suya. Entre tanto pop art, Andy Warhol pintó su lata de sopa Campbell's y la boca de un Rolling y de conocernos habría pintado la herida de mi cesárea. Pero tampoco llegué a tiempo a The Factory. Apenas llegué a tiempo a la maternidad. Sí me llegó una herida donde nunca más nacieron pelos, que me duele alguna que otra vez si hay humedad, que me limita la ropa de mar y la de verano. Pero como sucede con las arrugas y mis grietas en los labios, también esta herida es un trofeo. El Premio Mayor, si voy a hacer justicia. Mi mejor poema hecho hombres.
Los estómagos y los amaneceres
Para cuando te vayas ya habrá amanecido y no habrás tomado leche/y no habrás comido pan y no te habrás aseado porque todo eso tú lo haces a partir de las 10 de la mañana cuando ya amaneció y no ha venido la leche a la bodega y no trajeron el pan pero te dan ganas de asearte porque a la gente le gusta verte limpio y alimentado. A mí me da igual el pan y la leche y me da lo mismo si me aseo o no. De hecho no me importa a veces si amanece. Me importa que te vayas para que mi cuarto se extienda, quede solo para mí o para alguien que valore cuánto me gusta un café express a solas.
CON una cuchilla que desechó mi padre, me afeité las piernas por primera vez. A escondidas de todos, como todas las cosas imborrables en la infancia de alguien. Me afeité las piernas con la certeza de una adultez cercana, encerrada en el baño bajo la excusa de un vulgar dolor de barriga. Del tobillo al muslo, unida a la suavidad con que mi madre, a la vista de todos en el patio se afeitaba los sábados en la mañana. Del tobillo al muslo, desdeñando los pelos largos y negros, casi masculinos en la blancura de una piel de once años. Del tobillo al muslo, en un acto desvirgador, consciente de que hasta con una cuchilla oxidada, en esta vida puedo amputar todo lo que me molesta.
YO era niña, pero bien pude ser niño y jugar a la pelota con mi padre los domingos, cuando los locales no practicaran en el terreno y el eco de las voces de otros niños competían con el mugido de las vacas. Yo nací como niña, pero bien pude ser niño y vestir solo pantalones y pulóveres y no usar moñitos, ni cintas, ni lazos y subirme en la cerca del vecino a robar las guanábanas con las piernas bien abiertas y un tiraflecha y una bolsa de piedras del río para cazar gatos y gorriones o cualquier otro bicho sabanero. Yo era una niña, típico ejemplar de niña pueblerina, desabrida, sin domingos de pelota, sin tiraflecha, con moñitos y cintas y lazos, degustando una guanábana que me regaló el vecino. Yo crecía como niña y dejé de serlo cuando ya nadie me regañó por las piernas abiertas.
A mí también me olvidarán
A mí también me olvidarán, me dije fregando el último plato del almuerzo (o de la comida) y la trascendentalidad del oráculo ocupó un espacio ente la masa encefálica. la glotis el hueso lagrimal. Y lloré (como cuando era niña y mi madre me regañaba por la mala ortografía) ante la indiferencia del fregadero que todo lo engulle, que todo lo arrastra. Lloré ante el silencio y la hondura de cada plato limpio, ante la quietud de las cucharas, los tenedores de mi delantal con flores rojas y solo el cuchillo mostró su faz, con un leve centelleo, recordándome lo emocionante que puede ser vivir al filo, siempre al filo de la vida. A mí me olvidarán… me dije, y a los demás también.
[i] – Poeta irlandesa. (1944- 2020).
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